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El pasado Domingo las calles de nuestro país se convirtieron en el escenario de una marcha que, aunque reclama ser portadora de valores tradicionales y familiares, ha destilado un profundo odio. Entre gritos e insultos, amenazas veladas y mensajes que rozan con lo golpista, algunos participantes de esta movilización han dejado clara su animadversión hacia el presidente y las reformas propuestas por su gobierno.

Lo preocupante no es solo la violencia de sus consignas, sino el origen social de quienes las profieren: una minoría privilegiada, acostumbrada al acceso exclusivo a derechos básicos, mientras las mayorías continúan marginadas de estos derechos fundamentales. Este grupo, aunque ruidoso, no representa el sentir general de nuestra sociedad, pero sí revela la amargura de quienes temen perder sus privilegios ante el avance de políticas más inclusivas y justas.

La responsabilidad de los medios de comunicación en este contexto es doble. Por un lado, deben esforzarse por informar con veracidad e imparcialidad, desafiando la tentación de caer en el amarillismo o en la difusión de información sesgada que solo sirve para crear malestar social. Por otro lado, es crucial que declaren abiertamente sus conflictos de intereses, especialmente cuando sus propietarios tienen posturas claras en contra de las reformas que se están discutiendo, no deberían ser instrumentos de intereses corporativos.

La integridad periodística es fundamental para que la ciudadanía pueda formar opiniones basadas en hechos y no en la desinformación. Los medios deben ser plataformas de debate constructivo y no altavoces de las mentiras de quienes se oponen a los cambios sociales.

Ante este panorama, el próximo primero de mayo, Día Internacional de los Trabajadores, se presenta como una oportunidad ineludible para la movilización pacífica y constructiva. Es un momento para que la clase trabajadora y todos aquellos que se han sentido marginados y olvidados por las estructuras de poder tradicionales, marchen en defensa de las reformas sociales que buscan aumentar los salarios, garantizar pensiones a los adultos mayores y brindar servicios de salud de calidad a quienes más lo necesitan.

Esta fecha debe ser un llamado a unir fuerzas, a manifestar el apoyo a un proyecto de país que aspire a la equidad y al respeto por todos los ciudadanos, independientemente de su estatus económico o social.

Juan Carlos Upegui

Columnista

commanager@confidencialcolombia.com

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