La aprobación de la reforma laboral representa una oportunidad histórica para dignificar a los trabajadores colombianos y fortalecer nuestra economía. Esta reforma no es solo una corrección técnica al mercado laboral; es una apuesta por una sociedad más justa, con mayor estabilidad para quienes construyen el país día a día.
Según cifras del Ministerio del Trabajo, con una mejora real del ingreso promedio cercano al 3 %, se proyecta una creación de 91.000 nuevos empleos y un crecimiento económico adicional de 0,37 % frente al escenario habitual. El incremento en el ingreso salarial impulsa el consumo, que podría crecer aproximadamente un 0,63 %, dinamizando así sectores clave como agricultura, comercio, industria y recreación.
En concreto, la reforma eleva los recargos por trabajo nocturno y festivo, fortaleciendo el ingreso de quienes laboran en condiciones más exigentes. Además, otorga estabilidad a los aprendices del SENA, asegurando que durante el primer año reciban el 75 % del salario mínimo y el segundo año, el salario completo, garantizando ingresos dignos para jóvenes en formación.
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Pero esta reforma va más allá de cifras: busca dignificar el trabajo. La formalización ya no es solo un objetivo económico, sino también social. Los trabajadores ganan seguridad, protección y reconocimiento. Actores vulnerables como las trabajadoras domésticas, los repartidores de plataformas digitales, campesinos, personas con discapacidad, artistas y jóvenes encuentran en esta reforma un respaldo concreto.
Críticos advierten posibles efectos sobre la informalidad o los costos de las empresas. Estimados independientes sugieren que los costos laborales podrían aumentar entre 19 % y 35 %, y que la informalidad podría crecer hasta en 12 puntos porcentuales. No obstante, estos análisis se basan en versiones preliminares de la reforma. La versión finalmente aprobada incluye equilibrio: fortaleza de derechos laborales sin desconocer la necesidad de acompañar al sector productivo.
Respondiendo a esas inquietudes, el Ministerio de Hacienda y el de Trabajo han diseñado un esquema que reconoce el incremento de costos mientras promueve la productividad y la formalización a través de incentivos grupales, subsidios y mayor acceso a pensiones rurales .
El verdadero impacto de esta reforma no está en las frías estadísticas: está en la dignidad recuperada por millones de trabajadores. En los hogares que pueden contar con horas extras remuneradas de manera justa. En jóvenes que adquieren experiencia con condiciones salariales reales. En trabajadores que encuentran en lo formal no solo obligación, sino derecho.
Para avanzar, es vital acompañar esta reforma de políticas complementarias. Debemos simplificar cargas para microempresas, articular incentivos sectoriales, robustecer la inspección laboral y promover la formalización productiva en el campo y en plataformas digitales.
Como presidente de la Comisión Segunda, estoy convencido de que esta reforma sienta bases estructurales para una economía más inclusiva y sostenible. No puede ser una anécdota legislativa: debe ser el primer paso de un cambio profundo y duradero. Hagámosla realidad con visión, equilibrio y compromiso con cada colombiano que trabaja día a día por el progreso.
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