Después de ver la tormenta en el gobierno, que envuelve corrupción y la degradación de un país al que se le confió el cambio, pensaba en escribir una columna alegando el proceso. Sin embargo, a pesar de toda esta vergüenza, pienso que nuestra supervivencia está por encima de todo y como cualquiera, prima el bien común sobre el particular.
El pasado lunes y como cada 5 de junio desde el año de 1972, celebramos, no sé qué tanto y sus acciones lo dirán, el día Mundial del medio ambiente. Desafortunadamente en pandemia le dimos una voz de aliento y mejora a un costo jamás imaginado.
Quizás muchas empresas llenen de discursos sus compañías o publiquen esos apartes como recuerdos de un político, pero sin ninguna acción concreta en favor de nuestro planeta más allá de querer despertar la admiración.
Fue un día en el que se reflexionó sin elementos concretos a favor del cambio climático, fenómeno que cobra gran relevancia ahora que se acerca una época de sequía y quizás una de las más fuertes de los últimos años con generación de incendios forestales, niveles bajos de agua en presas, también, aparición de huracanes cada vez más intensos y letales, desaparición de casquetes polares y glaciares, sumado a una agricultura cada vez más dependiente y a pérdida.
Eso da respuesta del porqué los últimos ocho años han sido los más calurosos, mientras que las concentraciones de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono alcanzaron niveles jamás imaginados de acuerdo a la Organización Meteorológica Mundial. El aumento del nivel del mar igualmente creció medianamente 4,62 milímetros al año entre 2013 y 2022, el doble que entre 1993 y 2002.
Teniendo esto sobre la mesa ni gobernantes, ni poblaciones se han interesado como se debiera para revertir esta realidad. En Colombia, la seguridad alimentaria se vería afectada, principalmente, por la alta exposición y sensibilidad de cultivos como yuca, arroz, plátano, papa, caña, maíz y frijol a los efectos del clima. A ello le sumamos el aumento de temperatura en regiones como la Amazonía, la Orinoquia y el Pacífico, la reducción en la oferta del agua en las ciudades y el aumento de enfermedades por vectores como paludismo, fiebre amarilla y dengue.
La deforestación en Colombia está extinguiendo la selva, en 3 décadas, el país perdió 5,4 millones de hectáreas, debido a prácticas ilegales, como el cambio del uso del suelo, tala clandestina, el comercio de materias primas y productos forestales, así como incendios y plagas.
Son tres los retos que enfrenta el mundo en materia ambiental: cambio climático, pérdida de la biodiversidad y contaminación. Son desde luego retos mayúsculos para enfrentarlos, pero hay soluciones. Sin embargo, esas soluciones demandan, primero, voluntad, y después, acciones concretas basadas en hechos y no en discursos correctamente políticos.
Requieren la sinergia de acciones entre empresarios, autoridades y de todos y cada uno de los habitantes de este planeta. La lucha por el medio ambiente es universal, pues a todos nos afecta. En todos está mostrar que el desastre climático que hemos provocado no es irreversible y depende de las acciones que hoy tomemos.
Mañana será muy tarde.