Enhorabuena el Distrito confirmó que vienen cambios en la junta directiva de la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá, ETB. Sin embargo, tuvieron que transcurrir nueve meses de la administración de Carlos Fernando Galán y varios debates de control en el Concejo de Bogotá para que se anunciara esta decisión. Es decir, no se reaccionó por voluntad sino ante un termómetro político.
Además de los posibles riesgos financieros de la compañía y del mal servicio que a diario denuncian los ciudadanos, Bogotá se raja en el funcionamiento de las cámaras de videovigilancia de la Secretaría de Seguridad, en gran medida, por culpa de la ETB. ¿Cuál es la razón? constantemente, la empresa alude fallas masivas de conectividad, razón por la que quedamos a ciegas y desprotegidos. Por supuesto, esto genera que no haya forma de hacer seguimiento a delincuentes o de contar con material probatorio a la hora de judicializar.
Lo más grave de este asunto es que pareciera no haber una intención seria o voluntad para tomar cartas en el asunto, ya que el número de cámaras sin funcionamiento, por fallas en conectividad, ha venido aumentando mes a mes durante este 2024. Mientras que en febrero no servían 358, en agosto ese número llegó a 935.
¿Es esto justo con Bogotá? evidentemente no, y menos si la ciudadanía se rompe el lomo trabajando para pagar sus impuestos y el Distrito contrata el mal servicio de una empresa como ETB, que ha demostrado que la calidad no es su eslogan.
La ciudad ha pagado de 2020 a la fecha más de 197 mil millones de pesos a la ETB por el servicio de conectividad (que generalmente no sirve) para el sistema de videovigilancia y tecnología interoperable del Centro de Comando, Control, Comunicaciones y Cómputo, C4. Ese dinero es el equivalente a construir 36 colegios con capacidad para mil niños y más de lo que cuesta el Bronx Distrito Creativo.
Es vergonzoso que a la ETB se le esté pagando una millonada por un servicio precario y que no funciona como debería. Si nos centramos en los principales puntos afectados, encontramos que son las estaciones de TransMilenio e inmediaciones de instituciones educativas.
Conocí el caso de un colegio en el norte de Bogotá al que un mismo delincuente ingresó a robar en dos oportunidades, pero no pudo ser llevado ante la justicia ya que al momento de solicitar los videos a las autoridades, estas respondieron que no existían debido a que esas grabaciones no pudieron captarse porque las cámaras presentaban fallas en conexión, es decir, estaban allí de adorno.
También es muy cuestionable la transparencia al interior de la ETB. Al consultarles por el número de cámaras fuera de servicio, se limitaron a responder que la información es parte de la reserva del acuerdo de confidencialidad. Háganme el favor. Su presidente, el señor Alex Blanco, debería saber que el convenio es público, se paga con dinero de la gente y, por ende, toda la documentación tiene que estar a la luz.
Sobre esta empresa y sus manejos quedan muchas dudas, sobre todo, cuando el derecho a la seguridad de la ciudadanía se está viendo afectado por su negligencia. Sin duda, es muy importante que se realicen auditorías a los convenios con la ETB, que los entes de control estén vigilantes y que se revisen otros proveedores. Sin embargo, si definitivamente esta empresa no brinda sus servicios adecuadamente, el distrito debe decidir si seguir o no contratando con ellos.
Asimismo, se debe proteger la infraestructura ya que, según argumentan, es por vandalismo que se generan tales fallas de conectividad. En este sentido, ¿cómo está trabajando el Distrito en la desarticulación de bandas de robo de cobre? A esta altura, lo cierto es que el mal servicio de conectividad de la ETB está siendo perjudicial para Bogotá.