Sólo se pide sentido común, no es tan difícil

La gente tiene claro qué es y lo que representa el sentido común en sus vidas. Una simple guía de acciones y pensamientos que nos ayudan a tomar lo que pensamos son las mejores decisiones. Veamos unos ejemplos en nuestro día a día:

Sentido común es no caminar hablando por teléfono en el barrio más peligroso de su ciudad a las 11 de la noche. Sentido común es no hacer un chiste sobre el muerto en el funeral de un amigo o familiar. Sentido común es comer cuando se tiene hambre e irse a la cama cuando se tiene sueño. Hay un amplio consenso en que es sentido común buscar la felicidad, o distanciarse de las personas que consideras tóxicas, aburridas o con las que no se tiene nada en común.

Y así podríamos seguir con infinidad de situaciones cotidianas que nos identifican a todos. Porque el sentido común, no es sino el conjunto de principios, valores y comportamientos comunes a una sociedad a partir de vivencias personales, y que nos han llegado de generación en generación.

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Alejados de la realidad

¿Y por qué si la mayoría de personas tenemos tan claro que es el sentido común, los que nos gobiernan, en muchos casos, están tan alejados de esta realidad básica? A mi juicio, la primera razón se debe, precisamente, a su alejamiento de la calle. Viven en sus mansiones de cristal. Escudados en sus equipos de asesores, sin pisar los barrios, las plazas de mercado, el transporte público por las mañanas… No saben ni quieren saber lo que le preocupa realmente a la gente.

Los políticos de ahora legislan para premiar a una inmensa minoría en contra de la siempre mayoría silenciosa. Confunden el respeto a la diversidad con la penalización al grupo social más amplio. Eso, no es sentido común. Los políticos de ahora castigan al que se esfuerza, al que trabaja, al que emprende; y premia al perezoso, al mediocre o, incluso, al que delinque. Confunden proteccionismo con asistencialismo estructural. El político de ahora quiere eliminar las tradiciones; arrincona al campesino de su país y privilegia al de otro continente mientras que, paradójicamente, se le hincha el pecho diciendo que es amante de la naturaleza; asfixia al empresario, pero quiere los recursos que genera éste para pagar las políticas públicas. Todo es un sinsentido. Todo es muy alejado de la realidad.

La mayoría

Personalmente, no creo sea verdad esa frase que dice que el sentido común es “el menos común de todos los sentidos”. La mayoría de la gente no sólo se guía por el sentido común, sino que además se extraña y cada vez más desconfía de estos políticos burbuja, que no lo aplican. De ahí la creciente desafección de la sociedad civil con la casta política.

La política es muy peculiar, y el sentido común, esencial para su aplicación porque es una ciencia práctica. Sentido común en política es, por consiguiente, tomar el camino más racional, adoptar la decisión que se ajusta al interés de la mayoría. Sí, y casi siempre es la decisión la más simple. Y por ser simple no se entiende que sea mala. Al contrario, los políticos son muy dados a enredar las cosas para que la gente no entienda y así dar la sensación de que son más importantes de lo que realmente son.

Y a mi juicio el otro motivo que evidencia el alejamiento del político y el ciudadano es por la simple confrontación de intereses. Personales y partidistas. Corrupción. Presiones de lobbies que los seducen. Lobbies que lógicamente miran por su propio beneficio y no por el general de la sociedad. Tan viejo como el origen de la civilización, y sin atisbo de cambio por ese lado.

Control al poder

La política del sentido común, en este mundo de Fake News y polarización, pasa hoy por construir alternativas de comunicación más amplias, lejos del poder, y buscar un acercamiento entre los ciudadanos y su elite dirigente. Establecer mecanismos y herramientas más eficaces en la fiscalización del poder. Que sepan lo que queremos, que sientan que no pueden hacer lo que les da la gana.

Nadie en la historia como Platón ha sintetizado mejor el sentido del arte de hacer buena política. Platón sostenía que “las sociedades que valoran el sentido común, tienen una democracia profunda”, porque “el sentido común está al alcance de cualquier persona, desde el más culto hasta el más analfabeto”.

Ojalá entre nuestros líderes hubiera más ‘platones’ y menos demagogos y aprendices de tiranos. Líderes que tengan más en cuenta a la gente y sus necesidades, y no que sólo ‘bajen’ al transporte público una vez cada cuatro años en campaña para pedir nuestro voto. No es tan difícil si se aplica algo de sentido común.