La polémica protagonizada por la presidenta de la Cámara de Representantes, Jennifer Arias y el representante Anatolio Hernández, luego de que la primera le indicara al segundo cómo debía votar el proyecto de Presupuesto General de la Nación, que por esos días se debatía en el Congreso de la República, demostró una vez más la poca vergüenza de los políticos en Colombia.
No puedo decir tácitamente que el episodio fue espontaneo o como dice el Chavo del Ocho, “sin querer queriendo”, pero de lo que si estoy seguro es que de Anatolios están llenos los concejos, asambleas y por supuesto el Congreso de la República, en donde poco se votan proyectos por convicción.
Todos sabemos que mucha de la votación está amarrada a intereses particulares, pactada de antemano con el gobierno de turno, por eso no es raro que proyectos como este, donde vienen artículos que nada tienen que ver con el objetivo planteado como lo es la eliminación de la Ley de Garantías, se aprueben, sin siquiera dar la discusión que se requiere.
No sé si el indicar la manera como un congresista debe votar un proyecto de ley, pueda acarrearle problemas a la presidenta de la Cámara de Representantes, pero de lo que sí puedo estar seguro es que este asunto no puede quedar así. Alguien tiene que hacer sentir su voz de protesta porque no es posible que de manera abierta y descarada, se indique como debe actuar determinado congresista.
Pero insisto, este no es un tema nuevo porque si algo han demostrado los políticos en nuestro país, especialmente los congresistas, es falta de criterio y carácter en el momento de actuar frente a determinado tema de gobierno, proyecto o debate alguno. El mejor ejemplo es el Centro Democrático, donde no importa como piense cada miembro de la bancada, basta con que su líder Álvaro Uribe Vélez diga si o no, para que todos obedientemente actúen según lo indica el jefe.
Otro ejemplo es la senadora Maritza Martínez, quien a pesar de haberle dicho Sí a la paz y de pertenecer a un grupo político que apoyó el proceso de reincorporación de las Farc, en el momento de votar las objeciones a la ley estatutaria de la Jurisdicción Especial para la Paz, le dio gusto al Gobierno Duque, abandonando la plenaria, dejando su cartera en la curul, con la idea de disimular su ausencia. Más adelante se supo del nombramiento de Orlando Barbosa Villalba en Cormacarena, quien fue gerente de la campaña al senado.
Así mismo sucede en el Concejo de Bogotá, donde está Julián Rodríguez Sastoque, una creación de la alcaldesa Claudia López y la senadora Angélica Lozano. El cabildante acostumbra a decir Si a todas las iniciativas que vienen del Palacio de Lievano, no importa si son buenas o malas. Lo importante es obedecer a las ‘patronas’.
Ni hablar de Cambio Radical, partido que como bien sabemos obedece las órdenes de Germán Vargas Lleras. Y por supuesto, la izquierda no se queda atrás, en este caso la Colombia Humana, quien camina hacían donde indique Gustavo Petro.
Son muy pocos quienes pueden hablar o criticar la falta de criterio del representante Anatolio Hernández y la desfachatez de la presidenta Jennifer Arias, porque de Anatalios está llena la política en Colombia en los diferentes escenarios.
Cambiando de tema, espero que el presidente Iván Duque no cometa la ingenuidad de considerar que con la captura de alias Otoniel se debilita el Clan del Golfo porque es claro que la estructura criminal ya debe tener otro jefe.