Ni siquiera llega a duque

Jota Domínguez Giraldo

Una mirada así sea discreta a los últimos sucesos nacionales, impresiona a quienes habitamos este país y se podría decir que Colombia se va tornando irreconocible.

Cuando se buscaban candidatos para la presidencia de la república, el Centro Democrático después de una encuesta decidida por el dedo índice de Uribe, señaló a Iván Duque, quien en los debates mostró gran solvencia y enorme capacidad para dar respuesta a sus contrincantes y fruto también de una seguridad aplastante, los votantes dijeron que era el indicado para superar los problemas – no todos – que a diario le surgen a este país y se creyó que su inteligencia era superior a los problemas. Éste tiene una solución para cada problema, se dijo.

Elegido Duque en segunda vuelta y posesionado presidente, se ha esperado, pacientemente, que ejerza el cargo, que aterrice en el puesto, que ordene y cumpla las funciones como el primer mandatario de la nación, es decir, que aparte de mandar lo que además le corresponde, haga las funciones ordenadas por la constitución y la ley, las que juró cumplir al pie de la letra.

25 meses después, llegó la hora de preguntar si ese juramento se está cumpliendo, pues a la par de su ejercicio el presidente pone en juego su palabra jurada; es un compromiso que se hace frente a sus ciudadanos y sus palabras y actos dan origen a la gobernabilidad, es decir, al respaldo que le podrían ofrecer los colombianos al mandatario de turno.

Si se probara que ese juramento ha sido fementido, un juramento en vano o falso, ocasionaría el disgusto popular y hoy se pregunta Colombia por qué si el candidato Duque que era tan bueno respondiendo con excelentes argumentos en los debates, ahora se muestra tan lento para salir a responder lo que en calidad de ejecutivo debe darle al país, y además se le pide salir a responder para apagar cada incendio que a diario se presenta.

Las funciones del Presidente de la República se las entrega el artículo 189 constitucional, que le dice en 28 numerales lo que debe hacer como jefe de Estado, jefe del gobierno, suprema autoridad administrativa, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas y Director de las relaciones internacionales. No es más.

Un repaso a ese listado nos dice que estamos muy lejos de tener un buen presidente.

El tiempo que no se deja engañar por nadie, va descubriendo a cada paso las verdades.

Nuestro presidente Duque está muy bien informado de todo lo que pasa en Venezuela; está muy ocupado analizando las elecciones de Estados Unidos, país adonde quiere llegar con buen puesto apenas termine la presidencia; muy atento se encuentra atendiendo diariamente transmisiones de televisión que no es lo mismo que un trabajo que enfrente el coronavirus, y con franqueza, siento una decepción profunda porque veo todos los días a Duque con el vestido de gobernante, pero le falta lucir el de presidente y mucho más lejos está de ponerse el de estadista.

Iván Duque ha tenido la oportunidad de ponerse los vestidos de presidente y estadista y lucirlos en una época como la que atravesamos.

Mano firme y corazón grande le ha faltado para manejar el tema de las fuerzas armadas y poner orden en ese desorden tan espantoso que han armado los generales; debería tener voz fuerte y sin temblores para condenar las masacres que hoy se volvieron normales; no le fluyen palabras precisas para disculparse ante el país por las actuaciones de policías y soldados que se salieron del mando; debería decirle a los ministros que las reformas no las hagan a escondidas, sin participación de la gente y que hagan su trabajo de frente al país y también le ha faltado exigirle a sus funcionarios que sean personas de carne y hueso y no solamente miembros de una logia que cada vez más se aleja de la comunidad y sus problemas, con la complacencia del mandatario.

A los colombianos les gusta el presidente que sale a dar la cara en persona y no en los programas diarios de televisión; les gusta que salga a enfrentar la situación para resolverla, a decir aquí estoy y esto lo vamos a arreglar; a explicar que esto no volverá a suceder; a decir que castiga y realmente castiga; a decir que va a sancionar y realmente sanciona. Eso gusta. Eso es autoridad.

Pero el colombiano condena que temas como la muerte de la transgénero Juliana Giraldo, víctima de la irracionalidad y la irresponsabilidad de un soldado, hayan sido tan mal tratados por el Comandante en Jefe de las fuerzas Armadas, es decir, por Duque; tampoco se le aplaude que después que los policías asesinaran a un abogado se vista de policía para expresar solidaridad con ellos; ahí la solidaridad era con la víctima; al colombiano no le gusta que le griten pero no le molesta que lo ordenen; al colombiano que de por sí es desordenado le molesta la falta de mando, la falta de autoridad y ahora siente que el país está descuadernado y sin timonel. Lo que se alcanza a ver es a un piloto ciego manejando un avión; mucho cuento sería que lograra despegar.
Pese a que hoy tenemos un gobernante llamado Iván Duque, nos hace falta un presidente y un estadista. Y ya nos fuimos así hasta las próximas elecciones que ya casi empiezan a cocinarse con los temas que Duque está poniendo a la vista y que son todos aquellos que ha dejado de hacer como presidente.

Ansío como todo colombiano que Iván Duque mejore sus actuaciones como presidente, voté por él pensando que podía estar por encima de sus rivales políticos, he esperado que lo demuestre, hasta que por fin quebró mi resistencia.
Si el apellido del presidente de Colombia hubiera sido tomado de la nobleza y su forma de administrar este país le sirviera para calificarlo con un título de la nobleza, donde existe el duque, el marqués, el conde, el vizconde, el barón y el rey o la reina, nuestro presidente difícilmente sería calificado como un duque, y eso le pasa porque todavía no sabe qué hacer y cómo complacer a sus electores.

Estaba bien preparado para los debates, pero no para gobernar. Y se ganó los debates pero nos ha mostrado su gran incapacidad. Y como ya dije, los colombianos queremos buenos gobernantes y buenos presidentes y no solamente buenos candidatos. Imagínense que ni siquiera un duque nos sirve.

@JotaDomnguez3