En la tierra del olvido, el país del sagrado rostro, en fin, en un Macondo, tuvimos un gobierno al que en repetidas ocasiones se le demostró que, bajo su egida, ciertos delincuentes AUCcionarón el sistema hospitalario y salieron de los campos de combate para convertirse en flamantes gerentes y operadores del servicio público de la salud en algunas ciudades, municipios y regiones de ese país.
Algunos frentes generaron presión en los electores, otros se evitaron ese “problema”, dando órdenes de prohibición a que ciertas personas pudieran ser candidatos o candidatas y ganarles a sus eunucos políticos, de esta forma, garantizaron tener, congresistas, gobernadoras, diputados, alcaldesas, concejales y hasta ediles. Luego con ese poder, los comandantes, eran los representantes legales de algunas IPS, y los subcomandantes lo eran del proveedor o de algunas EPS, las que como tal, prestaban el servicio.
De esta forma, es fácil denotar que triangulaban la ecuación y se adueñaron de millones de millones de los recursos públicos destinados a la salud de millones de compatriotas que ya no solo morían por el accionar de sus armas en los campos, pueblos y veredas de aquella patria, sino también en las camillas oxidadas y en los pasillos enmohecidos de centros de salud, o las E.S.E. departamentales o municipales.
Pues bien, todo eso pasó y es verdad judicial hoy, pero fue verdad de Perogrullo siempre, tan solo que algunas altas líderesas de cuello blanco se hicieron las de los oídos sordos, uno que otro líder o periodista se atrevió a denunciar, unos fueron asesinados, otros exiliados y a otros increíblemente los callaron con juicios penales y disciplinarios.
Luego de un intento por acallar esos fusiles por las vías de la negociación política, como debe ser en una sociedad que se precie de ser civilizada y no bastardamente salvaje, después de una pausa mediocre como ninguna otra en un gobierno que se recuerde en ese país del que les hablo, se impone por la fuerza de la esperanza y una que otra ayuda desde las cárceles y clase politiquera tradicional, de esos de los mismos de siempre, un gobierno que quería un cambio, concepto abstracto, pero que caló y se vendió al alza.
Todos, o por lo menos la mayoría, pensaron que ese cambio traería vientos de madrigal, gotas de miel, arenas de cacao, néctares de anís, cañas de Bon Bon Bum, y ni que hablar de panes de melao, pero no, no fue así, no podía serlo porque nunca lo había sido, por que en 200 años ya había pasado, aunque no lo quieran reconocer, los cambios, estos habían sido muy profundos, pero su aplicación muy tibia, las pausas prolongadas y las expectativas fueron muy altas, pero en mayor proporción lo fueron las decepciones nacionales.
El cambio para esta nueva etapa, no se materializa, sabían que en 4 años sería muy difícil, pero aun así lo prometieron y la frustración no se ha hecho esperar, cuando no se cambió el modo de delinquir de los de arriba, antes se alentó a los que nunca lo habían hecho, quienes ahora con el poder también se atrevieron, no se cambió el modelo económico, ni el sistema de beneficios parentales o los proporcionales según el respaldo político, no se cambió la elección de los cargos diplomáticos los cuales se mantuvieron a dedo, con desmedro eso sí, puesto que antes por lo menos llegaban a bachilleres, ahora ni a eso.
Tampoco se modificó la treta de la mermelada, ni los usos y costumbres a la hora de usar aviones y helicópteros del Estado, los ataques a las cortes y a la prensa siguieron siendo como a la vieja e indecente usanza. El desprestigiar al contendor y hasta hacerle interceptaciones ilegales o perfilamientos desde el poder de la inteligencia militar, siguió siendo de uso corriente, pero en lo que sí parece que se cambió fue en los contratistas, como dicen por ahí “cada torero trae su cuadrilla”.
Hoy, en ese país imaginario, hay serios cuestionamientos al respecto de beneficios contractuales a delincuentes que, bajo el estandarte de unos viejos ideales zocatos y vetustos, traquetean a diestra capitalista y siniestra comunista. Pero, aunque por ahora, no es verdad judicial, de que ELNuevo sistema contractual ya no es por cooptación política, sino por cubrir los costos de una paz de la que no sale, ni chicha ni limonada, sí existe testimonialmente una voz creíble que ante la suprema autoridad judicial ordinaria de aquel país lo está denunciando.
Se habla en esos elevados estrados judiciales que el modelo consistía ya no en cooptar la salud, sino las obras de supuestas emergencias, de vías y caminos veredales, de obras de mitigación por olas de invierno y vaya usted a saber que cosas más. Es decir, ahora los nuevos contratistas lo son del ramo de la infraestructura, tal vez lo hagan por la modalidad de la emergencia manifiesta, por menor o mínima cuantía, es posible que ya no sean contratos de dotación y suministro como lo solían hacer sus colegas fratricidas, tal vez ahora serán a monto agotable.
Amanecerá y veremos¡, dijo el creyente parroquial, por lo pronto, en el país del encanto se espera conocer la respuesta a la pregunta, ¿el cambio fue de contratistas?