Los vínculos ideológicos y de acción política entre Gustavo Petro y el partido Podemos, en España, son públicos y conocidos. El recién elegido presidente de Colombia y su entorno mantienen estrechos lazos con Pablo Iglesias y su partido, una confluencia de partidos de izquierda y extrema izquierda que rozaron el poder no hace mucho en el país ibérico y que hoy están de capa caída.
Mejor dicho, rozaron el ‘poder absoluto’, porque en la actualidad tienen el poder en parte al ser partido de coalición del gobierno junto al Partido Socialista del presidente Pedro Sánchez. Podemos controla una vicepresidencia, cuatro ministerios… y decenas de miles de millones de euros en presupuestos. Para entender que le pasó a Iglesias y a Podemos hay que echar la rápida mirada hacia atrás en su meteórico ascenso.
Iglesias comenzó a ser una estrella mediática a mediados de 2011. En un contexto de crisis brutal en España y el mundo, diversos colectivos de izquierdas ‘toman’ el centro de Madrid con una histórica acampada en Puerta del Sol: el 15M. Meses de reivindicaciones populares, rabia, descontento social, aunque también ilusión de un sector que veía posibles cambios estructurales.
Asambleas ciudadanas para buscar soluciones a un contexto de ruina económica internacional. Ahí, en el ambiente asambleario callejero Iglesias se movía como pez en el agua y salió reforzado en su liderazgo. Tanto es así que logró aunar todas las fuerzas antisistema y de izquierdas y saltar con éxito a la política nacional con un partido nuevo: Podemos.
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‘RockStar’ en política
Uu éxito fue tan grande que se convirtió en una de las personas más famosas de España. Ocupando miles de minutos en todos los medios de comunicación del país. Su éxito se trasladó a las urnas al salir elegido Euro-Parlamentario en Bruselas en 2014 y un año después consiguió los mejores resultados de la historia en España para la extrema izquierda: 69 diputados en el congreso nacional y 5 millones de votos. Y estuvo a un paso de ser el partido de izquierdas más votado quedó a escaso votos del tradicional PSOE… Y desde ese punto: la caída libre una vez que alcanzó la gloria de la vicepresidencia del gobierno de España.
¿Por qué cayó estrepitosamente en poco menos de cinco años? Básicamente cayó por hacer exactamente todo lo contrario de lo que dijo que iba a hacer cuando llegara al poder. No sólo él, también la inmensa mayoría de las personas de su entorno y partido. Personas de escasa o nula experiencia profesional que les ha venido grande el cargo. Supuestamente llegaron para mejorar la democracia española y solo mejoraron sus bolsillos. La corrupción política sigue igual, el abuso, el derroche de los recursos públicos se multiplicaron.
Se dio una mezcla de soviético culto al líder, con un despótico ansia de poder y egocentrismo: tres años después, de los 6 fundadores de partido sólo quedaba él. Descarados tumbos y decisiones arbitrarias y de palanca, colocando a sus novias en puestos importantes, mientras relegaba a las ex cuando salían de su cama.
La purga no le salió gratis: sus antiguos compañeros le montaron competencia con partidos similares y provocó la división aún mayor del voto de izquierdas.
Pablo Iglesias y su polémica vida privada
Otro pecado fue la incoherencia entre su discurso político y su vida personal. Y no porque un político de izquierda no quiera o aspire a vivir bien, sino porque hizo lo contrario que juró no hacer: abandonar su barrio obrero de siempre para irse a vivir a una inmensa casa con jardín y piscina en el norte de la ciudad. Exceso de gastos, abuso de poder… daba la sensación de ‘nuevo rico’ de aprovecharse de todo mientras pudiera.
Su quimera de formar una confluencia de extrema izquierda anticapitalista, antisistema y blanqueadora de dictaduras socialistas logró conquistar por un tiempo a los más ingenuos, a los estudiantes y a los indignados en contra del sistema, que se sentían excluidos. Hasta que esas mismas personas se dieron cuenta que su vida no cambió en nada, y se sintieron traicionados.
Iglesias también pecó de soberbio, marcando distancias con el ‘pueblo’ y esa ‘gente’ a la que decía representar, pero a la que en realidad considera una masa bruta e incapaz de comprender lo que le conviene. Porque mientras el líder decide que “lo que le conviene” a la “gente” suela coincidir con lo que le conviene al “núcleo irradiador del Partido”. Y por supuesto una vez que está en el poder se alejó de la calle.
Sin solución a los problemas de siempre
Y lo más grave: la gente común, la ciudadanía, la clase media y baja (95% en España), tiene los mismos problemas, sino más grandes y peores. 10 años después de su irrupción política los españoles siguen teniendo: tasa de desempleo más elevada de Europa, precariedad laboral, difícil acceso a la vivienda a los jóvenes. Una década después le falló a la gente para enriquecerse él y su novia 50 veces más de lo que tenían cuando entraron en política.
Cuando arrancaron en la oposición decían que necesitaban llegar al poder para arreglar España. Ahora que lo tienen y España está en crisis, afirman sin despeinarse que la culpa la tienen los poderes oscuros. Siempre tienen excusas para todo. Lo cierto es que el papel de Podemos en el Gobierno ha sido lamentable en muchos casos. Si fuesen coherentes con su discurso romperían la coalición, pero entonces se les acabaría el sueldazo, el coche oficial, los escoltas, las niñeras y el vivir del cuento…
Podemos e Iglesias se han centrado en desarrollar una política excesivamente sectaria. Una política orientada hacia una parte muy limitada de los suyos y por supuesto una inmensa minoría de la ciudadanía en general. Políticas extremistas en ideología: agenda de género, falso feminismo divisorio, causas medioambientales, aborto, ruptura del modelo de estado nacional.
Políticas de modas y titulares de noticieros, pero muy vacío de trasfondo. Muy alejado de los problemas reales de los trabajadores, muy de espaldas a la política real, en contra de la calle.
Políticas de asfixia de impuestos, que unido a la inflación mundial no hace sino empobrecer a la gente día a día. Expertos en hacer promesas que no cumplirán, en repartir culpas, que nunca son suyas y, sobre todo, subir los impuestos, no para mejorar los servicios públicos, sino para repartir favores y cargos entre los amigos. Si hoy se hace una encuesta en España, ni un solo ciudadano dirá que los servicios públicos son mejores que hace 10-20 años… y sin embargo los impuestos han aumentado escandalosamente en este tiempo. Impuestos populistas a las grandes empresas que al final siempre pagan los mismos: los consumidores, usted y yo. Una mentira.
Hace una semana, mientras la gente del común sufre para llegar a fin de mes con su salario, la cúpula de Podemos alardeaba en redes sociales de carísimos viajes en avión privado a Nueva York, todo con cargo al presupuesto público. Tampoco parece muy inteligente su estrategia de comunicación.
Casta, casta, casta
Prometieron acabar con la ‘casta’ privilegiada y se convirtieron en el exponente más ‘wannabe’ de ella. Y evidentemente la mayoría de los ciudadanos no se lo perdonan. La salida de Iglesias de la política activa no pudo ser más humillante: quedó el último por detrás de 4 partidos en las votaciones regionales en Madrid, dónde él se presentaba como el salvador de su partido y se vio obligado a dimitir tras el ridículo resultado.
Hoy las encuestas dicen que Podemos sacaría casi seis veces menos de escaños (curules) que en 2015. En este orden de cosas, presidente Petro, si su espejo político es Pablo Iglesias y la guía Podemos por mal camino iría Colombia y usted mismo. Una cosa es hacer oposición asamblearia juvenil en Twitter, y otra bien distinta tomar decisiones para mejorar la vida de las personas… y no sólo de las personas de su entorno como ha hecho Iglesias.
La primera vez es fácil que te puedan mentir. La segunda, es porque te dejas engañar. ¿Tres veces? porque lo permites. Y partir de ahí es porque te gusta que te tomen el pelo. Eso siente la mayoría del votante inicial de Podemos. Que siente que Pablo Iglesias le engañó quedándose en la Asamblea de la Universidad y olvidándose de gobernar.
Ojalá Petro aprenda de los errores ajenos.