Por: Alfonso Castro Cid*
Consumimos, reproducimos, reaccionamos y producimos una gran cantidad de información diaria, nuestras redes sociales no dejan de disparar contenido de todo tipo, alguno más calificado que otro, inundando el mundo digital de una gran cantidad de datos que no da tiempo para analizar, verificar o contrastar. Esto parece ser el caldo de cultivo perfecto para que, en medio de trinos, posts y videos, se escondan los miles de rumores, las suspicacias, las insinuaciones, las especulaciones que caen en boca de algún lector desprevenido, que las toma como realidad, como una noticia cierta y entonces, sin pensarlo la convierte en lo que hoy conocemos como una fake news.
Lo que parece estar sucediendo es la exacerbación de lo que hace muchos años, para algunas personas un pasado inexistente, sin celulares o computadores y conexión a internet, era un rumor que se esparcía de boca en boca. una de esas mentiras que de tanto repetirse se convertían en realidad, pues parecía que “rodaba” más rápido la mentira que la corrección. Hoy esos rumores, recorren las redes sociales y logran hacerse a un rápido lugar en el colectivo común, cuando cientos de trinos, replicas o likes, le dan un gran alcance y, por ende, ganan el título honorario de “noticia”.
Muchos esperan que los medios sean imparciales, que no caigan en estas falsedades escondidas, pero la realidad es que hasta el más riguroso catedrático ha caído hoy en la replica o la contestación de una noticia inventada por algún colectivo, partido político, sector empresarial, libre pensador, investigador desesperado o simplemente ese vecino lengüilargo que dejó salir un juico de valor en un contexto que se hace entender como una realidad y que otro toma como la “verdad” develada.
Debatíamos hace unos días en un espacio, liderado por este medio, sobre el fenómeno de estas noticias falsas, repensando en ellas y entendiendo que en efecto no son un fenómeno nuevo, pero si son hoy una forma de manipular, de engañar y de masificar mensajes para influenciar o ejercer poder. La conversación que sostuve con Vladdo, César Caballero y Marcial Muñoz, dejó claro que todos entendían la grave propagación de este mal, y mientras para unos el fin está cerca porque el control está llegando cada vez más rápido, para otros es una dinámica que se mantendrá de manera permanente y solamente se podrá combatir casi de forma personal, basados en tácticas sencillas, pero no por ellas fáciles de aplicar por todos. La primera pareciera obvia, la verificación, al menos la contrastación de fuentes que ya pocos exploran. La segunda acción es consumir información variada, entenderla, analizarla y por lo menos buscar un mínimo grado de profundidad, esta práctica genera un hábito sano y además construye, en la mayoría de los casos, una capa importante del tan escaso “criterio”. Finalmente, obrar con transparencia, esto ayuda a que, si uno supone algo, lo publica, lo comparte o comenta, responda a una creencia personal firme y que es visible para otros. Muchas de las llamadas noticias falsas tienen un denominador común y es que su creador, está obrando en voz de un tercero y oculta su real intención.
Nada más cierto que “el pez muere por la boca” y esto refleja lo que para muchos es hoy un trabajo diario de andar por ahí, a diestra y siniestra, repartiendo acusaciones, abriendo investigaciones morales o éticas, generando persecuciones y vociferando contra unos y otros, sin el mínimo análisis, haciendo aseveraciones sin datos relevantes o justificaciones científicas, solamente expresando una opinión personal, que por demás es absolutamente válida pero en el mundo de las opiniones, no como una revelación que juzga y condena al mismo tiempo, y menos aún que se disfraza de noticia.
Conviviremos con muchas fake news y tenemos la oportunidad, hoy más que nunca, de poder contrastar rápidamente sus orígenes, verificar la información, encontrar fuentes confiables y también contrapartes que para cada uno no sean tan certeras, algo que enriquece el debate y anima la investigación. Esa libertad de búsqueda de contenidos hace algunos años no la teníamos, y por ello mismo, debería ser hoy más fácil que antes, encontrar el error, la mala intención o el desacierto informativo, para al menos no caer nosotros en la ingenuidad de replicar sin tener certeza de su fundamento, tarea difícil y de gran esfuerzo, pero responsable.
@AlfonsoCastrCid | *Managing Partner de KREAB Colombia