A Miguel lo conocí, hace unos 18 años, en una fiesta de graduación universitaria de un amigo araucano y musico de los buenos, Pedro Manosalva, con quien había compartido escenarios de la etapa como líder estudiantil, Pedro del Rosario, yo de la Libre y fue un evento propio de nuestra época, mucho tropipop, joropo y vallenato.
Aquel joven nieto de expresidente me sorprendió sobre manera, era muy cachaco, pero sabia letra menuda de vallenato, mayor fue mi sorpresa al verlo tocar Alicia Adorada en un acordeón, hasta ese día yo pensaba que los cachacos no tocaban acordeón, mucho menos los hijos de las familias presidenciales de Bogotá.
No coincidiamosen las corrientes liberales en las que nos sentíamos representar, él, más Draconiano y yo mucho más Gólgota, pero me impactaba su visión de la realidad social y política del liberalismo y de la política en general, tenía claro en aquellas épocas lo que iba a hacer, lo que se venía y vivimos luego en Bogotá y ahora en la nación, me asombraron sus predicciones, siempre me parecieron exageradas, hoy al pensar que está en una cama luchando por su vida con una bala incrustada en su cráneo, me parece que se quedaron cortas.
Recuerdo esas tertulias y parrandas, siempre terminábamos discutiendo entre Gaitán y Gabriel Turbay, entre López Pumarejo y su abuelo Turbay, coincidíamos eso sí en burlarnos que los de izquierda, ahora eran Gaitanistas, pero en época de Gaitán, decían que era fascista y votaban por Gabriel Turbay, que ahora, también eran dizque Bolivarianos, a pesar de que Marx se despachó en agravios contra el pobre Libertador.
Tiempo después lo volví a encontrar, tomamos el típico café donde compartimos aspiraciones, él iría al concejo de la capital y yo al Edilato de La Candelaria, en su rebeldía no quería recibir apoyos de políticos tradicionales en uno de los partidos más tradicionales de Colombia, yo tampoco acepté tal tipo de coaliciones, ambos aspiramos por el partido Liberal, ambos, de manera independiente, terminamos ocupando una curul en ese periodo de 2011-2015, apoyamos a la alcaldía a David luna, pero el Gobierno fue el de Petro y quien dijo miedo, conocimos lo que era hacer oposición, lo que era organizar debates.
Ahí conocí al Miguel Uribe Turbay, el disciplinado, el que preparaba los debates, el que raudo y por mérito fue elegido presidente del Concejo, quizás es uno o el más joven en serlo, conocí al político que todo el mundo esperaría que fuera el típico niño rico arrogante, pero no, se equivocaron, fue un hombre sencillo, de posturas vehementes, firmes, pero a la vez consciente de su papel y responsabilidad.
Recuerdo su buen trato con gente opuesta a él y lo que representaba, pero su altivez sustentada a la hora del debate me alegraba, recuerdo sus buenas calificaciones en Bogotá Como Vamosde la época, por su puntualidad, proposiciones y control político a Petro, duro y sin rodeos.
Su paso por la Secretaría de Gobierno, en el periodo Peñalosa fue de gran alegría, no solo para él, sino para muchos liberales que habíamos visto en él junto a otra camada de lideres, que nuestros esfuerzos serían posibles, renovar el liberalismo aun cuando tuviéramos posturas distantes desde el punto de vista ideológico.
Su apoyo a mi gestión en La Candelaria fue decisivo en la consecución de la sufrida Casa del Zipa o “Casa del Indio”, como jocosamente la llamaba, se la jugó por el tema de la protección del patrimonio, de la FUGA y sus programas de apoyo a la cultura, los parqueaderos y la recolección de basuras en el centro de la ciudad, por buscarle claridad a la facultad de control político que deben hacer ediles y edilesas de la ciudad.
Hicimos foros en la Universidad Libre a la que concurríamos precisamente para buscar y apoyar la modificación al DL1421 de 1993, que promovía otra joven y lujosa figura de la camada, el Dr. José Daniel López, quien finalmente logró dicha modificación en el congreso.
En la libre tomaba un tiempo para compartir con nosotros y con el doctor Julio Roberto Galindo Hoyos, Q.E.P.D., a quien lo bautizaba por esos días con gran carcajada como el “único turbayista que quedaba”, pero terminó convirtiendo a más de uno en “Turbayistas Nueva Generación” como yo con recelos, pero sonrisas afectuosas los llamaba.
De aquellas jornadas nos quedó una de las pocas fotos que tengo con Julio Roberto y una de las muchas que tengo con ese joven líder con quien en un acto de madurez y amistad política resolvimos dejar que los ríos fluyeran, él en su campaña a la alcaldía recibía el respaldo del Centro Democrático, yo como vicepresidente del Directorio Liberal me negaba a que apareciera el logo del trapo rojo al lado del logo azulito del partido del Ex presidente Uribe y mucho menos el votarle, él solo se reía con aquella risa del amigo cómplice de la picardía, en dicha campaña acompañé a Galán por coherencia ideológica.
De esa etapa, jamás olvidaré su cierre de gestión de la secretaria de Gobierno, hubo un gran concierto en la plaza de Bolívar, cantaba ChoquibTown, a Peñalosa lo chiflaron, pero a él lo aplaudieron, estaba feliz porque la ciudad reconocía su trabajo y así se lo ratificaron en las urnas, me dijo; “si ve, vamos bien”, lo abracé y nos tomaron una foto, la cual hoy puse en altar por lo significativa, porque así quiero que él se vuelva a ver, feliz.
Terminada la campaña, volvieron las charlas, uno que otro café, Miguel ya se fue en definitiva al Centro Democrático y al congreso. Los ríos fluyeron, por ello en honor a este líder, estas letras, en honor a decirle a quien pueda leer estas líneas, que el Miguel Uribe Turbay que conozco, es un hombre que entiende que puede haber diferencias ideológicas sin atacar al ser, sin irrespetar.
Todo lo contrario, ese Miguel, elevaba más su calidad humana, ese que yo conozco, sí, era opositor a la izquierda, sí, tenía una visión de la libertad y del orden diferente al gobierno actual, pero cuando tuvo poder no persiguió, ni estigmatizó, de eso muchos damos fe.
Ese político es un ser humano, con alegrías y penas, como cualquier hombre quería y tenía el derecho a representar algo y no por ello debían hacerle el daño que le hicieron, además como los cobardes que son, por la espalda, no se vale hacerle eso a un ser humano, a ninguno, menos aún por el hecho de pensar diferente, porque ese Miguel Uribe Turbay que conocí, era y estoy seguro, seguirá siendo un demócrata, no de palabras, sino de hechos.
Juan Camilo Castellanos
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