Aunque la agricultura representa típicamente entre el 1% y 4% del PIB en las economías desarrolladas, y raramente supera el 25% incluso en los países más dependientes del sector primario, su importancia trasciende cualquier métrica económica convencional. Como sector primario, la agricultura constituye el fundamento invisible sobre el cual se erige toda la civilización humana: alimenta a más de 8,000 millones de personas, emplea directa o indirectamente a casi el 40% de la población mundial, y sostiene las cadenas de suministro que mantienen funcionando las ciudades y las economías más sofisticadas del planeta. Esta paradoja entre su modesta contribución al PIB global y su rol absolutamente crítico para la supervivencia humana convierte a la agricultura en uno de los sectores más estratégicos para la innovación tecnológica del siglo XXI.
El comportamiento del capital de riesgo al parecer reconocía este rol entre 2019 y 2022, donde la Agrotecnología (AgTech) alcanzó en promedio, valores cercanos a los 9 mil millones de dólares anuales con un número de acuerdos de inversión cercano a 4000 según Pitchbook. El número, tanto de acuerdos como de inversión, se ha reducido en los últimos años siguiendo la tendencia mundial de los Venture Capital debido a las tasas de interés altas, la inflación y la incertidumbre geopolítica, no obstante hay muchos emprendedores con proyectos interesantes que buscan facilitar el acceso y la creación de tecnologías, el intercambio de conocimiento y el uso de datos en el agro.
Ahora bien, cuando hablamos de AgTech hay varias áreas que las startups o empresas pueden cubrir, en esta columna hablaré de algunas que he tenido la fortuna de conocer y que a mi parecer contribuyen al desarrollo del agro en distintas partes del mundo.
En el primer eslabón, el de conectar áreas rurales dispersas se encuentra Dots For Inc, una empresa con fundadores japoneses que estuvo presente en el 4YFN, que tiene como misión solucionar la conectividad rural en África occidental, tiene su solución d.Connect, que a diferencia de los sistemas tradicionales que dependen de torres de telecomunicaciones costosas y centralizadas, funciona como una red de vecinos digitales: cada aldea instala equipos sencillos que se comunican entre sí, creando una «cadena humana» tecnológica que lleva Internet de pueblo en pueblo, reduciendo los costos de instalación y mantenimiento.
En lo relacionado con adopción de la tecnología hacía agricultores, comunidades campesinas y empresas, Más por TIC, empresa colombiana, no solo promueve el ecosistema Agtech en Colombia desde el 2019, sino que gracias a su programa 123xTIC contribuye a la formación de jóvenes y docentes rurales, para brindar soluciones tecnológicas a los retos que se pueden presentar en proyectos agrícolas. Más recientemente ha desarrollado la vertical 123xMinegocio que hace desarrollos tecnológicos para empresas del sector, como la aplicación que desarrollaron para Colombia Rural que es el primer Marketplace especializado en la compra y venta de inmuebles rurales de manera simple, en un país con las complejidades de Colombia en los temas rurales.
Otra startup interesante es Wëia, que aunque en el ColombiaTechReport de 2024 se encuentra relacionada como Fintech podría estar catalogada más específicamente como Agrifinance. Ellos cuentan con una solución que permite a los pequeños y medianos agricultores acceder al capital de trabajo a través de la financiación de la cadena de suministro. Así, pueden adquirir sus agroinsumos en el momento de sembrar sus cultivos y pagar después de la cosecha, permitiendo además la medición del impacto ambiental de los cultivos, con la estimación de emisiones de CO2 y produciendo con cero deforestación.
Estas organizaciones pueden no estar en los subsectores de AgTech en los que históricamente se han concentrado los fondos de capital riesgo, como la biotecnología o la agricultura de precisión, pero serán las que habiliten que emprendedores de la base de la pirámide usen tecnologías como la IA para resolver problemas locales y sea el sector agro, una vez más, un puente, en esta ocasión para cerrar la brecha digital y lograr una participación activa en la nueva economía de comunidades que hasta ahora han estado alejadas de la misma.
Raúl Arce
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