El reciente atentado contra el senador Miguel Uribe Turbay no solo es un ataque contra una persona o una corriente política: es un atentado contra la democracia misma, contra la posibilidad del debate y la diferencia, contra el derecho de todos los colombianos a vivir sin miedo. Como ciudadanos, más allá de las posturas ideológicas, debemos levantar la voz para rechazar de manera categórica cualquier forma de violencia política.
Colombia lleva décadas cargando con una historia marcada por la polarización, la intolerancia y la eliminación del otro como método de disputa. Esa historia ya nos ha costado demasiado: vidas, familias, territorios y oportunidades. No podemos permitir que el odio nos siga dictando el rumbo. La política no puede seguir siendo una trinchera de agresiones, sino un escenario de ideas y construcción colectiva.
El atentado contra Miguel Uribe debe dolernos a todos. Hoy es él, mañana puede ser cualquier otro. Nadie que participe en la vida pública —sea de derecha, de izquierda o de centro— debe temer por su vida por expresar lo que piensa. Si no hay garantías para disentir, entonces no hay democracia posible.
Es momento de reconocer que lo que nos une como colombianos es mucho más fuerte que lo que nos divide. Nos une el deseo de un país en paz, con oportunidades, con justicia. Nos une el anhelo de ver a nuestros hijos crecer sin miedo, de vivir en un país en el que no se asesine por pensar diferente. No podemos dejar que los violentos se adueñen del destino nacional.
La violencia no puede tener cabida en una sociedad que busca reconciliarse. Los verdaderos enemigos de Colombia no están en la otra orilla ideológica, sino en quienes usan las armas, el terror y la intimidación para imponer su voluntad. Contra ellos debemos unirnos, sin matices, sin excusas, sin cálculos.
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Este momento exige grandeza, exige unidad. No para borrar nuestras diferencias, sino para reafirmar que por encima de ellas está el valor de la vida, el respeto por el otro y el compromiso con una nación que quiere dejar atrás el miedo. Rechacemos la violencia, defendamos la democracia y recordemos que no somos enemigos: somos compatriotas.
Gustavo García
Exviceministro del Interior
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