Vías terciarias, Juntas de Acción Comunal: el camino a la solución o al desastre.

Los anuncios de la campaña sobre las vías terciarias van haciéndose realidad en el Gobierno. Gran noticia para el país por su carácter multipropósito: redención del campo por facilitar su competitividad e impactar positivamente en la seguridad alimentaria y en la exportación de productos del campo cuyos mercados mundiales estarán permanentemente en ascenso, una fuerte herramienta de paz y de integración y una dura talanquera contra el narcotráfico y la guerra que genera.

Este “qué” tiene que ser un propósito nacional; solo la miopía o intereses oscuros de los Gobiernos anteriores no le dieron la prioridad que requería. Ahora que el Gobierno tiene la buena intención de buscar la solución tenemos que estar cuidando el “cómo” lograr todos esos beneficios para los actores directos y para todo el país: el solo hecho de tener cómo sacar una cosecha de yuca y que pueda competir dentro de la economía campesina contra la coca (que no necesita la misma logística: se puede transportar un kilo de pasta de coca sin vías regionales, aún a pie. Ver referencias (1) y (5)), representaría un cambio de proporciones enormes para la historia nacional. Pero tenemos un riesgo que nos podría llevar a un desastre, mucho peor de lo actual.

La fórmula para mejorar y ampliar el inventario de vías terciarias, veredales, vecinales o regionales, como se les quiera identificar, está ya muy desarrollada en nuestra propia Colombia y nada menos que en departamento del Cauca, quizás el de mayor conflicto. Y lo más paradójico es que hoy en día se exporta permanentemente esa experiencia a través de los organismos multilaterales que sí han sabido aprovecharla y la llevan a otros países en donde han avanzado lo que nosotros no hemos podido. Es increíble esto. Ver referencias (1), (3) y (4). Hay experiencias en el Invías, incluso con Cooperativas de Trabajo Asociado, que al parecer van funcionando bien desde tiempo atrás. Faltan implementar mejores soluciones de pavimento que la llamada “placa-huella” que resulta muy costosa frente a las más de 240 patentes de productos y tecnologías que existen en EE. UU (sin contar las que haya en otros lugares del mundo). Esto es importantísimo porque el atraso que tenemos es monumental y así mismo la inversión requerida. Tendríamos del orden de 325,000 kilómetros de vías en el campo colombiano. Solo unos 15,000 kilómetros estarían en buen estado. Ver referencias (3) y (4).

Los anuncios sobre la idea de que las Juntas de Acción Comunal -JAcs- puedan ser contratistas del Estado, causan preocupación porque de ser verdad muy posiblemente se enturbiaría el resultado, tanto desde el lo técnico como desde lo político.

Desde lo técnico es inconcebible que se vaya a preparar el camino para que las vías terciarias no tengan ingeniería; esto asegura, de una vez, que en el mediano plazo obtendremos un fracaso, tanto funcional en las mismas vías como ambiental. Si los profesionales de las disciplinas que deben intervenir, ingenieros civiles, de vías y transporte, ambiental y de proyectos, realizando labores de diseño, dirección técnica, construcción en los casos de vías nuevas, interventoría, control, enseñanza y capacitación entre otras, no van a ser parte del desarrollo de esta infraestructura, deberíamos entonces preguntarnos ¿por qué en el mundo sí se necesitan y en nuestro país no? Algo no cuadra. Desde luego, como en la mayéutica socrática, sabemos la respuesta: el resultado no sería bueno, pronto esas carreteras tendrán una disponibilidad bajísima por derrumbes y destrucción por agua lluvia principalmente además de causar unas heridas irremediables al medio ambiente por deforestación y erosión, sin contar que seguramente serán mucho más caras porque serán pensadas para pasar por las fincas de los más influyentes en las localidades y no siguiendo el bien general, y no contarán con formas nuevas de pavimentar mejores y menos caras. Sería un error absurdo.

Desde lo político no es menor el impacto negativo posible. Las JACs deberían ser en su esencia organismos participativos buscando el bien común local. Pero en nuestro medio pueden ser presa fácil de las ambiciones personales y eso se conecta automáticamente con los políticos que ofrecen facilitar las adjudicaciones de partidas para los caminos que se propongan a cambio de votos y de corrupción. Y los políticos saben perfectamente cómo hacerlo: de hecho, las vías han sido la caja preferida con la que los políticos se llevan los recursos públicos a sus bolsillos y al de los electores inescrupulosos que les venden su voto, y así logran reelegirse una y otra vez. Un verdadero atentado contra la democracia pero que lamentablemente vivimos cada vez que hay elecciones.

Los políticos siempre piensan en reelegirse una y otra vez: ¿por qué no lo harían los de este Gobierno? El resultado sería pocas y malas vías terciarias, echando al traste todos los beneficios citados y generando una enorme corrupción llevada hasta las entrañas mismas de nuestra ruralidad. Esa, en la que se quejan de que no les llega el Estado. Con este funesto resultado, sí les habría llegado y con su característica más pronunciada: la corrupción generalizada.

Para escribir estas líneas conté con un valioso panel de ingenieros expertos con quienes discutimos detalladamente la integralidad del tema después de lo cual logré obtener estas conclusiones.  Estuvo Otoniel Fernández, el mencionado experto internacional aprovechado en otros países de la mano del BID, la CAF y el Banco Mundial, pero desperdiciado aquí, donde más lo necesitamos porque es en Colombia donde tenemos el problema asfixiante del narcotráfico; sus aportes en el conocimiento exacto de lo que pueden o no pueden hacer las JACs y cómo tener éxito involucrando plenamente a las comunidades campesinas en su desarrollo: todo está ya inventado, todo está ya probado, todo ha sido exitoso. Conté también con el conocimiento en contratación de los ingenieros Rodrigo Fernandez, muy conocido por sus trinos en contra de corrupción en las licitaciones, Jorge Enrique Montoya e Ivan Rodriguez, quienes adicionalmente llevan años estudiando las vías terciarias.

Gran parte de la paz total pasa por las vías campesinas. El Gobierno Petro tiene una enorme oportunidad de pasar a la historia por dejar un gran legado o por generar un desastre. Hay que lograr mantener las vías actuales y hacer muchísimas más. Implica un esfuerzo descomunal pero también así de grande sería el éxito. Hagamos la contratación correctamente, con la técnica necesaria y una gran participación campesina. Que todos ganemos en el país. Y ese gran legado le propiciaría más éxitos dentro de una creciente democracia. El camino contrario sería un desastre para el país, para la democracia y una herida profunda en la Colombia profunda. Cuidado.

 

Artículos antecedentes que ayudan a comprender todo el tema tratado:

(1) A pico y pala las vías terciarias para la paz, la prosperidad y ahora para la post pandemia, ConfidencialColombia, 2020

(2) La pequeña y mediana ingeniería está muriendo por la endemia de la corrupción en la contratación estatal, ConfidencialColombia, 2021

(3) Los caminos de la vereda campesina, de la paz y la prosperidad, a pico y pala (1/2), ConfidencialColombia, 2022

(4) Los caminos de la vereda campesina, de la paz y la prosperidad, a pico y pala, ConfidencialColombia, 2022

(5) Agricultores pequeños: productividad similar, pero no así su competitividad, ConfidencialColombia, 2022