A propósito de las eliminatorias de fútbol de las selecciones de los países afiliados o inscritos ante un organismo llamado FIFA, integrado por representantes y delegados de cerca de doscientos países y federaciones en el mundo, en Colombia se ha armado una trifulca inoficiosa por haber perdido los dos encuentros jugados, el primero contra Uruguay en Barranquilla por tres goles contra nada y el segundo perdido en Quito contra Ecuador por seis goles contra uno y dicen los periodistas, que por culpa intencional de los jugadores. Eso en Derecho Penal se llama dolo.
Muchos comentaristas deportivos (que es casi todo el país) y muchos muy buenos de esos comentando fútbol, han dicho que esos resultados son una tragedia, una vergüenza, un escándalo y en fin, han armado una bulla grandísima, solo porque unos jugadores jugaron para perder.
Contrariando a los periodistas, eso no es una tragedia. En Colombia se vive del café, del turismo, del trabajo y estamos tratando de salir de un bache electoral, que nos ha impuesto como presidente a un muchacho de buena familia, bien educado, inteligente pero incapaz de gobernar y dirigir a Colombia. Eso sí es una tragedia, porque a los colombianos no nos pasa nada si la selección no clasifica a un mundial de fútbol, pero en cambio si quien nos gobierna lo hace mal o tan mal como ahora, entonces el daño social si es muy grande.
Nos han ido contando los periodistas deportivos que “este partido es de vida o muerte”. No entiendo porque un partido de fútbol contra la selección de otro país tenga que ser mortal o de supervivencia. Eso es simplemente un juego.
No se escucha decir a los periodistas deportivos que “el triple salto de Catherine Ibargüen sea de vida o muerte; tampoco que para Egan Bernal o Nairo Quintana el Tour de Francia o la vuelta ciclística a Italia o a España son de vida o muerte; tampoco los mundiales de bolos para Clara Juliana Guerrero si no gana se muere. Tonterías patrióticas que son inventadas para insuflar un patriotismo que busca más oyentes y lectores que el respaldo a unas victorias.
Estoy pensando que para todos los deportistas colombianos sus competencias se volvieron de vida o muerte porque si no ganan, los periodistas deportivos con sus comentarios los matan. Debe ser por eso que dicen eso.
En las competencias deportivas, cuando se compite contra otro o contra otros, cualquiera gana y cualquiera pierde. Eso es lo que ha venido pasando con los futbolistas colombianos, jugaron y perdieron. Por una cosa de esas no se pueden morir ni los pueden matar. Un autogol de Andrés Escobar fue el causante de su muerte; seguramente algún periodista deportivo dijo por esas fechas “que con ese autogol, Andrés Escobar nos mató”. Seguro.
Para los que nos gusta el fútbol como deporte, el partido contra Uruguay fue jugado por los colombianos sin emoción, sin alma y sin propósito y eso llevó a un juego muy desorganizado y el técnico no lo pudo ordenar. El propósito pienso yo, debe ser ganar y conseguir la clasificación al mundial de Qatar en el 2022.
El partido contra Ecuador lo ví en repetición (creo que fui el único colombiano que hizo ese sacrificio), observando jugadores no jugando, sin sangre en las venas, con una apatía digna de ser mencionada y en esta ocasión si hubo un propósito, que es echar al técnico de fútbol encargado de seleccionarlos.
Los futbolistas que jugaron ese par de partidos anotados, recuerdan la frase que “el fútbol es un estado de ánimo”. Y eso del estado de ánimo debe ser cierto. Pero una carne queda bien asada dependiendo del estado de ánimo de quien la pone en la parrilla; un sancocho también depende del estado de ánimo de quien lo prepara; una persona canta o una pareja baila muy bien dependiendo del estado de ánimo y un trabajador oficial trabaja muy bien dependiendo de su estado de ánimo y un candidato presidencial le da un coscorrón a un escolta dependiendo de su estado de ánimo y un expresidente manda para el carajo las cortes de justicia dependiendo de su estado de ánimo y unos paramilitares le cortan la cabeza a unos campesinos y unos guerrilleros le ponen en el cuello un collar bomba a una señora dependiendo de su estado de ánimo y los congresistas votan leyes a favor de un gobierno y en contra del pueblo dependiendo de con cuanto les hagan crecer sus estados de ánimo. Todo se hace según el estado de ánimo del momento. El estado de ánimo no es pues exclusivo de los futbolistas y por eso no cito al autor de esa frase.
A algunos periodistas les parece muy grave, gravísimo que Colombia pierda sus partidos clasificatorios de fútbol y no vaya a un mundial. Para ellos eso es una tragedia y no ir a un mundial es para morirse y es verdad, porque si los jugadores no clasifican, los periodistas tampoco clasifican a ese mundial.
Lo que debe calificarse como grave es que unos jugadores de fútbol representen al país jugando mal a propósito, sin amor por los colores patrios, haciendo mal todo lo que les da la gana porque ese es su estado de ánimo y eso es totalmente reprochable. Estos olvidaron que el fútbol se juega con guayos, camiseta y balones o pelotas, y también con el corazón.
Los futbolistas inconformes con el técnico pudieron haberse reunido previamente con los directivos de la federación nacional y con el técnico y tocar los temas que les incomodan para no tener que burlarse de la bandera que representan. Los partidos se pueden perder jugando con amor propio, no era necesario humillarnos.
Los futbolistas colombianos que enfrentaron a Uruguay y Ecuador no interpretaron ni valoraron los sentimientos de los aficionados. Su entendimiento con los aficionados no les llega más arriba de los pies, ni siquiera cerca de los testículos; con su actuar nos piden que en adelante miremos su formación y su personalidad hacia el suelo, lugar del que alguna vez se levantaron económicamente solo porque sabían mover un balón con los pies. En los clubes donde están alquilados podrán hacer y deshacer y allá les pagarán por hacer y deshacer pero la dignidad de representar un país siempre debe ser para quien coge una bandera y sabe que allí está la historia de un país. Eso deben respetarlo, porque nosotros no somos sus guayos.
El fútbol seguirá siendo un juego con los actuales seleccionados o con otros. El mundo no se nos acabará si el seleccionado juega mal. Tampoco será de vida o muerte. Habrá que desconfiar de la capacidad de los jugadores para respetar la bandera de Colombia cuando se la encomiendan. Deberían pensar si se la ponen en su cuerpo. Tampoco hay que ganar, simplemente honrarla. No es más.
El fútbol seguirá siendo un juego. Los futbolistas seguirán siendo futbolistas. Los aficionados seguirán siendo aficionados. La bandera deberá seguir siendo honrada y no burlada. Y si finalmente los jugadores colombianos clasifican al mundial de fútbol será simplemente porque en las victorias el fútbol no deja de ser un estado de ánimo y nosotros no les deberemos nada, simplemente son futbolistas y no dioses. Y si el tema como dicen los periodistas es de vida o muerte, por lo que vimos contra Uruguay y Ecuador ese tipo de futbolistas se pueden morir.