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Confidencial Noticias 2025

| Alejandro Toro |

La inclusión del presidente Gustavo Petro en la llamada “Lista Clinton” fue concebida por la extrema derecha como un triunfo para acorralar a Colombia y al presidente. No lo fue. El movimiento que ha seguido —abrir más frentes diplomáticos, sentarse en nuevas mesas financieras y asumir liderazgo regional— mostró exactamente lo contrario: ante la tentativa de aislamiento, Colombia amplió su radio de acción y reforzó su autonomía estratégica. Ese músculo geopolítico no es retórico; se prueba con hechos recientes.

En Medio Oriente, Petro no hizo una gira protocolaria: tejió alianzas económicas y elevó una bandera humanitaria nítida. En Egipto, anunció apoyo a la reconstrucción de Gaza —incluida ayuda para niñas y niños víctimas— y en Doha y Riad buscó inversión y cooperación para energía, logística y alimentos, logrando victorias como la obtención de la certificación Halal para el café y el cacao.

Colombia liderará además la IV Cumbre CELAC–Unión Europea en Santa Marta. Allí, como Presidencia Pro Tempore de CELAC, el país conduce la negociación de la declaración política y empuja temas donde tenemos ventajas reales: transición energética justa, minerales críticos, economía digital y cadenas de valor diversificadas. Traducido: menos dependencia de un solo socio y más espacios para vender conocimiento, energías limpias y agroindustria con valor agregado. Este ejercicio de mediación birregional no es cosmética; reposiciona a Colombia como articulador entre América Latina y Europa en un momento en que todos buscan reducir los riesgos su inserción internacional.

En el frente financiero, la movida se anticipó al gobierno estadounidense: Colombia ingresó como miembro prestatario del Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) de los BRICS. ¿Qué cambia eso? Que el país suma una fuente de crédito para infraestructura, transición productiva e innovación sin condicionalidades políticas de Washington ni recetas de austeridad propias del Fondo Monetario Internacional. Se amplía el menú de financiación, mejora el poder de negociación y se abaratan costos de capital para los proyectos que las regiones necesitan.

A quienes desde la derecha colombiana llevan meses suplicando sanciones externas, celebrando castigos e incluso el asesinato extrajudicial de jóvenes en las fronteras marítimas del país y fabricando, a punta de titulares, la imagen de un presidente “aliado del narcotráfico”, hay que responderles con datos: en 2024, Colombia alcanzó cifras récord de incautación de cocaína, y el acumulado de los últimos dos años supera con holgura los registros históricos. La incoherencia de pedirle a otra potencia que “discipline” a su propio país contrasta con una realidad tozuda: el Gobierno del Cambio ha golpeado como nunca las finanzas criminales.

No se trata de romper con Estados Unidos —socio con el que debemos mantener una relación franca y respetuosa—, sino de reequilibrar. Reequilibrar es diversificar mercados en el Golfo, en el norte de África y en Europa; es contar con alternativas de crédito en el NDB; es usar la plataforma CELAC–UE para proteger intereses latinoamericanos y, al mismo tiempo, abrir rutas de exportación con estándares más altos.

¿Dónde queda, entonces, la arremetida de la oposición? En el lugar incómodo de quienes prefieren una Colombia pidiendo permiso a una Colombia que se hace respetar. Pedir sanciones no es “control político”; es renunciar a la soberanía. Construir puentes con Medio Oriente, Europa y los BRICS no es “ideología”; es inteligencia estratégica en un mundo multipolar. La primera opción nos encoge; la segunda, nos expande.

Cierro con lo esencial: el tablero internacional se gana con jugadas precisas. Frente a la presión, Petro movió fichas y abrió caminos. Hoy, Colombia habla con más actores, accede a nuevas fuentes de financiamiento, lidera debates regionales y respalda causas humanitarias sin complejo. Esa capacidad geopolítica —leer el momento, tejer alianzas, afirmar principios y traducirlos en oportunidades— es la mejor respuesta a la amenaza externa y el camino más claro hacia una independencia real, moderna y productiva.

Alejandro Toro

Alejandro Toro

Representante a la Cámara por Antioquia

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