No puede ser que a los problemas de mala convivencia que tienen las ciudades en Colombia, se sume uno más que debería ser más bien la solución: hablo de la Policía Nacional.
No culpo a la ciudadanía que protestó y hoy siente desconfianza hacia la Policía Nacional, al fin de cuentas, la misma institución se le ha ganado con el mal proceder, no de algunos, sino de muchos de sus miembros que toman el uniforme para abusar de su investidura como agentes del Estado.
Fue posible conocer el mal trato hacia Javier Ordóñez que provocó su muerte, gracias a que la tecnología de hoy día permite grabar lo que ocurre en las calles a través de un celular. Sin embargo, vale la pena preguntarse por lo que ocurre en los momentos en que no hay teléfono que registre los hechos.
Si la Policía desea ganarse el cariño y la confianza de una ciudadanía que hoy le mira con prevención y rabia, va a tener que trabajar en pro de esa causa, y el Presidente de la República, su máxima autoridad, tendrá que ayudar.
Es de lamentar que el primer mandatario no considere la idea de asistir al acto de reconciliación que convocó la alcaldesa de Bogotá, cuando como autoridad máxima de la Nación, tiene la obligación de velar porque exista un buen entendimiento entre el colombiano del común y las instituciones.
A quién más le convienen estos actos, es al presidente de la república porque le hacen ver cercano al ciudadano, pero me da la impresión de que prefiere estar encerrado en el Palacio de Nariño, para solo mostrarse ante las cámaras de televisión todas las tardes, hablando sobre una cantidad de cosas que a las personas ya les suena a paisaje, porque hoy están preocupadas por levantarse de la crisis que trajo a sus casas el Covid-19 y poco les interesa los discursos oficiales en donde no se dice nada nuevo y todo se reduce a balances.
Lo que los ciudadanos quieren y desean es ver a su primer mandatario cercano a ellos, trabajando porque los cuerpos oficiales de seguridad se encarguen de velar por su tranquilidad, sin necesidad de agredirlos y mucho menos de acabar con sus vidas.
Fue lamentable ver los videos que mostraban a los policías disparando a los presentes en las manifestaciones, sin tener en cuenta que alguna bala podría impactar y acabar con la vida de algún individuo, como evidentemente sucedió.
Si hoy la Policía Nacional está en el ojo del huracán, es por el mal procedimiento de muchos de los miembros que la conforman, así es que señores o se controlan o los controlan. Tenga en cuenta una cosa: hoy la gente no traga entero y el respeto que algún día se les tuvo, la misma Policía se ha encargado de minarlo.
Lo que menos le conviene a la Policía Nacional como institución, es quedar con la imagen de que es un organismo del Estado sin control, dónde cada quien hace lo que viene en gana.
*Yamile Vanegas
Directora
Fundación Acuerdos Por la paz