Sale una nueva novela de J.J Junieles. Con El hombre que hablaba de Marlon Brando, el autor lanza su mejor sable al cielo y rompe el silencio. Esta es una novela que le sirve al lector, previa muerte metafórica del autor, para reconciliarse con la buena literatura, con el pasado y con la poesía que línea a línea va dosificando el autor. Es esta una poesía inscrita en la narrativa, con una belleza propia de lo mejor del caribe: el caribe, ese templo del universo, de ternuras y tragedias, del que surge García Márquez, Naipaul, Padura y Faulkner.
En El hombre que hablaba de Marlon Brando, el autor se retira de su tiempo y se desplaza a la Cartagena en la que fue filmada la película Quemada, a la que llega un Brando lleno de prestigio y fama que se pelea en el set con el director, Gillo Pontecorvo, por el trato desigual entre actores y extras, un Brando que reivindica a una población en una época en la que el tema de la segregación estaba lejos de abordarse con el ímpetu de hoy.
Santiago Barón, un afortunado alter ego del autor, es un periodista contratado por un italiano, Tommasi, que participó en la película y que ahora, muchos años después, se propone recuperar ese paraíso perdido que supone ese tiempo desvanecido al lado de Brando, en Cartagena. Santiago empieza a escribir una crónica, investiga, indaga, y descubre todos los personajes devorados por el olvido, entre los que se encuentra el compañero de Brando en el set, Evaristo Márquez, y un crimen que exprime la historia: el de la bella cantante Evangelina Saumeth, de quien se supo, fue amante de Brando.
Resalto, también, ese portal que abre el autor para volver a ver el rostro del actor de San Basilio de Palenque, Evaristo Márquez: no solo asistimos a la narración del lado b de su historia, sino que viajamos al día en el que la película es presentada en el pueblo, San Basilio, y vemos cómo los lugareños, entre lágrimas, empiezan a identificar a sus familiares, amigos y vecinos en los planos de Queimada. Un alter ego refleja lo que uno es, o quiso ser, pero también lo que se salvó de ser. Santiago Barón, el periodista terco y advenedizo que nos conduce por ese tiempo lejano y vigente en Cartagena vuelve a la obra del autor, que desde sus inicios trabaja con la mejor materia de la nostalgia.
Es esta una novela en la que se puede sentir el fragor del caribe, sin caer en el lugar común. Es también una apuesta a favor de la literatura artesanal, la orfebrería que cuida el detalle y se detiene en el tiempo y, finalmente y nada menos, una reconciliación con el idioma, una exaltación de su belleza.
Por: Erick C. Duncan – especial para Confidencial Colombia