¡Qué en esta Navidad no haya ni una desaparición más, nunca más!

A 11 días de terminar el año, en la ciudad de Medellín, en la comuna 13, en el sector de La Escombrera, la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas y el Instituto Nacional de Medicina Legal realizaron un hallazgo tenebroso. Este descubrimiento se da en el marco de la investigación adelantada sobre los 502 casos registrados como desaparecidos entre los años 1978 y 2016.

Este sector fue uno de los sitios de ajusticiamiento utilizados por los capos del narcotráfico, como Pablo Escobar, para mantener el orden y el control, sembrando el terror y sometiendo a la población a sus órdenes. Con este hallazgo, se reafirma la existencia de la escuela de sicarios más grande del país. En esta zona también actuaban los paramilitares del Bloque Metro de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU), liderados por alias “Doble Cero”, así como las milicias de las FARC y el ELN. Posteriormente, la violencia se agudizó con la presencia de Diego Murillo Bejarano, alias “Don Berna”, comandante del Bloque Cacique Nutibara, quien, antes de ser extraditado, declaró ante las autoridades que en la comuna 13, incluyendo ‘La Escombrera’, habría al menos 100 fosas comunes. Según la Fiscalía, hasta la fecha se han encontrado 14 fosas, de las cuales solo se han identificado ocho cuerpos, lo que pone en evidencia que si pasó algo tenebroso y la aparente complicidad de la fuerza pública en estos crímenes.

Lo cierto es que, a pesar de la participación activa de la comunidad mediante movilizaciones y denuncias sociales, las autoridades de años anteriores no asignaron el presupuesto ni tenían la voluntad política para investigar y esclarecer estos hechos. Pero este hallazgo representa una esperanza para cientos de familias en Medellín que todavía esperan encontrar a sus seres queridos. Se estima que, con los tres restos óseos encontrados en este lugar, después de tres décadas de búsqueda, existe suficiente evidencia para ampliar el polígono de investigación, lo que permitiría acercarse más a la verdad y a la justicia. Se espera que la lentitud en las investigaciones y la burocracia que han mantenido a miles de familias en la incertidumbre sobre el destino de sus familiares desaparecidos se acabe y pronto aflore la verdad y los restos para poder darles descanso eterno.

Para la comunidad de la comuna 13, La Escombrera ha sido un lugar de constantes denuncias por parte de familiares de desaparecidos y organizaciones sociales. Este lugar ha sido señalado por la misma como un sitio de enterramientos clandestinos, donde, según se ha dicho, muchas personas fueron detenidas, torturadas, ejecutadas e inhumadas y se utilizó su condición de botadero de escombros para ocultar los cuerpos.

Los familiares de los desaparecidos han resignificado este sitio como el lugar de la memoria, donde se realizan actos simbólicos para exigir la búsqueda, la verdad, la justicia y el camino a la reparación. Este es un espacio de esperanza para encontrar los restos de sus seres queridos y este lugar invita a reflexionar sobre las relaciones entre el conflicto, la violencia y la necesidad de iniciar un proceso de preservación de la memoria. Sin embargo, esto solo será posible si se supera la fase de hallazgos, se reconstruye los hechos y se sabe la verdad, para que haya justicia y se dé la reparación como garantía de no repetición, entregando reitero los restos humanos a sus familias.

Desde hace 22 años, se llevaron a cabo operativos militares en esta comuna como la operación Orion y es momento de reconocer que los hechos narrados sobre este territorio son verdad, ya que ella misma lo ha vivido y siempre lo ha señalado como el lugar de enterramiento de personas desaparecidas. Las investigaciones de Ong como CINEP reflejan que hubo 80 civiles heridos 17 bajas cometidos por la fuerza pública 71 personas asesinadas por paramilitares las AUC, 12 personas torturadas 92 desapariciones y 370 detenciones. Esta operación ha sido cuestionada por las víctimas civiles que dejó, el gran número de desaparecidos y ejecuciones extrajudiciales quien según testimonios de la comunidad muchas de ellas fueron arrojadas a la escombrera por miembros en conflicto.

Hasta hoy sigue vigente la orden de excavar en la zona y hacer todo lo posible por encontrar la identidad de estos crímenes de lesa humanidad. La comunidad afectada, y representada por colectivos como Mujeres Caminando por la Verdad, consideran este hallazgo como un avance significativo en su lucha. Luz Elena Galeano, una de sus líderes, expresó:

          “Este es un logro muy importante para nosotras, las víctimas, gracias a nuestra participación activa y al trazado de propuestas y diálogos con las instituciones competentes en la búsqueda, es un gran logro después de 22 años de lucha y resistencia”.

En muchas ocasiones, Luz Elena fue descalificada y llamada loca, intensa y desocupada, le decían allá no hay nada, por favor no venga más que nos hace perder tiempo, ocúpese mujer. Sin embargo, su perseverancia demuestra la valentía de las mujeres que no dieron su brazo a torcer ni se callaron, manteniendo viva la esperanza de hacer justicia y honrar la memoria de sus seres queridos. Cómo siempre son las mujeres, las que luchan, las que buscan, las que desde su corazón quieren la verdad y hoy la están encontrando.

Es fundamental que haya un proceso de reparación para estas familias, pero también para miles de personas que fueron engañadas con dictámenes que aseguraban que en este lugar no había muertos ni desaparecidos, entre esos nosotros y nosotras que somos parte de esta sociedad, que creció engañada con una falsa seguridad democrática.

Con este avance de la justicia, el compromiso es aún mayor para construir una sociedad diferente, en la que las expresiones sistemáticas de violencia no tengan cabida ni sean motivo de apología. Son las mujeres quienes lideran esta lucha: madres que lloran, hijas que sufren, compañeras que sienten y que no se cansan de pedir justicia, gritando con vehemencia ¡Nunca Más!

En esta navidad estos hechos representan una luz de esperanza para estas familias. Ojalá sea el inicio de un cambio real, en el que el nacimiento del Niño Salvador traiga paz a nuestros hogares y prosperidad a nuestras comunidades en Colombia, y también a Palestina.

Marcela Clavijo