El barrio Nuevo Milenio de Puerto Berrío no tiene condiciones de habitabilidad, pero como todos los procesos de autoconstrucción en las márgenes de la centralidad, mantiene intacto el sueño de dignificar su territorio: agua potable, vías transitables, electrificación, que no haya hambre. En este barrio firmantes de paz del antiguo bloque Magdalena Medio realizaron una obra social consistente en una vía para beneficiar a una familia cuidadora de una persona en condición de discapacidad. Se busca que esta obra sea un TOAR (Trabajo y Obras con Contenido Reparador) en el marco de las sanciones propias de la JEP.
Pastor Alape junto a lideres sociales del territorio y firmantes de paz coordinó esta iniciativa que se suma a otras obras construidas mediante convites en los barrios El Oasis y Grecia, también para beneficiar a población vulnerable.
Manos a la obra
Amanda Durango es la mamá de Esteban López Durango, una persona en condición de discapacidad de 37 años de edad con movilidad reducida desde que nació. Lidera un hogar comunitario del ICBF y con el camino construido su hogar tiene otras condiciones. El papá de Esteban, Marco Tulio López, fue líder social en el Urabá y llegó desde el 2002 al Puerto, huyendo de la guerra.
Así como esta familia muchas personas que habitan el barrio fueron víctimas del desplazamiento forzado, no tienen trabajo estable y viven sin acueducto, ni electricidad permanente, ni agua potable. El barrio tiene mucha juventud, son las y los “nini”, ni estudian ni trabajan, están a merced de actores armados que operan en el territorio. Además son estigmatizados como sujetos “peligrosos”, “sin futuro”, “drogadictos…”
Llegar a estos barrios a hacer obras sociales es un acto de paz porque el convite (trabajo colectivo y olla comunitaria) convoca y reúne, hace ver la fuerza del trabajo colectivo en beneficio de la gente más humilde. Tiene mucho más significado reparador cuando lo hacemos los antiguos guerreros, junto al pueblo, sin prevenciones ni personalismos. Se participó con más de 20 firmantes de paz en unión con la comunidad.
No son actos de campaña o “proselitistas”, como lo dice Pastor Alape de manera reiterada: “esto tiene que ver con nuestro compromiso y anhelo de que la paz se construye con justicia social, esto es, traer la paz de manera que la gente la pueda tocar, en este caso que la gente pueda caminar la paz y poder mejorar una partecita de este callejón. Esto no resuelve las necesidades que tiene este municipio, pero sí podemos llevar un día de aliento y de integración con la comunidad. Esa es la responsabilidad que tenemos y el ejercicio que estamos haciendo los exguerrilleros que pertenecimos al bloque Magdalena Medio de las extintas FARC-EP. Es decir, desarrollando todas las acciones reparadoras y las acciones para la no repetición”.