Recientemente se revivió en el país la fecha en que se llevó a cabo el plebiscito por la paz, con el ya conocido resultado de haber ganado el NO (50,21%) sobre el SÍ (49,78%) de los votos. Es decir, por una diferencia de 53.894 votos, que permitieron que se enviara un mensaje al resto del mundo, en donde se manifiesta que este país “no quería la paz”. Todo por estar inmersos en la polarización política que permitió colocar en primer orden, las ideologías partidistas antes que el futuro de los colombianos, y en donde se mandó el mensaje que preferíamos estar aferrados a una guerra perpetua que a una paz imperfecta; que se prefería un sí pero no así; pero tampoco en su momento se supo cómo era ese “así”, que hoy se entiende como el colocar en riesgo lo poco que se ha ganado en materia de paz, haciendo trizas los acuerdos, y perpetuando un conflicto para que una clase política pueda mantenerse en el poder, e impedir que esta nación camine por otros senderos que la puedan llevar al desarrollo.
Siempre he servido a la paz, antes de ser congresista, fui el presidente de la Federación Nacional de Paz-FENALPAZ, y fue así como recorrí muchos rincones de este país, que me hicieron comprender que realmente existe una Colombia profunda. Fue así como visité cada zona donde se agrupaban las Farc, lo que me trajo como consecuencia, que hoy se usen fotos mías con exguerrilleros en un proceso de paz para difamarme.
Hace poco más de cinco años, nos enteramos que muchos colombianos aportaron a ideas reprochables por la manipulación mediática, donde les mintieron sobre lo que pasaría si ganaba el SÍ, asegurando que nos convertiríamos en un país como Venezuela, realidad que hoy no dista mucho de dicha nación con este gobierno ultraderechista que censura a la prensa, que no confía en la justicia, que quiere cambiar las cortes, que quiere cerrar el congreso o lo compra con mermelada, para que sea útil a sus nefastos proyectos; pretendiendo a como dé lugar, que la ideología uribista sea la de un partido único, para condenar a toda Colombia solo a esa forma de pensar y vivir.
Para ese entonces dijeron que los abuelos perderían su pensión, que las Farc se iba a tomar el poder (contrario es la consolidación del pensamiento de auto defensa), que las víctimas no obtendrían el perdón; situación que no se aleja mucho de las mismas, que no han sido reparadas por los paramilitares. Que los niños y las niñas estarían en las filas de la guerra, pero hoy vemos como el gobierno los bombardea porque creen que son “máquinas de guerra”. Y con muchas maniobras de manipulación, hace cinco años el pueblo salió a votar berraco y marcó la casilla del NO.
Pero hoy vemos, que mucho de lo que se dijo respecto a lo que pasaría si se firmaba ese pacto de paz entre el gobierno de Santos y la guerrilla de las FARC, fue falso; lo es tanto como la practica continua de este gobierno mentiroso para engañar a los colombianos. Este gobierno que en lo que va corrido de su tiempo, ha tenido el porcentaje de desempleo más alto que cualquier otro en la historia del país, que presenta un alto número de líderes sociales asesinados, que censura a la prensa y que le roba el futuro a los jóvenes y a los menores de este país, al firmar con los ya conocidos carruseles de la contratación en MIN TIC, el PAE, los elefantes blancos, una pésima atención a la pandemia y un nefasto plan de vacunación. Un gobierno tan ruin que reprime la protesta social, y justifica las órdenes dadas por un expresidente en aras de garantizar la seguridad de unos “ciudadanos de bien”. Un gobierno que prometió que no habría más impuestos, pero que en tres años ha presentado 3 reformas tributarias, que en su mayoría solo conllevan a empobrecer a la clase media.
Hace cinco años salieron 6.431.376 de colombianos a votar por el NO, y solo votó el 37,43% de la población apta para sufragar, lo que significó un alto número de abstención. Uno que otro convencido de que lo mejor era acabar militarmente con las Farc y por eso, votaron negativamente; pero creo que la gran mayoría fueron engañados para que votaran con la rabia y no con el corazón.
Pero esa noche me pregunté ¿por qué el resentimiento en los corazones de la gente que quería votar por la guerra? ¿por qué tanta maldad en una sola persona que se empeña en que el futuro de este país sea el del derramamiento de sangre de tanta gente humilde? Pero también reflexioné sobre los desafíos que nos esperaban y que hoy hacen que siga de frente cargando las banderas de la paz.