Veo a miles de personas buscando trabajo y siempre he creído que esa es una tarea titánica. Armar la hoja de vida, participar en procesos, activar la red de contactos, hacer llamadas, etc., etc., etc. La lista es larga y de acuerdo con los mismos expertos en selección de talento, “buscar trabajo es un trabajo de tiempo completo”. Creo que lo básico en la búsqueda laboral no ha cambiado mucho y se mantiene el gran reto de llegar en el momento oportuno, no desfallecer ante la primera puerta que se cierra y mantener muy claro el norte al que se quiere llegar.
En ese sentido encuentro que muchos profesionales creen que saben manejar entrevistas y llegan a improvisar. Me imagino que parten del equivocado supuesto de “¿qué puede salir mal? Si vamos a hablar de mí.” Ese es precisamente el más crudo error, pensar que, porque vamos a hablar de algo que creemos ‘básico’, no necesitamos prepararnos. Toda puesta en escena requiere un mínimo de preparación y hacemos mal dejando algo tan importante a la suerte.
Las personas que improvisan pueden caer en grandes incoherencias, no dejar claros sus objetivos, evadir temas críticos y pasar de alto por puntos que son fundamentales para la persona que los está ‘evaluando’. Además de esto, hay que tener presente que una entrevista genera nervios, es una situación a la que habitualmente no nos enfrentamos y fácilmente podemos empezar nuestra intervención, diciendo justamente lo que nunca hubiéramos querido decir, empleando frases que podrían parecer irrespetuosas o creando situaciones incómodas para nosotros o para otros.
Preparar una entrevista no es difícil, pero como todo, requiere práctica. Además, existen muchas ayudas guía en internet, pero mi recomendación es recurrir a puntos básicos, que usamos mucho en entrenamientos a voceros y capacitaciones para la elaboración de discursos. Hay que partir por entender qué estamos comunicado cuando hablamos. Debemos saber cómo nos vemos cuando intervenimos. Cómo acompañan tanto mi cuerpo como mis expresiones, los mensajes que estamos dando. El ideal es lograr sentirnos cómodos con nosotros mismos y buscar la mayor naturalidad posible.
Con esto en mente es importante saber cuáles son las cualidades que tengo como profesional que pueden ser de interés para otros. Pueden no ser muchas y más aún si soy un estudiante recién graduado que estoy empezando mi vida labora, pero es importante identificar estos puntos. Nadie podrá verlos sino soy capaz de explicarlos. Luego tenemos que poder exponer esas cualidades de forma resumida e idealmente en tres grandes ideas, que sean de fácil recordación y que me permitan traerlas a mis intervenciones de manera recurrente. Este trabajo puede tomarnos tiempo, pero será un ejercicio valioso que dará estructura y orden a mis ideas, claridad en lo que debo expresar y por lo tanto firmeza a mis respuestas.
Finalmente recomendaría que toda persona que va a enfrentar una entrevista busque las típicas preguntas que aún hoy, se hacen en esos encuentros. Mis respuestas deben estar preparadas en función de una serie de preguntas que podrían llegar. Créanme, son pocas las personas que hacen este simple ejercicio y quedan sorprendidos por la pregunta que nunca vieron venir.
Recuerdo que todos estos puntos, que hoy incluyo cuando entreno equipos de vocería o directivos, me los dijo hace 18 años un viejo zorro del talento humano, mientras salía por la puerta y cerraba la que creí había sido una buena entrevista laboral: “… y la próxima vez prepara tu entrevista, hoy parece que tuviste suerte”.
KREAB Colombia