Por: León Sandoval
Las especies entrañan per se la fragilidad de sus individuos, condición que en los humanos los hace más responsables frente a la biodiversidad. La Vida en general bien sea humana, animal, vegetal, ameba, protozoaria o cualquiera otra manifestación, es vulnerable bajo cualquiera circunstancia. La Vida siempre ha estado bajo amenaza desde que la naturaleza es naturaleza, desde que el humano aprendió a usar sus manos como instrumento aprehensible y las piedras como herramientas, modelada por el advenimiento de la techné clásica hasta la implementación de nuevas técnicas y tecnologías de la postmodernidad. La tecnología y la técnica se ciernen como espadas de Damocles sobre la existencia de la Vida. La vulnerabilidad de la Vida tiene que servir para reflexionar profundamente sobre la responsabilidad humana en el uso, implementación y desarrollo de la técnica y la tecnología.
Durante los últimos cincuenta años las condiciones de vida han mejorado para los humanos en detrimento de otras especies, hay mayor acceso a alimentos, a tecnologías de comunicación, a la disposición de recursos desechables, incluso a recreación desbordada; lamentablemente ese avance se revierte directamente en la existencia de la misma Vida y sobre el entorno, se talan bosques para cultivar, se emplean semillas genéticamente modificadas, se ha incrementado los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos como las baterías de teléfonos celulares, de carros eléctricos, los desechos espaciales, se arroja basura en zonas silvestres y se destruye la flora nativa con la presencia humana invasora.
A partir del Siglo XIII inició la separación entre ciencia, moral y arte en contraposición a la Antigüedad en la que estaban unificadas por la religión. Surge entonces una nueva acción de dominancia sobre la naturaleza a través de la racionalidad técnico-científica para servirse de ella, explotándola para el beneficio humano. Se inaugura así el proceso de mercantilización de la naturaleza por parte de la especie humana en el marco de la instrumentalización de la ciencia moderna. Aparecen los conceptos de técnica y tecnología que sustituyen el concepto griego de téchne. La técnica contribuye a hacer del Universo una fuente de suministros que pueden ser calculados, extraídos y almacenados convirtiendo a la naturaleza en general y al hombre en particular en reservas de recursos como si se tratase de registros contables.
Para el filósofo alemán Hans Jonas (1903-1993) la ciencia, la técnica y la economía constituyen amenaza para la existencia, y lo que pretendía generar bienestar trae consecuencias desastrosas para el sostenimiento de la vida. El hombre es el constructor de su camino que le permite profanar la naturaleza y avanzar en lo que denomina civilización. Los hombres juegan a ser dioses. El poder del hombre ha desbordado los límites y las esferas del conocimiento, por lo que la ética de la responsabilidad tiene que estar presente las discusiones humanas. Jonas planteó una ética de la responsabilidad para el individuo actual, en el sentido que se debe obrar de tal manera que las consecuencias del acto sean compatibles con el sostenimiento de la Vida humana actual y de las generaciones futuras.
Jonas en su obra El Principio de la Responsabilidad, Ensayo de una ética para la civilización tecnológica (Herder, 1995), estructuró el concepto de heurística del temor, en donde la misma situación del individuo humano le lleva a ser conservado del peligro, y no basta una supervivencia física, sino que debe ser conservado también en su esencia, ese mal que el hombre imagina sirve para descubrir el bien que debe ser preservado y proyectado hacia el futuro.
En suma, la Vida es defendible más allá de la propia existencia humana y su vulnerabilidad. Siempre deberá preferirse un perfecto equilibrio entre el humano, el medio que le rodea y todas las formas de vida que forman la biodiversidad, pese a que hoy el homo faber se sobrepone al homo sapiens. A mayor grado de vulnerabilidad de cualquiera forma de vida, mayor será el grado de responsabilidad que debe ser asumido. Los humanos son responsables directos para con las generaciones presentes y las generaciones del porvenir de la conservación de la casa común que habitan (Me incluyo).