“Es decir, que, si deciden violar el voto popular en Colombia del año 2022, se instaura en Colombia el poder constituyente, de una vez, a través de la movilización masiva del pueblo colombiano”. Gustavo Petro.
¿Puede existir una frase más veintejuliera, desafiante y falsa en la historia reciente de nuestra república? La respuesta es depende, hay otra comparable, pero si es más o menos, depende desde que orilla del rio estes, esta dice; “El estado de opinión es la fase superior del Estado de Derecho”, expresada por Álvaro Uribe Vélez.
Estas expresiones populistas, son pan de cada día en las maltrechas democracias hispanoamericanas y por supuesto en otras latitudes del mundo, en la Norte América de la era Trump, en la Europa del este de Lukashenko, Putin o Duda y en el Asía de Erdogan o Duterte, es un síntoma que viene “in crescendo” en diferentes territorios de la órbita global.
Por supuesto en lo que nos atañe, es curioso ver este tipo de frases y expresiones siendo utilizadas por las dos caras de la misma moneda, la izquierda y la derecha, el uno, queriendo olvidar, o por lo menos, asumiendo que todos olvidamos que somos ya un poder constituyente, que generamos por mandato intrínseco de nuestra soberanía ese poder constituido del cual goza el señor presidente.
Es gracias a esa capacidad jurídica que nos da nuestra naturaleza humana y nuestra ciudadanía que hoy él tiene un micrófono para poder expresar sus ideas y desarrollar su mandato legítimamente constituido gracias a que a nosotros el soberano pueblo constituyente, así nos pareció, hayamos o no votado por él.
Vanamente utiliza estas expresiones de “instaurarlo”, como si por una parte no lo estuviera ya, de ser así no habría república, por lo tanto, no tendríamos necesidad de un presidente; Por otra parte, no es él, quien podría instaurarlo, sino, nosotros, solitos como autónomamente lo somos, porque cerebro, lenguas y paticas tenemos.
Además, no recuerdo yo haberle dado poder al constituido presidente para que me represente, debe echarse una leída a la constitución, para que por fin se entere que los presidentes no representan al pueblo, al constituyente primario, la figura presidencial tan solo es una expresión de la voluntad de aquellos, es el funcionario contratado para ejecutar la Ley y punto.
Cuanta coincidencia encuentro ahora que leo esta alucinante y megalómana frase con aquella no menos tiránica de que el Estado de opinión es “una fase superior al Estado de Derecho”, pronunciada en el contexto, por otro megalómano que por estar con 82 u 85% de popularidad, pretendía con ello justificar mandar a diestra y siniestra por encima de las reglas constitucionales, garantías que tenemos los soberanos, el pueblo en síntesis.
Con ese frenesí, con esa petulancia, pretendían hacernos creer que, como la opinión mayoritaria, aquella no corroborada técnicamente, lo consideraba el mejor presidente, por ello entonces podía hacer “ochas y panochas”, expedir decretos o suscribir tratados internacionales, suprimir o fusionar entidades y desvincular funcionarios sin control alguno de la Corte Constitucional o Consejo de Estado.
Podía entrometerse en el poder legislativo a punta de Yidis y Teodolindos, en el Banco de La Republica o en el poder judicial, condenar y hacer conducir causas penales a quienes estuvieran en su contra, o sea, contra el estado superior de la opinión ya que a los porcentajes de su popularidad solo le competían “Salserin” o “RBD”, es decir, Luis XIV al decir “L´État, c´est moi”, se le quedó pequeño al príncipe de Salgar con su “Estado de Opinión”.
Cuanta arrogancia, cuanta irresponsabilidad en los dos bandos radicales que quieren, con tal de ganar unas elecciones, llevar al país a una guerra civil nuevamente, los bandos son conscientes que ese es el resultado en un país bien experimentado en el arte de la guerra, si insisten los unos en “tumbar” a un presidente o los otros en hacer lo opuesto e ir más allá, no solo no dejando que lo tumben, sino entronizándolo.. más, más y más..¡
Una y otra vez debemos insistir desde estas modestas letras en enviar un mensaje claro y contundente a quienes puedan leernos, no caigan en esos cantos de sirenas, son extremistas que todo lo ganan con nuestra perdida, la guerra entre hermanos y hermanas; bravucones de redes, porque en los clubes y pasillos del congreso, conciertos y parrandas, se les vé tomando whiskey de lo lindo, abrazados y concertando Dios sabe que cosas.
Los hombres y mujeres demócratas, somos los que pondremos los muertos, siempre ha sido así y siempre lo será a menos que maduremos cívicamente y entendamos que a los presidentes que ganaron se les deja gobernar, si nos equivocamos, entonces nuestra constitución posee una garantía, una regla en la que el periodo del cargo es por un tiempo determinado, para bien o para mal, se cumplirá el plazo y se irá, pero no se les tumba, eso es de cobardes.
Los demócratas sabemos que es en el ardor de la lucha de las ideas donde está la victoria, eso sí es ser berraca, eso es ser valiente, lograr convencer a millones con la verdad, con la inteligencia, pero eso de salir a tumbar dirigentes a través de golpes blandos, suaves o duros, lo mismo da, eso es ser tonto, abyecto; Los demócratas conquistan el poder, no se lo roban y menos haciéndolo como los matreros, lanzando la piedra y ocultando la mano.
Los demócratas, no se quedan en el poder con excusas vanas, badulaquerías o leguleyadas, los hombres y mujeres demócratas, ganan las elecciones limpiamente y cumplen con la palabra empeñada, hacen su mayor esfuerzo por dejar una huella indeleble en la conciencia colectiva y trascienden en la historia, no se atornillan ilegalmente al cargo y sobre todo, no motivan o se vuelven cómplices de los derramamientos de sangre por egos personales o de grupos.