Ana Karina Bayter respira profundamente. Me mira y comienza a hablar. Me cuenta sobre el Banco Magdalena, la depresión Momposina, los territorios anfibios y su trabajo en programas sociales y el sector de la salud. “Hay un rezago”, me dice. “Mi territorio no ha tenido las mismas oportunidades que muchos otros”. El Banco es un pueblo con problemas, afectado enormemente por el conflicto armado. Pero hace más de veinte años no vivía un secuestro. Y ocurrió. No solo su hermano fue secuestrado, sino en el mismo mes tres personas más en Ocaña.
Juan Carlos Bayter salió el 18 de octubre para llevar a sus hijos al colegio. Fue raptado por hombres armados en el centro del municipio. Han pasado 20 días sin noticias, y su familia teme lo peor. Inicialmente se pensó que el caso podría haber sido perpetrado por bandas foráneas. “En el Banco no tenemos ese problema”, asegura Ana Karina. “Fue gente de fuera”. La comunidad se movilizó, el Gaula comenzó a investigar, la Oficina del Alto Comisionado de Paz atendió el caso. Luego, silencio. Con el paso de los días y sin recibir ninguna llamada, la familia comienza a temer lo peor, pero aún mantienen la esperanza.
Luego aparece la noticia. El ELN acepta haber secuestrado a Luis Manuel Díaz. Todo cambió de repente para la familia Bayter mientras veían a todo el país solidarizarse y movilizarse por la vida y la libertad del padre de uno de los futbolistas más queridos. En medio de la tragedia y el dolor, surge la pregunta: ¿Vale menos la vida de Juan Carlos? ¿La comunidad de Banco Magdalena? ¿Por qué aún no sabemos nada? ¿Tiene también el ELN a Juan Carlos?
Esta guerrilla dio un paso en falso monumental al volver a secuestrar. Según el comunicado, se infiere que este no es el único caso y que hubo una “orientación financiera” para que el Bloque Norte llevara a cabo secuestros como fuente de financiación. El propio comunicado plantea un problema que el mecanismo de verificación del cese debe estar revisando con rigor en este momento. No existe el término “retención de civiles”, aunque el ELN trate de matizar esas palabras. Es un secuestro y es un crimen, uno de los más sensibles en el país.
Tal vez sin querer, el ELN revela que está buscando otras fuentes de financiación, posiblemente debido a la disminución de la compra de pasta de coca en varias regiones y la reducción de sus ingresos mientras mantienen los costos de la guerra y se enfrentan a las AGC y al Estado Mayor Central (EMC). Sin embargo, esto no importa al país. Por el contrario, volver a secuestrar solo generará un mayor repudio en la sociedad. Puedo asegurar que hoy en día, el secuestro no es bien recibido en ningún municipio o vereda, sea cual sea el actor involucrado.
Al ELN no le queda otro camino que la paz o la descomposición total. El tiempo pasa y las opciones se reducen cada vez más. La ventana que la sociedad colombiana generosamente abrió, junto con un gobierno dispuesto al diálogo, no estará siempre disponible. Tienen tres años en los que su contraparte en la mesa hará todo lo posible para avanzar en la promesa de la paz, pero no a cualquier precio. Este evento se interpreta como un sabotaje al proceso mismo.
Por lo tanto, aprovecho esta columna para preguntarles directamente: ¿Tienen secuestrado a Juan Carlos Bayter? Si es así, les pido en nombre de su familia que lo liberen sano y salvo, así como a todas las personas que tengan secuestradas, aunque no sean famosas. Colombia no merece revivir ese drama, y les aseguro que el argumento de que necesitan financiar la guerra no tiene fundamento ni en las regiones donde operan ni en las ciudades. Deben considerar que, en un proceso de paz, la sociedad misma los acogerá y apoyará, pero es imperativo que cesen las agresiones contra civiles. No saboteen la paz.