El problema de la universidad pública colombiana no se soluciona con las ideas de los pragmáticos, que pretenden una mayor comercialización de la matricula para superar rezagos financieros que debe asumir el estado. Ni tampoco se resuelve con las ideas de la esquina opuesta, que defiende una cierta idea de autonomía universitaria a ultranza. Ambas partes tienen el discurso incompleto. [Opinión]
La educación superior, su calidad y pertinencia, pasa por la construcción de instituciones inclusivas y por cambios sostenidos en la especialización del sistema productivo, relacionados con el desarrollo de la ciencia, de la tecnología y de la innovación, para formar culturas creativas, innovadoras, emprendedoras e incluyentes. En este contexto se definen las transformaciones de la educación y de la universidad, y su papel en los cambios de la sociedad.
La universidad forma recursos humanos para la transformación y recibe como retorno nuevas lecturas de la realidad, nuevas necesidades y nuevos problemas, para dar saltos de calidad como sector generador de conocimiento.
La universidad colombiana debe ser una ventana abierta a la sociedad, donde el conocimiento fluya en doble via configurando relaciones virtuosas crecientes y continuas con los entornos. De la universidad debe emerger gran parte de una nueva generación de empresas innovadoras para una economía de la innovación y de las oportunidades basada en la cultura, en el desarrollo científico y tecnológico, y en la educación.
La universidad debe ser el germen de una cultura por el desarrollo y la productividad antes que de la competitividad, porque éste es un concepto final no un concepto de partida, la productividad sí. Por eso, cuando la innovación se asume para mejorar la competitividad y no para elevar la productividad, dinamizar la transformación productiva y estimular la creatividad y el emprendimiento en la economía y en la sociedad, deriva en un concepto blando, demagógico e intrascendente, por lo tanto perjudicial, tal como ha ocurrido en Colombia con el emprendimiento, con los clusters, con los sistemas de innovación y de competitividad, entre otros.
Colombia ¿nación emergente?
Las naciones emergentes no siguen a ultranza la senda de las naciones avanzadas. Las naciones emergentes se estructuran como estados, economías y culturas basadas en relaciones de interdependencia y no de dependencia, como ocurría cuando eran subdesarrolladas.
Su aspiración es configurarse como naciones desarrolladas de nuevo tipo, para una sociedad cambiante y una economía que deberá ser distinta, porque desde cualquier lugar que se mire estamos asistiendo a un momento inédito de la historia de la humanidad, que insinúa perspectivas y posibilidades pero también problemas y soluciones inéditas.
En este contexto se deben aterrizar preguntas fundamentales sobre las relaciones del mercado con la universidad pública. ¿Por qué tan pocas empresas hacen en Colombia investigación y desarrollo? ¿Cuál la contribución de las empresas para dotar con equipos más robustos los laboratorios de investigación? ¿Cuál su propuesta para impulsar parques científicos y tecnológicos ligados a las universidades, crear centros de investigación para el desarrollo tecnológico de sectores productivos claves, formar centros de emprendimiento e innovación, y desarrollar ciudades de la innovación?
Un sector privado que responda a estos desafíos es el que necesita Colombia y las universidades, pero, son escazas las organizaciones empresariales que en el país hacen investigación y desarrollo, entre otras razones, porque el sector privado no ha sido proactivo en impulsar una política industrial y de innovación profunda y sostenida para avanzar a actividades y sectores de mayor complejidad tecnológica, elevar la productividad via conocimiento y creatividad, y abatir la dependencia de los commodities.
En el escenario de la política industrial se nutren las relaciones de calidad y cantidad con las universidades en cuanto a recurso humano calificado y proyectos conjuntos de investigación, desarrollo e innovación (I+D+i). La innovación basada en una cultura por la creatividad respaldada en una potente política de ciencia tecnología e innovación, es la que permite elevar sostenidamente la productividad a tasas similares a las de economías emergentes dinámicas – que son el mejor referente para un país como Colombia -, a la vez que contribuye a la formación de instituciones inclusivas. La innovación conceptualmente robusta vinculada a un desarrollo conceptualmente robusto, emana del conocimiento generado en la universidad y en sus centros y grupos de investigación, y transferido a la sociedad a través del recurso humano, y absorbido por el mercado a través de la politica industrial y de innovación, conformando así un círculo virtuoso de relaciones crecientes, sostenidas y estimulantes, entre universidad – empresa – estado – sociedad.
Por lo cual, pensar que via el incremento de las matrículas se salvarán las finanzas de la universidad pública, es un dogmatismo de mercado en una sociedad tan desigual con una inmensa mayoría de población con ingresos escasos y con un desarrollo económico perezoso en agregar valor y en impulsar nuevas actividades de alta tecnología. Reclamar respeto a la autonomía, sin trazar las posibles y nuevas relaciones de la universidad con la sociedad, la economía y el estado, es otro dogmatismo, donde la correcta exigencia de los estudiantes por una educación de calidad, se diluye.
Aterricemos lo dicho en la realidad. Colombia recién tiene dos universidades (Andes y Nacional) entre los puestos 300 a 400 del mundo, sin destacarse ningún programa en áreas de ingenierías y de ciencias básicas, lo cual refleja el bajo nivel de patentamiento, escasas empresas de alta tecnología creadas desde las universidades el mercado y el estado, y la baja productividad de la economía por debilidades en investigación e innovación.
Economías emergentes como Brasil y México tienen una universidad entre las primeras 150, y otras emergentes más avanzadas, como Singapur, Corea del Sur, Taiwán, Israel, Nueva Zelanda, entre otras, que comenzaron su senda al desarrollo hace 60 años, ubican una o más universidades de investigación entre las primeras 100. Por supuesto, sus inversiones en ciencia y tecnología, número de patentes, inversión del sector privado en investigación y desarrollo, son infinitamente superiores a los de Colombia, aunque inferiores a los indicadores de Estados Unidos, Alemania y Japón, las potencias industriales del planeta.
Entonces, más capital privado aplicado a la investigación, al desarrollo y a la innovación (I+D+i) con las universidades, es posible si se reencamina la politica industrial y de innovación a un cambio estructural del sistema productivo y del sistema de ciencia, tecnología e innovación, y la relación de ambos con la educación. Es un proceso de causación sistémica positiva entre desarrollo económico – política industrial – investigación – innovación – educación, que a su vez implica cambios culturales. En últimas, Colombia tiene rezagos estructurales como sistema productivo y de innovación, y como sistema de educación y de investigación.
Nuevo estado y desarrollo
Lecturas recientes de la realidad en torno a política pública y desarrollo, muestran que el estado ya no será un blando y permisivo regulador en relación al desarrollo productivo, la ciencia, la tecnología, la innovación y la educación.
La sociedad global está insinuando cambios. El modelo de estado y de economía en las naciones emergentes es el de sociedades con mercado y no el de sociedades del mercado para construir sociedades de calidad y no sociedades de dádivas. Esto determinará un equilibrio donde se distribuirán espacios entre agentes del mercado, desarrollos público privados, y una nueva ola de regulaciones, intervensiones e inversiones tecnológicas y productivas públicas. Es el reequilibrio de los actores en una nueva sociedad con mercado.
Lo anterior se originará en la educación por su capacidad de hacer investigación básica y aplicada que se transfiere a la sociedad, a la economía y al estado, pero también como receptora de conocimiento desde la economía, la sociedad y el estado, para conformar la sociedad, la economía y el estado del conocimiento y de la innovación. Unos circulos virtuosos que liberan condiciones para que la propiedad intelectual permita que el conocimiento, la investigación, la innovación y el emprendimento fluyan en distintas direcciones, conformando complejos sistemas de innovación, de investigación y de producción multidireccionales.
En este tipo de sociedad, no hay espacio para el choque de posiciones opuestas y ya superadas en el desarrollo de las naciones: comercialización a ultranza de las universidades, y autonomía universitaria que crea barreras con la economía y su política industrial y de innovación, y los nuevos modos de hacer ciencia – tecnología – innovación con la sociedad.
Por eso también caben preguntas a los estudiantes: cuál su posición respecto a la propiedad intelectual. Cómo conciben la relación de la investigación y la economía. Cómo entienden la relación investigación – innovación – desarrollo o la relación universidad – empresa – estado – sociedad. Cuál el papel de la universidad en la creación de empresas de tecnología. ¿Pueden los estudiantes, investigadores y profesores crear empresas innovadoras? Qué papel juega la universidad en la creación de parques científicos y tecnológicos y otros hábitats de innovación. Estos son aspectos que deben discutir y pedir que la universidad también avance hacia allá. Estos debates se dieron en países que nos antecedieron en su ingreso al desarrollo.
La interdependencia científica y tecnológica (abatimiento de la dependencia, parte del discurso de los estudiantes) se construye desde una nueva idea de sociedad, de economía y de estado, donde la universidad deja atrás el enfoque lineal de universidad modo 1: la que forma, investiga y entrega resultados al mercado. Este modelo unidireccional tuvo vigencia hace 50 años en los países avanzados e intenta sobrevivir en países con rezagos estructurales ¿Colombia?
Si la ministra Campo hubiera propuesto una reforma en torno a la sociedad del postconflicto, los retos de construir una nueva sociedad con nueva economía con nueva politica industrial y nuevo estado – que es mucho más que la universidad para la competitividad -, y adelantado un proceso pedagógico creativo, iluminador y convocante en torno a las nuevas relaciones entre sociedad – universidad – empresa – estado, hubiera flexibilizado la mirada de los estudiantes, no los habría conducido a refugiarse en algunos dogmatismos, y más bien reivindicado su justo reclamo para disponer de una educación superior de calidad y para todos.
La universidad privada también tiene rezagos, y es funcional con el rezago general de Colombia y su lugar intermedio en el desarrollo mundial. Los problemas o fallas en la relación universidad – empresa – estado – sociedad, también está en las instituciones privadas de educación superior, y tal vez más, porque en ellas no hay algunas barreras como ocurre en la universidad pública.
La fallas del mercado y las fallas del estado, son fallas institucionales estructurales del macro sistema de educación – investigación – innovación – producción, y del modelo general de crecimiento de Colombia. El posconflicto invita a pensar un nuevo estado, una nueva sociedad, una nueva economía,….. y una nueva educación. Esa es la paz.