El 27 de octubre de 2021 se cumplió un hito importante en la capital del país. Bogotá no reportó ninguna muerte a causa del COVID 19, lo cual es una fotografía alentadora de los efectos de la vacunación masiva, por lo menos en la ciudad.

Bien hizo la Dra. Zulma Cucunubá en su cuenta de Twitter al dejar claro que de esta cifra no se debe inferir que no habrá más en el futuro o que se dejen entonces de reportar las muertes a causa del virus, pero si resulta muy alentador tras un año y medio en el que a diario se reportaron muertes por COVID 19.

Si bien es cierto que esta es una gran noticia, no pude evitar preguntarme una vez más por ¿qué tantas de estas lamentables muertes se pudieron haber evitado?

No olvidemos que tales cifras no son solo números en un papel o en una pantalla, los cientos de miles de muertos que dejó la propagación del virus en el país son al mismo tiempo duelos profundos, hogares rotos, familias desprovistas y otra cantidad de escenarios que no tiene caso numerar.

Ahora bien, “Al Cesar lo que es del Cesar” yo estoy seguro de que miles de estas muertes pudieron prevenirse, pero la falta de voluntad, tanto del presidente como del ministro de salud en el primer contacto del virus en nuestro territorio, lo imposibilitaron.

Como líder de la bancada por la salud pública conozco de primera mano, que llevamos a sus despachos cientos de propuestas que ponían en marcha estrategias preventivas que facilitaran a toda la ciudadanía mantenerse a salvo del virus, pero como ya es costumbre con este Gobierno, no hay peor ciego que el que no quiere ver.

Para la muestra varios botones:

  • La instrucción del uso obligatorio de mascarillas llegó tarde.
  • La inclusión de las mascarillas y los productos de desinfección en la canasta familiar fue rechazada.
  • La distribución masiva de elementos de protección y bioseguridad nunca se puso en marcha.
  • Los protocolos de atención diferenciada para las regiones más apartadas y desprovistas del país también fueron rechazados.
  • La puesta en marcha de la renta básica nunca fue tenida en cuenta.
  • La negociación de los biológicos con las farmacéuticas internacionales se inició muy tarde.
  • El cumplimiento a las metas, propuestas por ellos mismos, en las primeras etapas del Plan Nacional de Vacunación fue nulo.

Es muy fácil sacar pecho hoy, 18 meses y muchos muertos después, y decir que las estrategias fueron un éxito, cuando la cruda verdad que es el país estuvo casi un año totalmente indefenso ante la más grave crisis de salud pública que ha podido enfrentar. Las estrategias no funcionaron (no por nada, el peso colombiano es en este momento una de las monedas más devaluadas en el mundo). No hubo y aún no hay una política clara de promoción de hábitos saludables y mucho menos una política robusta de prevención.

Con eso dicho, claro, celebremos, no bajemos la guardia, pero celebremos, la vacunación debe continuar y será ahora tarea del Ministerio de Salud mantenerse al tanto de la evolución de los biológicos y el posible requerimiento de terceras e incluso cuartas inoculaciones según sea el caso. Sin embargo, no dejemos a un lado que muchas de estas muertes pudieron evitarse y es fácil rastrear a los responsables de que esto no haya sido posible. Países como Brasil han entendido la gravedad de lo que implica actuar de manera tardía en términos de salud pública y así mismo ha tomado medidas contra los responsables.

Así pues, solo me queda reiterar una vez más la invitación a toda la ciudadanía para mantener el uso de las mascarillas en lugares cerrados y de poca ventilación, ya que esto permite mantener controlado el contagio mientras la vacunación sigue surtiendo efecto.

Y a las caras visibles de la Salud Pública en Colombia les recomiendo ser más respetuosas con las personas que se han visto cruelmente afectadas por la pandemia, ni todo el cinismo del oficialismo alcanza para sostenerles la cara cuando afirman que “más vale tarde …”, dejan ver una vez más que no tienen ni la más mínima idea de cuánto le costo este tiempo a la ciudadanía en general.