Las elecciones regionales están cada vez más cerca y la ciudadanía bogotana elegirá entre dos modelos de ciudad: el del continuismo de Claudia López y Enrique Peñalosa o uno distinto, uno de cambio.
El modelo de ciudad que han profundizado López y Peñalosa tiene como ejes privilegiar el cemento sobre la naturaleza, que ha implicado, por ejemplo, sustraer hectáreas de la Reserva Thomas Van Der Hammen; reducir los modos férreos a su mínima expresión mientras se profundiza el modelo Transmilenio, que se demuestra con la construcción de un metro elevado insuficiente, ineficiente y aparentemente inmerso en corrupción, así como con la construcción de una nueva troncal de Transmilenio sobre la carrera séptima, impulsada sobre la base de mentir, diciendo que se trata de un “corredor verde”. Un tercer eje del modelo Peñalosa-López es la represión, esa que sufrieron los jóvenes durante las dos alcaldías, especialmente durante la de la actual alcaldesa, cada vez que pretendieron ejercer el derecho a movilizarse. No olvidemos que fue en esta administración en la que se usaron instalaciones de Transmilenio para torturar jóvenes, y no olvidemos que fue esta administración la que pretendió negarlo. Finalmente, este modelo gira alrededor de maximizar la influencia de los gremios, especialmente los de la construcción, mientras se minimiza la capacidad de decidir por parte de la ciudadanía, como se evidenció en medio de la discusión del POT, de la Región Metropolitana, del Transmilenio por la Séptima, y de las Actuaciones Estratégicas, que atentan de frente contra los moradores.
Sin embargo, otro modelo para Bogotá es posible. Se trata de una propuesta que privilegia la construcción de líneas de metro como eje del transporte, uno que pretende profundizar las herramientas para disminuir la desigualdad, aplicando, por ejemplo, una renta básica universal para las mujeres que realizan labores de cuidado no remuneradas. Bogotá puede elegir un modelo que considera que los jóvenes deben ser parte de las decisiones de política pública, sin ser perseguidos, sin ser estigmatizados, ni mutilados, ni desaparecidos, ni asesinados. Este es un modelo que entiende que el ejercicio de lo público debe orientarse hacia la construcción de paz, entendiéndola como la garantía de derechos, como el derecho a gozar de un ambiente sano, frenando de tajo las propuestas de arrasar con los humedales y promoviendo su protección. Podemos elegir un gobierno distrital que se la juegue por la cultura, la paz, y la vida, con total garantía de que la corrupción dejará de gobernar.
Ese modelo, el de transparencia, paz, diálogo, democracia deliberativa y garantía de derechos, es el modelo que defiende el candidato Gustavo Bolívar, y es el que he decidido respaldar y apoyar en estas elecciones. Confío en Gustavo como él ha confiado en mí, y espero que juntos, con ustedes como nuestros y nuestras jefes, avancemos hacia una Bogotá libre de corrupción, digna, inspiradora y capital de la paz y la democracia.
Diego Cancino