En el mundo de la salud y el desarrollo infantil, uno de los términos que ha ganado relevancia en los últimos años es la “desintegración sensorial” o “procesamiento sensorial”. Para muchas madres, padres y educadores, esta podría ser la primera vez que escuchan el término, pero para otros, es una realidad con la que lidian a diario.
¿Qué es la Desintegración Sensorial?
La desintegración sensorial se refiere a la incapacidad del cerebro para procesar correctamente la información que recibe a través de los sentidos. Esto puede manifestarse de muchas maneras, como una hipersensibilidad al ruido o a las texturas, dificultad para manejar cambios en el entorno o problemas en la coordinación motora, también una hiposensibilidad que hace referencia a la baja intensidad a la hora de recibir estímulos del ambiente.
¿Por qué se percibe un aumento en los diagnósticos en los niños y niñas?
Si bien la investigación y la comprensión sobre la desintegración sensorial han evolucionado, lo que ha llevado a una mayor identificación de los síntomas y al diagnóstico, hay algunas teorías que podrían explicar este aumento percibido en los casos:
- Mayor Conciencia y Acceso a la Información: Con la llegada de Internet y las redes sociales, la información se comparte y difunde rápidamente. Los padres y educadores tienen más acceso a recursos e información que les permite identificar posibles síntomas y buscar diagnósticos.
- Cambios en la Educación y las Expectativas: Las estructuras educativas modernas, en ocasiones, no se ajustan a todos los estilos de aprendizaje y desarrollo. Esto puede hacer que las diferencias sensoriales se destaquen y lleven a las familias a buscar ambientes más flexibles o adaptativos partiendo de este diagnóstico.
- Ambientes más Estimulantes: Vivimos en un mundo hiperestimulante. Las ciudades son ruidosas, los dispositivos electrónicos son omnipresentes y la vida moderna es a menudo agitada. Para aquellos con dificultades de procesamiento sensorial, esto puede exacerbar o poner de manifiesto sus síntomas.
- Necesidad de un diagnóstico: Sé que no es la más popular pero es viable, explicar qué pasa y por qué mi hijo o hija es diferente pasa por tener un “rótulo” que explique con claridad qué le está sucediendo y por qué es diferente a los demás.
¿Una “Pandemia” de Diagnóstico?
El uso del término “pandemia” en relación con la desintegración sensorial es polémico y puede ser un poco exagerado. Sin embargo, refleja una preocupación real sobre si estamos diagnosticando en exceso a los niños y niñas en lugar de adaptar nuestros entornos para ser más inclusivos y adaptativos.
Hay algunos puntos a considerar:
- Diagnóstico vs. Etiquetado: Si bien es vital reconocer y dar apoyo a los niños y niñas con necesidades sensoriales, también es esencial no caer en la trampa de etiquetar a cada niño o niña que muestra cualquier desvío de la “norma”. Cada individuo es único y tiene su propio ritmo de desarrollo y aprendizaje. Nos parecemos mucho pero no somos idénticos.
- Importancia de la Intervención Temprana: Cuando se identifica y se trata adecuadamente, la intervención temprana puede ser crucial para ayudar a los niños y niñas con desafíos sensoriales a desarrollarse plenamente y a adaptarse a sus entornos.
- Entorno Adaptable: En lugar de intentar que todos los niños y niñas se ajusten a un molde único, podría ser más útil adaptar el entorno para atender a diferentes necesidades sensoriales.
El viaje de cada familia es único, y cuando un hijo o hija muestra signos de ser diferente o presenta desafíos que otros niños no parecen enfrentar, es natural buscar respuestas. Aquí es donde entra la importancia y a veces la controversia del “diagnóstico”. Aunque algunos pueden verlo como simplemente poner una etiqueta en un niño, hay profundas implicaciones y beneficios en comprender y poner nombre a esas diferencias.
Claridad y Comprensión
El diagnóstico proporciona una comprensión clara de lo que le sucede a un niño o niña. No es simplemente un “rótulo”, sino una definición que puede arrojar luz sobre las luchas, los comportamientos y las necesidades de un niño o niña. Para los padres, puede proporcionar respuestas a las preguntas que han tenido, como “¿Por qué mi hijo actúa de esta manera?” o “¿Qué puedo hacer para ayudar?”.
Acceso a Recursos y Apoyo
Una vez que se establece un diagnóstico, abre puertas a una variedad de recursos, tratamientos y apoyos. Puede ser el paso necesario para acceder a terapias especializadas, acomodaciones en el entorno escolar, y otros recursos que pueden ser cruciales para el desarrollo y el bienestar del niño o niña.
Validación de las Luchas
Para algunos padres y madres, recibir un diagnóstico puede ser una forma de validación. Puede ser un reconocimiento de que las luchas que han observado en su hijo o hija son reales y no simplemente un producto de su imaginación o de una “fase”. Esta validación puede ser crucial para las familias que pueden haberse sentido aisladas o incomprendidas por familiares o amigos que no ven o entienden las dificultades que enfrenta su hijo o hija.
Construcción de Empatía y Conciencia
Al entender y poner nombre a una condición o desafío, las familias, maestros y otros miembros de la comunidad pueden desarrollar una mayor empatía hacia el niño o niña. Un diagnóstico puede ser una herramienta educativa que ayuda a otros a comprender las necesidades y experiencias del niño o niña, promoviendo un entorno más inclusivo y comprensivo.
Desafíos del Diagnóstico
A pesar de los beneficios, es esencial abordar la idea de un diagnóstico con precaución. Los diagnósticos deben ser realizados por profesionales capacitados y basados en una evaluación exhaustiva. Además, es crucial evitar que el diagnóstico limite la percepción del niño o niña o defina toda su identidad.
Cada niño o niña es más que su diagnóstico y debe ser visto y tratado como un individuo completo con DIFERENTES habilidades, deseos y talentos.
Pedagoga y Neuropsicóloga