Marcial Muñoz
Opinión. Desde mi rincón.
Si la semana pasada no fue la mejor de su vida, puede estar tranquilo, siempre hay alguien con quien compararse que lo habrá pasado peor, por ejemplo el dueño de Facebook, Whatsapp e Instagram, Mark Zuckerberg. A la caída de su servidor por varias horas de la semana pasada que dejó ‘huerfanos’ a 3.000 de millones de personas, y que le supuso unas pérdidas estimadas de 5.000 millones de dólares, hay que unirle el escándalo Haugen. Un nombre que se volverá familiar en nuestras vidas si prosperan sus denuncias ante los medios y ante el mismo Senado estadounidense. Frances Haugen es una antigua empleada, directora de integridad cívica en Facebook ni más ni menos, que dejó el ‘Imperio’ prendiendo el ventilador, bien prendido, además.
Facebook está metida en un buen lío desde hace ya varios años. En la lucha de poderes, los que nos son sus amigos saben del poder que atesora, casi infinito en el ámbito de la manipulación de masas. Todo comenzó por las multas ante la UE, Estados Unidos y Canadá, siguió con los juicios por monopolio que enfrentó en 2020 y que sentó en el banquillo al propio Zuckerberg, y pasa ahora por todos los informes que se han ido publicando durante estos meses en el que se cuestiona, sobre todo, el uso de la información que manejan.
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Pero puede que Haugen lo cambie todo. Por primera vez hay documentación interna. Hechos probados, por escrito, que prueban que el Mark Zuckerberg sabía muchas cosas que le dejan en mal lugar. Documentación que cuestiona muchos planteamientos morales de la red social. Lo más llamativo, algo que sospechábamos, pero repito, no estaba por escrito: la información que nos sale a los usuarios en nuestro muro no surge al azar, sino que son informaciones determinadas por la red social con un fin concreto: generar controversia y ganar dinero.
Ansiedad entre los jóvenes
En el ojo del huracán la perla de la compañía, Instagram. Ahora conocemos que Zuckerberg sabía que la red social hace sentir ‘miserables’ a los jóvenes (palabras textuales del informe Haugen) y ante ese hecho, la compañía no sólo no hizo nada por solucionarlo, sino que prosiguió con su estrategia, que sin duda le da buenos rendimientos económicos. El resultado: aumento en crisis de ansiedad y depresiones motivadas por la presión social de estar en la Red en millones de jóvenes.
Y, siendo todo esto un torpedo a la imagen de la compañía, lo realmente preocupante es que, según Haugen, Facebook muestra a conciencia y con un objetivo claro a sus usuarios contenidos que esos mismos usuarios odian para que éstos interaccionen más en la red social. Al parecer, y tiene toda la lógica del mundo, el algoritmo de Facebook elige contenidos que estadísticamente hacen enfadar a los usuarios porque eso provoca un mayor compromiso y movimiento de publicaciones. Obviamente Facebook gana por publicidad por cuantas más páginas se vean. Facebook sabe que si cambia el algoritmo para que sea menos tóxico, menos agresivo, la gente pasará menos tiempo en su red social, hará clic en menos anuncios y ganará menos dinero.
Y ahí el dilema moral. El predicar lo contrario de lo que hacen pues desde hace unos años, Facebook abrió una cruzada contra las noticias falsas, erigiéndose como el gran defensor de la verdad. Llegó a acuerdos con empresas ‘verificadoras’ de contenidos (en realidad muchas de ellas verifican sólo sus cuentas bancarias). Y ahora nos encontramos con todo esto.
Ataque contra la libertad
Personalmente, creo que no necesitamos más apóstoles que nos digan lo que tenemos que hacer, sino personas que piensen por sí mismas y lleguen a sus propias conclusiones. Menos jóvenes con el cerebro lobotomizado y más espíritus libres y críticos. Que se cuestionen el discurso único. Pero claro, eso es precisamente lo que los políticos no quieren. Por eso las redes sociales siempre han contado con el favor de los gobernantes ‘en el mundo libre’, porque saben que en el fondo lo que están es al servicio de la creación de un mundo de borregos. Borregos al dictado de unos algoritmos que evidentemente están en correlación con esos esos poderes políticos vigentes.
Facebook nace en 2004. La pregunta es sencilla. ¿Está usted más y mejor informado que antes de las redes sociales? O más bien vivimos en un mundo de incertidumbre y negación. Primero, por la saturación de información de la que ya casi rehuimos, y segundo por el océano de fake news en donde navegamos, donde cada vez es más difícil distinguir lo real de lo manipulado. Claramente, 2021 es un mundo donde prima el barro, el odio, la división, el sectarismo y la ausencia de debate de las ideas. ¿Es casual esta involución de pensamiento, precisamente en estos 17 años de redes sociales? No creo en las casualidades en política.
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Marcial Muñoz es periodista, consultor comunicaciones y director de www.confidencialcolombia.com