El miércoles, una explosión al interior del Cantón San Jorge en Cúcuta silenció las noticias relacionadas con el paro, la crisis de salud del tercer pico de contagios, adiós a la matrícula cero y demás temas sociales o económicos, un carro bomba explotó en la que es la base militar más importante del Norte de Santander.
Aunque no hubo víctimas mortales, fue un gran golpe para la imagen de las fuerzas militares.
Poco después las redes sociales se inundaron de todo tipo de opiniones y teorías, entre ellas, la idea de que todo esto era un autoatentado, es decir, una acción empleada de parte del gobierno o sus funcionarios para simular un atentado en contra de ellos mismo, así justificar el uso de la fuerza, deslegitimar las marchas y apoyar el discurso y las acciones del gobierno.
Una de las personas que más escepticismo ha mostrado sobre el atentado es el periodista Gonzalo Gillen, en varios tweets 1 2 3 ha mostrado sus dudas, esto lo demuestra este trino con una pregunta muy válida “¿Cómo llegó el explosivo militar Pentrita (fabricado por INDUMIL) al carro-bomba del atentado molecular disipado de Cúcuta?”.
Siguen las investigaciones para determinar qué grupo estuvo detrás del ataque, hasta ahora ninguno se ha acreditado el hecho y el ELN, grupo al que el gobierno había culpado, dijo que ellos no habían tenido participación en los hechos.
Otra de las teorías que circula en redes es que el incidente ocurrió debido a una mala manipulación de explosivos por parte de uniformados.
A parte de las fotos o comentarios en redes sociales, es poco lo que se puede decir ahora sobre lo sucedido esta semana en Cúcuta.
La mayoría de acontecimientos, ya sean sociales, políticos, de salud, económicos…se genera algún tipo de reacción, que van desde la empatía y el apoyo, la incredulidad o el rechazo, o simplemente indiferencia.
Ya sea una marcha, un hecho de violencia, una ley de especial interés o cualquier otra cosa, siempre se crearán versiones que desdibujen completamente los hechos y los acomoden a su propia versión.
La teoría del autoatentado (más que decir que es cierto) se apalanca en los puntos débiles de la administración Duque y de su padrino político.
La gestión del gobierno se puede resumir como una lista de promesas importantes incumplidas, falta de apoyo selectiva a asuntos claves y ausencia de transparencia en otros. Esto se ha visto en asuntos como los diálogos de paz, la protección ambiental, la consulta anticorrupción, el proyecto de Escazú, recientemente lo de la matricula cero, entre otros.
Una de las más grandes características de gobierno es su falta de transparencia, especialmente al hablar referirse sobre derechos humanos, se le da un excesivo respaldo a la fuerza por parte de la policía o el ESMAD. En este asunto siempre se toman las criticas a las fuerzas de orden como ataques a la institución y a su credibilidad, esto se vende como si fuera el fin de la seguridad en el país.
Todos los casos de abusos y muertes de manifestantes a manos de miembros de la fuerza pública han hecho que describan a esta administración como fascista, un gobierno que hará cualquier cosa para imponer sus ideas y justificar sus acciones.
Un ejemplo es lo difícil que ha sido el tema de las protestas, a pesar de los reclamos que se han dado desde 2018, poco se ha hecho para hacer un cambio en las políticas ambientales, de seguridad a líderes y apoyo a la agenda de paz, sn mencionar la reforma policial.
La sombra de su padrino político es un punto débil para Duque, cuando (parte de) la ciudadanía vio las noticias de este ataque terrorista, recuerda el caso de los atentados en la toma presidencial de Uribe, varios de ellos fueron montajes de parte de los oficiales para adquirir recompensas. Lo que mal inicia…
Todas estas partes del rompecabezas han hecho que para algunos la idea de un autoatentado no sea tan descabellada debido que tienen una percepción del gobierno enmarcada por una profunda desconfianza.
Por ahora solo podemos esperar los avances de las investigaciones para saber quiénes son los responsables de ese acto terrorista.