Por: León Sandoval
Utopía de un hombre que está cansado es el título de un cuento escrito por el gran escritor argentino Jorge Luis Borges (1899-1986) publicado en su obra el Libro de arena de 1975. Allí el narrador del cuento relata su fantástica historia al encontrarse con un hombre del futuro que le refiere que en el mundo del futuro los Gobiernos cayeron poco a poco en desuso, entre otras cosas porque llamaban a elecciones, declaraban la guerra, lo que pareciera por estos días querer rusos, ucranianos y aliados de la OTAN, e imponían tributos, confiscaban fortunas, ordenaban arrestos y pretendían imponer la censura pero nadie en el Planeta los acataba, la prensa dejó de prestarles atención y por ende los políticos tuvieron que buscar oficios honestos, según el cuento, y se convirtieron en cómicos o en buenos curanderos, en lo que al parecer tuvieron éxito.
Por estos días sin querer hacerlo, dado lo reducido del espacio y mi imposibilidad para abandonarlo, debí escuchar una conversación entre dos jóvenes que a la sazón no creo tuviesen más de 18 años de edad, como algunos de los personajes de Borges. La conversación se centraba sobre la angustia que les provocaba el relacionamiento con la figura masculina representada por sus padres en sus vidas. Un joven le dijo al otro la siguiente frase: “- “-Le dije a mi Papá: Papá no tengo sexualidad definida, me gusta que me den pu’el culo”.
En el cuento Utopía de un hombre que está cansado, el hombre del futuro le comenta al narrador del cuento, representado por el personaje llamado Eudoro Acevedo, que en el futuro no hay conmemoraciones, ni centenarios, ni efigies de hombres muertos, y cada persona debe producir por su cuenta las artes y ciencias que necesita, así mismo, cada persona debe ser su propio Bernard Shaw (1856-1950), su propio Jesucristo y su propio Arquímedes (287 a.C.-212 a.C.), es decir en esa utopía futura que se describe en este cuento de Borges, cada individuo del futuro probablemente dejará de ser una persona para ser un sujeto único eligiendo qué quiere ser, cómo lo quiere ser y cómo se identifica.
Esa narración fantástica de Borges es premonitoria de lo se observa hoy, los nuevos ciudadanos, encarnan las nuevas ciudadanías, la actual generación es la generación probablemente y simultáneamente la generación más comprometida con el Planeta, pero paradójicamente es la generación menos comprometida para con el pasado que no es otra cosa que la memoria que conservamos, y sin esa memoria no hay Planeta. Es una generación que quiere vivir al tope como si sus deseos, caprichos y satisfacción personal fuese lo más importante. Se habla mucho del otro y lo colectivo, pero poco o nada hacen para el otro y el colectivo, y sólo piensan en sí mismos. La individualidad personal como manifestación del libre desarrollo de la personalidad se ha potencializado pero el compromiso para con el otro se ha reducido. Ya no basta con ser único, diferente y original, sino que se quiere tenerlo, hacerlo, expresarlo e imponerlo. La norma pareciera no tener sentido para el hombre del futuro que vive más por la pasión y el deseo personal de tener antes que ser. Para el contexto de la conversación de los jóvenes que reseño no se es un sujeto sexual con definición, sino que no se tiene una sexualidad definida y como no se tiene, se aspira a tenerla.
Lo anterior no es bueno, ni es malo, no es correcto, ni incorrecto, simplemente es, sucede, acontece y cada vez más las generaciones de hoy no se sustentan en el ser, lo han abandonado para tener, tener la sexualidad más indefinida, la belleza más única, la red de amigos más poderosa y la mayor cantidad de derechos frente a la inexistente lista por no decirlo nula de deberes.
Como el personaje de Eudoro Acevedo en el cuento de marras, nos avergüenza nuestra flaqueza, lo que no se sabe es si es nuestra flaqueza moral cada vez se va acrecentando generación tras generación hasta finalmente desaparecer.