Pegar a un hijo, a la esposa o al abuelo una vez al año hasta causarles moretones y arañazos ya no será delito en Rusia si prospera el proyecto de ley que despenaliza la violencia doméstica, aprobado en primera lectura esta semana en el Parlamento.
La clave de la nueva ley, la que abre la puerta a una violencia doméstica impune, es de hecho el carácter privado de la imputación penal en el caso de una segunda paliza, porque el 90 % de las víctimas no denuncia y el 90 % que sí lo hace no se presenta al juicio.
Los autores de la iniciativa -dos diputadas y dos senadoras de Rusia Unida, el partido del presidente ruso, Vladímir Putin- argumentan que tan sólo quieren despenalizar las palizas que no ocasionen daño a la salud de las víctimas.
Un hematoma o una herida superficial no suponen daño alguno para la salud, pues son lesiones que se curan en poco tiempo, según se desprende de un discurso que como poco no tiene en cuenta las consecuencias psicológicas que pueden sufrir las víctimas.
Ni un año ha durado la reforma en el Código penal que introdujo la actuación de oficio del Estado en este tipo de violencia doméstica.
Entre 12 mil y 14 mil mujeres mueren todos los años a manos de sus parejas, según datos difundidos por el Ministerio de Interior ruso en 2008, que desde entonces, pese a múltiples requerimientos de organismos internacionales.
La defensa a ultranza de los supuestos valores tradicionales se ha reforzado en los últimos años, en los que medios oficialistas han desplegado una campaña propagandística en la que se presenta a Rusia como la última reserva moral del mundo cristiano, refugio para los hombres y mujeres de bien.
Esneyder Negrete – @esnegrete
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