ESG y política: una relación de amor y odio

El jefe climático de la ONU, Simon Stiell, dijo el miércoles que los delegados de la COP28 no están en Dubái para “ganar puntos” y jugar a la “política del mínimo denominador”; deben tomar medidas ambiciosas para frenar el calentamiento global y poner fin a la crisis climática.

El contundente mensaje de Stiell a los negociadores gubernamentales se produce en momentos en que la última conferencia de la ONU sobre el clima, que se lleva a cabo en Dubái, la principal ciudad de los Emiratos Árabes Unidos, desde el jueves pasado, llega a la mitad del camino con un acuerdo sobre el financiamiento para la adaptación climática y el destino de los combustibles fósiles aún en el futuro. (ESG News, 23 de diciembre de 2023)

Terminada nuestra gira mundial sobre la situación de los ESG en las regiones clave del planeta, se encontró una constante: la política. Se hizo evidente que muchas de las barreras que tienen estos criterios para su implementación son la política, tanto como plataforma de diálogo, como el lugar del nacimiento de regulaciones de estos criterios.

Lo anterior se hace evidente con las palabras de Simon Stiell, que muestran claramente esa relación. Es imposible despersonalizar los ESG sin la clara necesidad de apoyo en el campo político. Especialmente en un escenario tan complicado y con tantos intereses como son las COP de Naciones Unidas, las cuales han terminado en rotundos fracasos debido al pobre compromiso de los delegados de gobiernos (políticos) o su falta de comprensión ante la gravedad de la crisis climática.

Pero no solo tiene un impacto a nivel global. En lo doméstico, Estados Unidos es un claro ejemplo: el ascenso de ideas republicanas, las cuales son contrarias a los criterios ESG, ha llevado a que empresas abandonen estos criterios:

Para los republicanos, los fondos ESG son un caballo de Troya, diseñado para introducir de contrabando actitudes progresistas hacia el cambio climático, la diversidad y la inclusión en las suites ejecutivas y las salas de juntas corporativas, todo ello con el pretexto de supuestamente mejorar los retornos de las inversiones. Y así, en los estados rojos, los tesoreros estatales han retirado dinero público de empresas asociadas con ESG, incluidas incluso algunas de las firmas de inversión más grandes del mundo, como BlackRock y State Street. (The Atlantic, 31 de enero de 2024)

Reacción desde las empresas:

Los inversores han retirado dinero de fondos sostenibles en EE.UU. a un ritmo récord este año, resultado en parte debido a la reacción contra los criterios ESG que los administradores de activos parecen inseguros de abordar.

Esas salidas totalizaron 8.800 millones de dólares durante el primer trimestre, y gran parte de ellas provinieron de fondos gestionados activamente y dos ETF de iShares, según un informe reciente de Morningstar.

En medio de una politización que ha hecho que los criterios ambientales, sociales y de gobernanza sean algo arriesgado para que muchos administradores de activos los enfaticen como parte de sus negocios, algunos supuestamente han eliminado las menciones a ESG de los materiales de marketing. Ninguno de los mayores administradores de activos que ofrecen fondos mutuos y ETF sostenibles en EE.UU. accedieron a entrevistas sobre cómo abordan los productos y el marketing durante una época de caída de las ventas en toda la industria. (Investment News, 2 de mayo de 2024)

Por ende, la relación es obvia. Pero no es solo una cuestión de debate público afectando decisiones empresariales. Esa relación es compleja y multifacética.

Regulación y Legislación:

Políticas gubernamentales: Los gobiernos pueden influir en las prácticas ESG mediante legislación y regulación. Por ejemplo, las leyes sobre emisiones de carbono, derechos laborales y gobernanza corporativa pueden obligar a las empresas a adoptar prácticas más sostenibles y éticas.

Requisitos de divulgación: Algunos gobiernos exigen que las empresas divulguen su desempeño ESG. Por ejemplo, la Unión Europea tiene regulaciones que obligan a las grandes empresas a informar sobre aspectos no financieros.

Clima Político (Ejemplo EE.UU):

Ideologías políticas: El clima político puede afectar la importancia que se da a los temas ESG.

Opinión pública y activismo: La opinión pública y el activismo político pueden impulsar las prioridades ESG. Los movimientos políticos que abogan por la acción climática, la igualdad social y la responsabilidad corporativa pueden presionar a las empresas y a los gobiernos para adoptar políticas ESG más fuertes.

Políticas Económicas:

Incentivos y subsidios: Los gobiernos pueden usar políticas económicas para promover los objetivos ESG. Esto incluye proporcionar subsidios para energías renovables, incentivos fiscales para prácticas sostenibles y subvenciones para iniciativas sociales.

Políticas comerciales: Los acuerdos comerciales pueden incluir disposiciones relacionadas con estándares ESG, como derechos laborales y cláusulas de protección ambiental.

Relaciones Internacionales:

Acuerdos globales: Los acuerdos y organizaciones internacionales, como el Acuerdo de París sobre cambio climático, pueden moldear las políticas nacionales ESG y las prácticas corporativas.

Inversiones transfronterizas: Las consideraciones ESG son cada vez más importantes en las finanzas y las inversiones internacionales. Las empresas multinacionales y los inversores a menudo necesitan navegar por estándares ESG variados en diferentes países.

Lobby Corporativo:

Influencia en la política: Las corporaciones pueden influir en las políticas relacionadas con ESG a través de esfuerzos de cabildeo. Las empresas pueden abogar a favor o en contra de ciertas regulaciones según cómo impacten sus modelos de negocio y estrategias ESG.

Si queremos ver cómo esta relación se hace evidente, fue en febrero de este año cuando la UE impuso regulaciones medioambientales tan estrictas que los agricultores salieron a protestar en contra de estas, echando para atrás lo aprobado en Bruselas y cambiando los apoyos empresariales a las medidas ESG. Esto no hubiera pasado si la burocracia europea no hubiera instrumentalizado políticas comerciales, acuerdos internacionales, activismos, clima político o lobby a favor de dichas medidas.

Por ende, es claro que, para la adopción de los ESG, no basta con que las empresas estén comprometidas con los criterios ESG. Si los ciudadanos, los activistas y los políticos quieren que las empresas adopten medidas para la lucha contra la crisis climática, se hace necesario hacer un frente común, cada uno desde su sector, para que este tema gane tracción y se apruebe en el debate público. No solo para que el sector privado adopte esas medidas, sino para que lo adoptado sea sostenible y duradero.

Juan Camilo Clavijo