Observando a los exmiembros del secretariado de la extinta guerrilla de las Farc que se reincorporaron tras el Acuerdo de Paz, en el acto de reconocimiento del secuestro convocado por la Justicia Especial Para la Paz, debo decir que su discurso me sonó como a las lecturas que se hacen en cada misa de domingo, es decir algo que se hace y se dice pero que poco se siente.
Mientras los escuchaba me preguntaba si en verdad están arrepentidos de haber sometido a las personas que estuvieron en su poder a malos tratos y fuertes castigos amarrados a un árbol, obligándolos a caminar descalzos por la selva, en ocasiones encadenados el con uno al otro.
También me pregunté si en verdad se arrepienten de someter a los familiares de quienes mantuvieron en su poder durante años a la angustia, desespero y dolor que provoca una situación de esas.
Al menos para mi, sus palabras no fueron convincentes, no parecían de quienes se arrepienten de haber causado pena y dolor a millones de familias en Colombia. Debo decir que fueron más sinceras las confesiones de los exparamilitares en medio del proceso de Justicia y Paz.
Parece que los ex farc se olvidaron que ese perdón que tanto han pedido con palabras llenas de insensibilidad y sin lágrimas en los ojos, deben ganárselo y que, a partir de las elecciones de 2026, la sociedad se pronunciará en las urnas dándoles el aval para que continúen en las curules que ahora tienen en Senado y Cámara o por el contrario no votando por ellos con lo cual deberán abandonar el espacio político que hoy tienen en el legislativo.
Como ciudadano que le dijo Sí a la paz con las Farc, debo decir que esperaba más de los reincorporados de un grupo guerrillero que no solo retuvo a cientos de personas en la selva, sino que además cometió asesinatos, desapariciones, reclutamiento forzoso de menores, violencia sexual, desplazamiento, toma de poblaciones y fueron los responsables de que soldados, policías y civiles cayeran en minas antipersonas quedando sin alguna de sus extremidades.
No se puede pretender que con un simple discurso de reconocimiento de hechos que causaron dolor, desespero y angustia en millones de colombianos, todo quede olvidado. En adelante los ex Farc deben luchar por ganarse ese perdón y quienes le dijimos Sí a la paz, estamos en la obligación de exigirles el cumplimiento con la reparación a sus víctimas.