Desafortunadamente, en el mundo demasiados niños y adolescentes son vulnerados y abusados, particularmente en aquellas comunidades más pobres y excluidas. Estudios del Banco Mundial indican que a nivel global 25% de los niños (edades 15-19) experimentan algún tipo de violencia y 30% de las niñas (edades 15-19) experimentan abuso de su compañero o pareja. Los estudios indican que 50% de la violencia se da en niñas menores de 16 años.
Investigadores de Florida International University (FIU) con sede en Miami han realizado un interesante estudio cualitativo sobre la percepción de seguridad en diferentes espacios por parte de jóvenes adolescentes en la Comunidad de Santa Ana (Isla de Barú) en Cartagena. El estudio busca determinar cuáles son los espacios que son percibidos como inseguros, y los factores que determinan estas percepciones. La escuela, las calles, la cancha deportiva/parque cercano, las residencias y las fiestas del barrio con picó1 son los lugares más frecuentados.
Los jóvenes perciben la escuela como el lugar más seguro por la presencia de adultos con autoridad, y por las actividades protectoras. Las calles y las canchas/parques pueden ser frecuentados por cualquier persona, por lo cual, a diferencia de las escuelas, son percibidos con seguridad mixta (seguras e inseguras). Lo que determina la seguridad no es el tipo de espacio, sino los riesgos de comportamiento (existencia de micro tráfico, drogas, violencia), el nivel de responsabilidad de la autoridad (mentores, líderes, nivel de corrupción de policías), y la fecha y hora (días festivos, noches) que se frecuentan.
Asimismo, los jóvenes consideran sus residencias como de seguridad mixta. Ciertas acciones como castigo físico crean sensación de inseguridad y de temor. Los adolescentes consideran sus residencias como inseguras cuando hay abuso de alcohol y violencia entre los mayores.
Las fiestas con picó son percibidas consistentemente como espacios inseguros. La presencia de alcohol y drogas, y la ausencia de fuerza pública hacen que este espacio, aunque de ambiente demarcado, sea percibido como inseguro por los jóvenes.
Tanto las niñas como los niños consideran que actividades juveniles organizadas como deporte y danzas ayudan a alejar actos violentos. La presencia 1 Equipo de sonido de alto volumen que se utiliza en fiestas de barrio.
de un adulto responsable e idóneo resulta clave para sentirse seguros. Los niños en especial consideran la escuela de fútbol como algo importante en sus vidas por lo divertido y sano. Sin embargo, también se quejan de favoritismos y nepotismo por parte de algunos entrenadores, lo que muestra la importancia de formar mejor a los entrenadores y de garantizar que existan suficientes oportunidades de este tipo de actividades para los jóvenes adolescentes que desean asistir.
En vista de la gran influencia que tienen las personas encargadas de los espacios donde frecuentan niños y jóvenes, se recomienda que estos sean dotados de herramientas y habilidades para construir un efectivo sistema de protección. E inclusive, espacios percibidos inseguros como las fiestas con picó pueden tener mejor percepción si hay presencia de una figura de autoridad confiable.
Todo esto apunta al cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible # 112: lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean seguros, resilientes y sostenibles.
Lo que nadie discute es que cuando los niños viven con miedo no pueden jugar con confianza, ni ser creativos, ni desarrollar sus habilidades sociales, cognitivas y emocionales.
Estudios como el de la Universidad Internacional de la Florida nos ayudan a entender que la seguridad de un espacio no se determina por sus fronteras físicas ni por su diseño, sino por factores como la sensación de inclusión, la presencia adultos responsables capacitados, y el tipo de actividades que se realizan.
Para más información acerca del estudio pueden contactarse con Eduardo De la Vega Taboada al correo [email protected] o en la web delavega-taboada.com.