Por Juan Camilo Clavijo Martín
Si el hombre reconociese que también el universo puede amar y sufrir, se reconciliaría.
(El mito de Sisifo, Albert Camus)
Aunque Camus trata en este ensayo la constante cercanía entre la vida y la muerte, mi espíritu verde y sostenible se quedo clavado en esa frase. Pensando y soñando, si todos fuéramos conscientes que la naturaleza que nos rodea siente y razona igual que nosotros (y está comprobado científicamente), tal vez la crisis climática no existiría.
La misma idea que me hizo quedar en esa oración, me impulsa a estar al tanto de nuevas tecnologías verdes y de las mejores prácticas para reducir mi huella de carbono y mi consumo de energía. Por eso, vehículos eléctricos, uso de la bicicleta, el transporte público, o reducción del consumismo, están en mi diario vivir.
Sin embargo, a medida que más me informo, me encuentro con la triste realidad que no importa cuánto haga, siempre seré un agente abusador de los recursos naturales o de los más débiles. Hay una realidad clara: para consumir sosteniblemente, se necesitan materiales que se extraen de maneras no muy verdes, ni humanas.
Comencemos con el caso del litio. La carrera hacia las cero emisiones depende en gran medida del litio: para impulsar vehículos eléctricos, almacenar energía eólica y solar. Este elemento de la tabla periódica es uno de los principales protagonistas de la transformación económica y de infraestructuras que estamos viviendo en la actualidad. Nuestra dependencia del litio recuerda la del petróleo y el carbón, que transformaron nuestra sociedad durante la revolución industrial.
Con las poderosas cualidades “curativas” y “paliativas” del litio sobre los efectos del cambio climático, es necesario considerar los posibles efectos secundarios y comunicarlos de manera transparente. Estos efectos secundarios incluyen: uso de grandes cantidades de agua y contaminación relacionada; aumento potencial de las emisiones de dióxido de carbono; producción de grandes cantidades de desechos minerales; aumento de los problemas respiratorios; alteración del ciclo hidrológico.
En Sudamérica (Chile, Argentina y Bolivia), se encuentran las mayores reservas de Litio del mundo. Este mineral se encuentra en territorios áridos, donde el acceso al agua es clave para las comunidades locales y sus medios de vida, así como para la flora y fauna local. En Atacama (Chile), la minería consume, contamina y desvía los escasos recursos hídricos lejos de las comunidades locales.
La producción de litio a través de estanques de evaporación utiliza alrededor de 21 millones de litros por día. Se necesitan aproximadamente 2,2 millones de litros de agua para producir una tonelada de litio. “La extracción de litio ha provocado conflictos relacionados con el agua en diferentes comunidades, como la comunidad de Toconao en el norte de Chile”, especifica el informe de FoE.ico.
Sabemos que cualquier tipo de extracción de recursos es perjudicial para el planeta. Esto se debe a que la eliminación de estas materias primas puede provocar la degradación del suelo, la escasez de agua, la pérdida de biodiversidad, el daño a las funciones de los ecosistemas y un aumento del calentamiento global.
Pero cuando pensamos en extracción, pensamos en combustibles fósiles como el carbón y el gas. Desafortunadamente, el litio también cae bajo el mismo paraguas, a pesar de allanar el camino para un futuro eléctrico. El litio puede describirse como el mineral no renovable que hace posible la energía renovable, a menudo promocionado como el próximo petróleo.
Por otro lado, las tierras raras (también minerales), a pesar de su nombre, no son raras. Estas comprenden 17 elementos metálicos, incluidos los lantánidos, el escandio y el itrio. Estos materiales se utilizan en muchas de nuestras tecnologías electrónicas y modernas, y forman muchos productos de alta tecnología, como discos duros para computadoras, vehículos eléctricos e híbridos, monitores y televisores de pantalla plana, e incluso otras formas de pantallas electrónicas, láseres, sistemas de radar y sonar.
China está poniendo gran parte de sus esfuerzos en extraer este tipo de materiales. Este país está explotando tierras raras al remoto estado de Kachin, en la vecina Myanmar, impulsada por el auge de la demanda de este tipo de minerales, creando una catástrofe ambiental en el área, según la organización de derechos humanos con sede en el Reino Unido, Global Witness.
El crecimiento de estas minas fue facilitado por un señor de la guerra local e impulsado por la decisión de China desde 2016 de cerrar las minas ilegales de tierras raras, que degradaban el medio ambiente en Ganzhou, en la provincia de Jiangxi, en territorio propio. En consecuencia, miles de chinos cruzaron a Myanmar para trabajar en las minas. Se estima que 16,000 personas se mudaron de Ganzhou entre 2016 y 2019.
Los trabajadores chinos representan aproximadamente la mitad de los empleados en cada mina, según una encuesta de residentes de 2018. Los trabajadores chinos realizan los roles calificados, mientras que los trabajadores birmanos, incluidos los niños, realizan la mayor parte del trabajo manual, según la misma organización.
Las importaciones se detuvieron brevemente debido a los cierres de fronteras impuestos por China para contrarrestar la propagación de COVID, pero se dispararon en más $200 millones de dólares en 2021. Existe la sospecha que estas ganancias ayuden a financiar la represión del ejército contra el pueblo birmano. Los ciudadanos del estado de Kachin dicen que estas operaciones mineras no reguladas han tenido un impacto devastador en los ecosistemas locales.
Global Witness afirma que el comercio de tierras raras se ha disparado desde que los militares tomaron el poder en Myanmar y la frontera se reabrió después de que “los empresarios negociaron acuerdos secretos con las milicias que controlan la Región Especial 1 de Kachin”.
Con este tipo de información me quedo sin herramientas en mi lucha personal contra la crisis climática, que inevitablemente me lleva al cinismo y a vivir el momento, sin pensar en las consecuencias más adelante. A veces envidio a quienes no se informan de este tipo de cosas, los inconscientes o los negacionistas del cambio climático, creo que viven un poco mas tranquilos que yo.
¿Qué solución tengo a esto? Saber que no importa lo que haga contaminaré y produciré residuos. Como los adictos (a cualquier cosa) al ser consciente del problema, encontraré la solución. No la puedo compartir, porque no la tengo, pero ya se que vivimos en una sostenibilidad insostenible.