El 25 de noviembre de 1960, Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, fueron asesinadas por orden del dictador Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana. La historia de estas hermanas, se convierte en el hito que, desde la Organización de Naciones Unidas, en 1991 establece el día internacional de la lucha contra la violencia contra las mujeres. Cada 25 se da inicio a 16 días de activismo, con el fin de destacar las acciones mas urgentes para garantizar la eliminación de estas violencias.
Este año la urgencia a destacar es la violencia digital, una violencia silenciosa que crece sin que podamos detectarla fácilmente y que alcanza rápidamente y por diferentes canales a niñas y mujeres en todo el mundo. Hoy, más de 1.8 mil millones de mujeres han sido víctimas de algún tipo de agresión en línea, pero el daño no cesa cuando las pantallas se apagan, las afectaciones por este tipo de violencia cruza al mundo real afectando la salud emocional, la integridad física y la estabilidad económica de millones de mujeres en todo el mundo. En el contexto de la violencia directa, vivimos en un mundo en donde una de cada tres mujeres ha experimentado violencia física o sexual; a este escenario profundamente desigual se suma la expansión de herramientas de inteligencia artificial, muchas de ellas creadas sin perspectiva de género y entrenadas con datos que reproducen patrones misóginos. El resultado es una tormenta miedosa: la tecnología amplifica la violencia preexistente y crea nuevas vías para atacar, más rápidas, más sutiles y difíciles de rastrear.
La violencia digital aparece de múltiples formas que van desde el ciberacoso constante a través de mensajes ofensivos, amenazas y rumores, hasta la sextorsión basada en imágenes íntimas reales o manipuladas. También se manifiesta en el grooming, donde adultos engañan a menores para fines de abuso sexual, así como en la suplantación de identidad con el objetivo de engañar, robar información o destruir reputaciones. La difusión no consentida de imágenes íntimas, el doxeo que expone datos personales con fines de intimidación, los ataques coordinados, el troleo y el hostigamiento sexual forman parte de una larga lista de agresiones normalizadas en línea.
Las cifras son alarmantes. Según datos expuestos por ONU Mujeres (2025), el 38 % de las mujeres ha vivido violencia digital en lo personal, y el 85 % ha sido testigo de que se ejerza contra otras; afectando el trabajo, la vida cotidiana, las relaciones personales y la salud mental de sus víctimas.
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En este escenario, la inteligencia artificial se ha convertido en un nuevo potenciador de violencia. La creación de ultrafalsos o deepfakes pornográficos es más que inquietante. Según la misma organización (2025), entre el 90 y el 95 % de estos contenidos se crean para mostrar imágenes sexuales no consentidas de mujeres, y su producción se ha disparado más de un 550 % en tan solo cuatro años. Las víctimas se enfrentan a un material que puede reproducirse, copiarse y circular indefinidamente, lo que hace casi imposible eliminarlo por completo. La IA también permite suplantaciones de identidad más sofisticadas y formas de engaño mediante bots conversacionales capaces de simular personas reales, lo que facilita nuevas modalidades de estafa y acoso. Incluso se emplea para construir campañas de doxeo personalizadas, utilizando el propio lenguaje de la víctima para amplificar el impacto emocional del ataque. La tecnología se convierte en una herramienta de abuso, porque es accesible, rápida y difícil de rastrear.
Mientras tanto, las leyes avanzan a un ritmo insuficiente. La iniciativa de este 25 de noviembre busca llamar la atención sobre la deficiencia legislativa de la mayor parte del mundo en donde menos del 40 % de los países cuentan con normativas que protejan a las mujeres contra el acoso digital, y aun donde existen, su aplicación es desigual o limitada. No basta con sancionar; hace falta transformar el ecosistema que permite que estas violencias ocurran con tanta impunidad. Algunos avances —como la Ley Olimpia en México, la Ley de Seguridad en Línea en el Reino Unido o el marco regulatorio de la Unión Europea sobre IA— representan pasos valiosos, pero aún insuficientes.
Hay acciones concretas que todas las personas podemos adoptar para construir entornos digitales más seguros. La primera es educarnos: comprender cómo funcionan estas tecnologías, reconocer sus riesgos, prevenirlos y hablar abiertamente sobre el abuso digital identificando sus modalidades. La segunda es protegernos y proteger a las y los menores de edad, mediante contraseñas seguras, verificación en dos pasos, perfiles privados, revisiones regulares de privacidad, control parental y regulaciones claras sobre el uso y el acceso a las redes sociales. La tercera es actuar: exigir responsabilidad a plataformas, gobiernos y empresas tecnológicas; apoyar iniciativas feministas; compartir campañas; y participar en espacios donde se construyen las reglas del mundo digital.
La violencia digital contra las mujeres no puede ser un daño colateral inevitable del progreso tecnológico; es un síntoma de desigualdades históricas que se van adaptando y acogiendo a nuevas formas. Regular no es lo contrario de innovar; regular es garantizar que la innovación sirva al bien común. Es posible crear un ecosistema digital que proteja, en vez de exponer; que acompañe, en vez de silenciar; que permita a las mujeres habitar internet sin miedo.
La violencia digital crece. Pero también crece nuestra capacidad de nombrarla, comprenderla y enfrentarla. El momento de actuar es ahora, antes de que la tecnología avance más rápido que los derechos de las mujeres que busca transformar. Si la violencia digital no conoce fronteras; las soluciones, tampoco deberían conocerlas.
Para seguir hablando sobre este y otros temas relacionados, los invitamos a participar en el: 4to. Encuentro de Diversidades e Inclusión. De los desafíos a las soluciones. El próximo miércoles, diciembre 3 de 2025, en la Universidad El Bosque, Auditorio Fundadores Registro a partir de las 7:00 a. m. Cupos limitados, inscríbete aquí y asegura tu participación: https://forms.office.com/r/2HqquLdcws
Mariana Vásquez Cortés
Directora del Centro de Diversidad, Equidad e Inclusión de la Universidad El Bosque
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