Recuerdo a la perfección el día que murió Hugo Chávez, en aquel entonces yo vivía en mi Barranquilla querida y frecuentaba con mis hijos el parque de Venezuela, un delicioso parque que escondía miles de atracciones para niños, de esas que hacen ruido, te aturden la cabeza y te dejan seco el bolsillo. Todo un martirio para padres.
Dos días después de nuestra última visita murió el pájaro y yo, madre despiadada, les dije a mis hijos que el parque estaba de luto y que lo habían cerrado porque había muerto ese señor. La vida quiso que nunca volviésemos, a cambio me regaló muchos amigos de ese país cálido de alma caribeña.
Las ilusiones de recuperar la democracia pronto quedaron mermadas, en aquel entonces aún había dinero para mantener el régimen, engañar a los pobres y darles falsas esperanzas, además, la oposición era caótica y desorganizada. Diez años de narcodictadura comunista, de delirios de un chandalero que veía en los pajarillos a su amigo muerto, diez años de éxodo hacia países fronterizos, hacia países hermanos, diez años de sandeces retransmitidas en televisión, narcotizando a un pueblo cada vez más pobre en recursos, en derechos, en democracia.
Diez años ha tardado en organizarse la oposición y plantar cara al régimen y aunque lo de Juan Guaidó fue un simulacro, poco respaldado por Europa y el resto de Occidente, parece que por fin hay un rayo de esperanza. Al menos, la oposición está aunada y ha podido hacerse con las actas de las votaciones y ha demostrado que ha ganado las últimas elecciones – siempre nos quedará la duda de cuántas elecciones habrían ganado si desde el principio hubieran luchado juntos -.
Un huracán con nombre de mujer
Vetada en el último momento, habiéndose recorrido su país de punta a punta, hablando con todos, de todo. Una huracán astuta y femenina, María Corina Machado, le planta cara al autócrata, al dictador que vive en su fortaleza y que desde hace un mes se agarra a ese asiento presidencial de un modo indigno, ruin, rapaz.
Ella es la que ha sabido aunar a todos. Proponer a un presidente – Edmundo González, felicidades Edmundo que hace días cumpliste años- y la que día a día, desde su refugio alienta a los soldados de la Salamina venezolana a que resistan el embiste de la bestia que no quiere dejar el poder y devolver la democracia al pueblo.
Esa bestia que lleva un mes usando la fuerza y la sinrazón para detener, torturar, secuestrar, encarcelar a todo el que se le oponga a ella. Como Perkins Rocha, abogado y asesor del huracán Corina, amigo personal, coordinador jurídica y compañero de la causa por la libertad de Venezuela. Pero también han desaparecido Luis López, Jean Carlos Rivas, Juan Iriarte, Freddy Superlano, Biagio Pilieri y su hijo Jesús, y como todos ellos, cientos, miles de personas valientes que son arbitrariamente hechas presas de este régimen perdedor, que tiene como ministro de interior al narcotraficante Diosdado Cabello, buscado por EE.UU, cuya cabeza cuesta la nada despreciable cifra de diez millones de dólares. Pero aun así y con todo el viento en contra María Corina Machado no pierde la esperanza y junto a ella están la mayoría de los venezolanos, los que luchan desde dentro y los que desde fuera se hacen eco y desean volver a su país para volver a hacerlo grande.
España apesta como Maduro
Un mes después de las elecciones presidenciales, los países amigos del régimen han pasado de felicitar al dictador a querer mediar en una transición democrática. Colombia, Brasil, México… empiezan a tomar posiciones distantes de esa izquierda venezolana, ya arruinada y apestada, y como si se les fuera a pegar la mugre exigen al narcodictador que entre en razón, que reconozca los resultados, que deje la violencia abierta en las calles, la arbitrariedad de las detenciones.
La ONU, Chile, Estados Unidos… Reconocen el fraude de Maduro y España, hermana mayor de Venezuela, se llena de vergüenza al no ser capaz de sostener, ni alentar, ni refrendar la voluntad del pueblo venezolano.
No logro entender si ese silencio gubernamental se debe a la torpeza de la izquierda, de toda la izquierda, o si es fruto de la complicidad que hay entre Nicolás y la pandilla de pusilánimes que nos gobiernan en este momento, con Rodriguez Zapatero a la cabeza.
A lo largo de los últimos diez años hemos sabido que ideólogos de izquierda comunista y socialista españoles han dado aliento y agitado el fuelle para que la narcodictadura de Venezuela siguiera adelante. De esas relaciones están nuestros tabloides llenos de portadas y los juzgados tienen alguna que otra “maleta” de documentos a la espera de diligencias.
Es terrible la complicidad de la izquierda en este asunto, patético el silencio de nuestros políticos progresistas, del gobierno entero que no sólo no sabe reconocer que ha perdido el comunismo, el socialismo venezolano, sino que carece de moral al no condenar la violencia que hoy sufre el pueblo venezolano.
Toca recordar a nuestros gobernantes que España es voz de toda Hispanoamérica en Europa y que, si se producen injusticias y se callan, si nadie dice nada, Europa guarda silencio, no se posiciona y la presión internacional sobre el dictador disminuye y no se verá obligado a deponer el poder, a trasladarlo a su legítimo dueño, el pueblo, representado en Edmundo González y pasará como ya pasó, que el dictador impondrá su voluntad a base de más violencia.
Al gobierno español se le está pegando la mugre, los aires de dictadura, la imagen de arbitrario y poco capaz. Menos mal que el gobierno pasa y que el pueblo español, el de bien, sigue un mes después invadiendo las redes con mensajes de apoyo a sus amigos, hermanos y familiares, pues entre los españoles podemos contar que cerca de medio millón son venezolanos y nosotros sí nos posicionamos, del lado de la verdad y la libertad de Venezuela.