Sonido de Libertad es el título de una película producida por el mexicano Eduardo Verástegui (1974), coproducida por el estadounidense Mel Gibson (1956) protagonizada por Jim Caviezel (1968) mejor conocido por protagonizar también La Pasión de Cristo, y la joven colombiana Cristal Aparicio (2006), que fue filmada hace más de cinco años en locaciones de Estados Unidos, México y Colombia, y debido al tema tan polémico que aborda, la trata de niños y niñas con fines sexuales, tuvo muchos obstáculos para llegar a las pantallas de cine y plataformas digítales, hasta que finalmente pudo ser estrenada recientemente a nivel mundial y esta semana en Colombia.
La película aborda de manera cruda y directa la problemática que gira en torno de la pederastia, cómo niños, niñas y adolescentes centroamericanos y en general latinoamericanos son utilizados como moneda de cambio y destinados a servicios sexuales por plataformas digitales, en situaciones directas que involucran a todo tipo de pederastas desde grandes empresarios, turistas, organizaciones criminales e incluso grupos armados al margen de la ley.
La película hace un recorrido denunciando como en Centro América son raptados niños, niñas y adolescentes para la prostitución infantil y luego son remitidos a diferentes países del mundo como Estados Unidos, de Europa y por supuesto, Colombia no podía ser la excepción. La película más que una obra de arte, es una denuncia fílmica sobre la prostitución infantil y sobre como los seres más indefensos de la sociedad: Nuestros niños desde su más tierna infancia pueden ser explotados en servicios sexuales varias veces al día y por períodos de más de diez años. Cruda realidad que muchas personas se niegan a aceptar y reconocer como uno de los problemas más graves en el mundo, y los grandes estudios de cines prefieren dar vía libre a producciones más suaves e irreales.
Ejemplo de lo anterior es la película de Barbie que recientemente vio la luz en las salas de cine para enviar mensajes que van en contra de toda realidad, que tienen una carga de estupidez y tratan de distorsionar la realidad para embelesar a cientos de espectadores en el mundo por medio de publicidad. Donde los diálogos son tan vacíos e inanes que terminan direccionando toda una niñez y juventud en formación atacando el sentido de la familia, célula básica de la sociedad. En tanto que en la película El Sonido de Libertad en inglés “Sound of Freedom” es una obra maestra a la denuncia que pone el dedo sobre la llaga y da una bofetada al espectador que preocupado por el día a día, por la liga de fútbol o el cantante de turno deja de lado la realidad dolorosa y preocupante del tráfico infantil con fines sexuales.
Sonido de Libertad no es sólo una oda a la denuncia, es también una reivindicación de la figura masculina, del padre protector que da la vida por sus hijos, que defiende a sus hijos y lucha por su familia. Sí la familia, célula básica de la sociedad, y sin la cual, no es posible construir comunidad. En tiempos donde ser hombre pareciera un delito, reconocer la figura masculina como articulador de derechos de los niños, niñas y adolescentes es un aliciente a esa masculinidad tan perdida en estos tiempos.
Sonido de Libertad merece ser vista, analizada y comentada en todos los escenarios, no simplemente entre los cineastas y consumidores de material fílmico de entretenimiento, también entre los medios académicos, judiciales, autoridades gubernamentales, trabajadores sociales, psicólogos y educadores infantiles, además de padres y madres, en toda la comunidad, porque la pederastia es una enfermedad que está devorando las entrañas de la sociedad. Es uno de los mayores males de la humanidad en tiempos donde los organismos encargados de analizar problemas como las migraciones, mencionan que los mayores índices de esclavitud en el mundo son los tiempos presentes.
Les invito a ver Sonido de Libertad como un elemento de reflexión sobre la pornografía infantil, la pederastia, el abuso y maltrato infantil creciente y real en tiempos de hiperdemocracia e hiperderechos, donde se quiere equívocamente que niños y niñas sean tratados como adultos, reconociendo en ellos derechos al ejercicio sexual temprano, con el simple ánimo velado de incentivar al pervertido y devorador sexual de menores que abundan ocultos en las redes sociales y calles de nuestras ciudades. La pederastia y la prostitución infantil deben ser denunciadas y eliminadas. Los niños, niñas y adolescentes deben de ser protegidos y los perpetradores de este tipo de crímenes deben ser penalizados con las más altas infracciones permitidas por las leyes sin beneficio alguno, porque los niños, niñas y adolescentes son hijos de Dios y los hijos de Dios no están a la venta.
Por: León Sandoval