Tal vez no les comenté en su día que el as que Pedro se guardaba en la manga para este año 2025, era nada menos que la celebración de la muerte de Francisco Franco, dictador español, que murió plácidamente en su cama después de ganar una guerra civil, poner orden en el caos, ser terriblemente malo para unos y ser magníficamente bueno para otros. Cien actos organizados por un comité especial, cien actos de los que tal vez por vivir al norte del norte de los Pirineos, no he oído tanto hablar. Hace cuatro días se cumplía la efeméride, 50 años de una muerte. Dicen que inicio de la democracia, pero lo cierto es que hasta tres años después no se pudo votar la Constitución del 78, único motivo de alegría para los demócratas.
No soy tan mayor como para haber vivido un segundo de dictadura y en mi casa no se guarda rencor por aquello, pues ya se sabe que el camino para la paz es la mala memoria. Memoria que el rojerío moderno, el de este siglo XXI, el que vino de la mano del expresidente español Zapatero; sí, el mismo que colabora y ejerce de lobista para el régimen de Maduro, el mismo al que el actual gobierno de Estados Unidos está pensando retirarle la visa por sus vínculos con el nada democrático y muy ligado al narcotráfico régimen venezolano, quiso avivar desde sus primeros años de gobierno, moviendo los rescoldos de una guerra que dejó marcada España. Si algo tienen los españoles es además de mala memoria poco sentido crítico de los hechos históricos, si a esto le sumamos que la izquierda atiza el fuego desde el victimismo del perdedor entonces tenemos como resultado la conmemoración de la muerte de un señor al que ya pocos conocimos. Lo más triste es que creen que avivando el odio ganarán una última batalla.
La última batalla ya se ganó, y tanto levantar al muerto de su cama, y tanto desgobernar para los vivos lo único que están logrando es que cientos de jóvenes se identifiquen en las antípodas del socialcomunismo que gobierna hoy España; VOX.
Siempre le doy un voto de confianza a los jóvenes, ellos tienen su ideal de mundo, de España, llevan dentro una energía que los adultos tal vez hayamos ya gastado y no les falta motivación para emprender sus causas. Tal vez quieran cambiar lo que el socialcomunismo de Sánchez les ofrece: una prosperidad precaria, el hombre como violador, la ecología como religión, un futuro laboral gris, una patente falta de ideales y exigencia, un exceso de carga impositiva, una diferencia social en aumento y una brecha que crece entre comunidades, una familia desprotegida, la inmigración desatendida, la delincuencia en aumento… Y sospecho que además perciben el deterioro institucional: ese gobierno que ejerce a base de reales decretos- imponiendo-, una cámara baja amordaza, un senado sin fuerza que no puede cambiar o paliar el rumbo de las cosas, una sociedad que no puede votar a pesar de que no se han presentado ni aprobado ni presupuestos. Vean, con un panorama democrático así cualquiera se cambiaría de bando.
Lo mejor de todo el año ha sido precisamente el 20 N. No porque muriera Franco, sino porque en esos procesos que tiene el destino, la mala idea que tiene el karma, el azar o el Poder Judicial, bastante vilipendiado por la pandilla de políticos progresistas que tenemos, en una jugada pensada o sin pensar, ha querido zanjar uno de los asuntos judiciales que más le agobiaban a Sánchez.
“ ¿Quién le va a pedir perdón al fiscal general?”, recogía el titular la semana pasada. Nadie. Mejor dicho, usted, señor Sánchez.
No son pocos procesos judiciales que atañen al círculo más cercano de Sánchez; su mujer, su hermano, su querido y buen amigo Santos Cerdán- secretario de organización del partido socialista español-, su mano derecha, ahora calcinada, José Luis Ábalos, ex secretario de organización del partido y dos veces ministros del gobierno en Fomento y Transporte, su fiscal general del estado, Álvaro García Ortiz, éste último proceso judicial tal vez sea el más relevante para medir la salud garantista de España.
Un año y ocho meses ha tardado Sánchez en pasar a los libros de Historia del Derecho. Tiempo que ha tardado la justicia en resolver el caso contra el Fiscal General del Estado por revelar secretos. El primer caso en la historia. No es para estar orgullosos, no, pero en parte sí, porque a pesar de que García Ortiz fuera pieza fundamental del sistema judicial, a pesar de depender del Gobierno, a pesar de estar Sánchez apoyándolo, podemos decir que en España aún hay garantías y que tarde o temprano la Justicia habla. Imagino que a los miembros del gobierno que la Justicia empañara la celebración de una muerte anunciada nos les hizo ni pajolera gracia.
Almudena González Barreda
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