La crisis climática está agravando los incendios descontrolados en varias partes del mundo. Este septiembre, Colombia enfrenta una crisis debido a los incendios en varios puntos del país, que han consumido cerca de 23,000 hectáreas solo en lo que va de este mes. En su más reciente reporte, la Unidad Nacional de Gestión de Riesgos y Desastres (UNGRD) informó, el 19 de septiembre, que se registran 22 incendios activos y 6 controlados. A medida que las llamas devoran vastas extensiones de tierra, el país enfrenta una emergencia ambiental y social. (El País, 19 de septiembre de 2024).
Nos estamos acostumbrando a este tipo de noticias en Colombia, donde miles de hectáreas se ven afectadas por las llamas. Sin embargo, si miramos este problema a nivel continental, la situación es aún más crítica:
“En general, la sequía de 2023-2024 es la más intensa, duradera en algunas regiones y extensa de la historia reciente, al menos en los datos desde 1950”, afirmó Ana Paula Cunha, investigadora de sequías del Cemaden.
El mayor número de incendios este mes se registra en Brasil y Bolivia, seguidos de Perú, Argentina y Paraguay, según datos del Inpe. Los incendios inusualmente intensos que azotaron Venezuela, Guyana y Colombia a principios de año contribuyeron al récord, pero en gran medida han remitido. (The Japan Times, 13 de septiembre de 2024).
A nivel global, la situación es igualmente preocupante:
Algunos residentes de la ciudad de Faenza acababan de terminar las reparaciones de sus casas tras las devastadoras inundaciones de 2023, cuando sus propiedades quedaron nuevamente sumergidas esta semana. (Euronews, 20 de septiembre de 2024).
Ya sea por agua o por fuego, el cambio climático tiene efectos graves en nuestras vidas. Antes, estos fenómenos seguían ciclos más predecibles, pero hoy nos enfrentamos a lluvias o sequías que duran más de lo esperado.
Entonces, la pregunta es: ¿es suficiente lo que estamos haciendo en términos de ESG? Creo que la respuesta es sí y no.
¿Por qué sí? Las inversiones, las operaciones, el trabajo con proveedores, la misión/visión y el cumplimiento normativo (compliance) son ejemplos de cómo las empresas pueden incorporar los criterios ESG. Por ejemplo, si las inversiones siguen lineamientos claros para apoyar iniciativas de lucha contra el cambio climático o de adaptación, el impacto es significativo, ya que motiva al mercado a moverse en esa dirección.
¿Por qué no? Comunicación, reportes y marketing son áreas donde los ESG pueden quedarse encasillados, sin impactar otros sectores de la empresa donde realmente pueden marcar una diferencia en su entorno. No basta con que los ESG queden en un cartel bonito o en un comercial, lo que puede ser una acción de greenwashing.
En el contexto de ESG (Environmental, Social, and Governance), algunos mencionarán los alcances (scopes) 1, 2 y 3, que se refieren a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) generadas directa e indirectamente por una organización. Estos se dividen según su origen:
Scope 1 (Emisiones Directas): Son las emisiones que una organización genera directamente en sus instalaciones o por su flota de vehículos. Ejemplos incluyen la combustión de combustibles en calderas, vehículos o procesos industriales.
Scope 2 (Emisiones Indirectas por Energía): Son las emisiones asociadas al consumo de energía comprada, como electricidad, calefacción o refrigeración, que provienen de fuentes externas. Aunque la organización no genera directamente estas emisiones, las causa a través de su consumo energético.
Scope 3 (Otras Emisiones Indirectas): Son las emisiones indirectas que provienen de toda la cadena de valor de la organización. Incluyen el transporte de bienes, viajes de empleados, uso y disposición de productos vendidos, y emisiones de proveedores. Este es el alcance más amplio y difícil de cuantificar, ya que abarca una variedad de fuentes.
En el mejor de los casos, las empresas llegarán al scope 2, pero difícilmente al 3, porque en este límite se vuelve difuso. No está claro quiénes son los aliados para lograrlo, si se reemplaza al Estado en algunas de sus funciones, cómo se cuantifica, los medios disponibles y los costos involucrados.
Sin embargo, es en este punto donde se puede evaluar la efectividad de los ESG en el actual contexto global. Es evidente que, al ritmo actual, los criterios ESG y las acciones tomadas no son suficientes para detener o, al menos, ralentizar la destrucción del planeta.
Es necesario que el sector empresarial (al igual que los gobiernos) tome medidas concretas para que los ESG se conviertan en un vehículo verdaderamente efectivo y que cumpla su propósito de crear las condiciones necesarias para la protección del planeta.
Si seguimos con el ritmo actual, los costos serán altos:
Las pérdidas económicas causadas por las últimas inundaciones en Europa central son significativas. Las primeras estimaciones indican que el costo de las inundaciones actuales podría superar los mil millones de euros, pero aún no se ha calculado el monto exacto, ya que las lluvias torrenciales de la tormenta Boris siguen azotando la región, dejando un número creciente de muertos y daños considerables.
Una estimación sugiere que la factura podría oscilar entre varios cientos de millones de euros y más de mil millones de euros, informó Reuters, citando las primeras estimaciones de la agencia de calificación crediticia Morningstar DBRS. (Euronews, 18 de septiembre de 2024).
Los gobiernos serán incapaces de cubrir los daños. Las empresas deberán planificar acciones para que los costos de estas catástrofes naturales no frenen su crecimiento ni interrumpan sus operaciones, así como para mantener su base de clientes. ¿Los ESG están logrando esto?
Los criterios ESG son una excelente medida para comenzar a trabajar por la sostenibilidad y el aspecto social de las empresas. Sin embargo, son solo el comienzo del camino. Tienen el potencial para ser el medio ideal para complementar los esfuerzos públicos e individuales con miras a la protección del planeta.