Terminaron los Juegos Paralímpicos en Paris (Francia) con un saldo maravilloso en medallería para Colombia, 28 medallas, entre las que se cuentan siete medallas doradas. Sudamérica obtuvo 145 preseas, cifras muy importantes y superiores si se les comparan con el medallero obtenido por los deportistas que representaron a los países de la región en los recientes Juegos Olímpicos, también escenificados en la Ciudad Luz; otrosí del valor y temple que muestran los atletas paralímpicos, más allá de los resultados en las justas, son verdaderos héroes. Personas que se sobreponen a la adversidad y muchas veces a la sinrazón para darlo todo en un torneo en pro del verdadero espíritu Olímpico, que no está en ganar, sino en competir con lealtad y honestidad.
Lo demostrado en Paris por todos y cada uno de los atletas que tomaron los partidores en las diferentes disciplinas paralímpicas es digno de admiración, respeto y valoración. Los deportistas paralímpicos son el reflejo de la humanidad proveniente de diferentes lugares del globo terráqueo, diversas culturas, razas, credos de fe y cosmovisiones que comparten historias de vida únicas; historias de superación personal, de dificultades congénitas o surgidas en su transcurso vital. Lo que para el común de los humanos sería el quiebre y la derrota definitiva, para ellos constituye un nuevo reto para darlo todo por la victoria.
El deportista paralímpico es un humano común y corriente avenido en héroe y heroína, que ha sacado su pundonor para transmutar el cansancio físico, la enfermedad y la adversidad en una nueva oportunidad para ante lo desconocido. Tras de un deportista paralímpico hay esfuerzo, dolor, dedicación, sacrificio, llanto y fatiga. Algunas veces son apoyados por las empresas privadas, en otras por los Estados, pero casi siempre son familiares, amigos, entrenadores y personal médico los que hacen posible que personas con dificultades motrices compitan y destaquen en pruebas que los hacen héroes de carne y hueso sin capa, pero héroes de verdad.
Las personas con discapacidad deben enfrentar las barreras que les representa el mobiliario urbano, los retos de la exclusión motriz y de movilidad, la ausencia de escenarios y condiciones particulares para la práctica deportiva y recreativa, pese a ello, logran vencer todos estos obstáculos para estar en la línea de partida. No todos llegarán primeros, no todos estarán en el podio, pero por el simple hecho de estar allí son ganadores, son triunfadores de la vida. Cuando un deportista paralímpico pasa por una pista, una pileta, o una prueba atlética, no se trata de un humano más el que va, es la humanidad entera la que pasa en un acto de grandeza.
Respeto, admiración y reconocimiento para todos y para cada uno de los deportistas en condición de movilidad reducida o limitaciones motrices porque hacen grandioso el género humano. Los estamentos de la sociedad deben prestar mayor atención y apoyo al deporte y a la recreación paralímpica. Este quehacer competitivo da incentivos de vida a personas que normalmente la sociedad margina, les niega su valor y la importancia que merecen. Si se examinase la historia de los 4.400 deportistas paralímpicos que participaron de las justas de Paris 2024, habría allí 4.400 historias de vida diversas y dolorosas, pero en el fondo con comunes denominadores: La pujanza, el compromiso, la enjundia, la disciplina, la resistencia y el éxito. No importa si las marcas de los deportistas paralímpicos son comparables con las de los otros atletas, las marcas de la vida están en sus cuerpos, sus almas y sus mentes. El simple hecho de practicar una disciplina deportiva ya los hace merecedores de la presea dorada de la vida. Gracias al ejemplo de estos héroes, cada vez más y más niños y niñas con dificultades motrices o cognitivas se levantarán para luchar por ser los mejores ¡Enhorabuena Campeones!