Hay gigantes que destacan, inmensos, como la estatua del Coloso a la entrada del Puerto de la Antigua Rodas. Y, como las estatuas, proyectan multitud de imágenes, con luces y sombras según, la perspectiva que se mire. Diego Armando Maradona era un gigante. Su vida nos da una oportunidad única para analizar la reputación desde su figura y su legado (lo bonito, lo feo y más).
Esto de la reputación suena a algo complicado y lejano. Pero es algo muy sencillo: lo que pensamos de una empresa, una persona e incluso, un país. Todas nuestras percepciones sobre ese sujeto. Para simplificar algo tan variado, los profesionales del sector utilizamos “modelos”, que es organizar ese aluvión de percepciones, para ordenarlas y entenderlas. El modelo más conocido y utilizado es el RepTrak® del Reputation Institute.
La reputación se siente como una emoción: ¿confió, admiro, tengo una buena imagen, respeto a esa persona (o empresa)? Esta ha demostrado la mejor forma de poder medir la reputación. Sin embargo, estas emociones no terminan de explicarnos de dónde surge y a dónde fluye esa reputación. Y, sobre todo, como podemos mejorarla.
La reputación se gestiona de forma racional mediante las palancas de negocio que conforman toda la relación y operación de la empresa. Para una persona, sería lo que hace y dice en los diferentes ámbitos de su vida (profesional, familiar, pública, etc). El Reputation Institute las ha resumido en 7 dimensiones clave: oferta, innovación, trabajo, ciudadanía, integridad, liderazgo y finanzas. Estos factores están optimizados para una empresa, pero también se pueden aplicar a un individuo. Veamos.
El gran astro argentino ha sido, sin duda, uno de los genios de su profesión. Está considerado, unánimemente como el mejor jugador de su generación, y uno de los 5 mejores de todos los tiempos. Y, para un futbolista, ese es su producto, su “oferta”. Es esta dimensión la que hace una figura inmortal a Maradona. En este punto, que es, probablemente, el más relevante para un futbolista, estamos hablando de la mejor reputación posible. Un 10. Unamos a esta, la dimensión de “innovación”, ya que Diego Armando era toda una baraja de sorpresas y genialidades. Pongamos 8 (ya que no cambió ninguna estructura fundamental del juego, aunque lo ayudó a mejorar y progresar como deporte, arte y espectáculo).
Pasemos a dos facetas (dimensiones) que están relacionadas con la proyección en la sociedad de Maradona: su liderazgo y su mecenazgo (que podemos asimilar al “desempeño financiero” de un personaje público). En este punto la valoración es dispersa y genera una valoración neutra (un 5). Maradona, como líder de opinión, dio su apoyo incondicional a una corriente política que podemos enmarcar en “la revolución bolivariana”, inscribiéndose en el ala más de izquierda del peronismo argentino (el “primo austral” del chavismo). Sin entrar en valoraciones políticas, si podemos decir que ese liderazgo generar resultados catastróficos en lo económico. Los Kirchner fueron aupados al poder con la ayuda de Maradona. Y arrasaron con Argentina. Un 2 sobre 10. Sin embargo, hay que reconocerle al Pive una clara conciencia y compromiso social, abanderando y financiando causas loables, que han mejorado la calidad de vida de los más desfavorecidos. En este sentido, podemos decir que su “retorno financiero a la sociedad” es positivo. Pongamos un 8 sobre 10 (no es un gran revolucionario en este campo, como, por ejemplo, Bill Gates).
Las siguientes dimensiones del modelo RepTrak® son las llamadas “de Responsabilidad Social”: condiciones laborales (trabajo), compromiso con la sociedad (ciudadanía) y buen gobierno, honestidad (o integridad). La primera dimensión (trabajo), no aplica, ya que no tenemos una percepción clara de cómo trataba Maradona a las personas que trabajaban para él. Lo dejamos en blanco por desconocimiento. ¿Y qué podemos decir del buen gobierno y la ética de Diego Armando Maradona? ¿Cómo valoramos su rol como “ejemplo social” o “buen ciudadano” que cumple las leyes? No es el momento de entrar en un repaso de sus infiernos personales. Son de todos conocidos. Y sabemos que no constituyen el ejemplo de un deportista de élite, de una figura ejemplar o de un modelo de conducta. Si me gustaría mencionar en uno de sus episodios más famosos: “la mano de Dios”. Este constituye un punto y a parte en lo que para la sociedad significa ser un deportista de élite. Es una triste caída del ideal Olímpico del juego limpio y el esfuerzo, a un ejemplo del “todo vale”, siempre que te sirva para ganar y lo cuentes con gracia. Es el “trumpismo electoral” llevado al deporte. Tan solo digamos que, en estas dimensiones, el gran astro argentino le lleva un 2 sobre 10 (porque tampoco mató a nadie).
Al final vemos que la media de reputación “racional” de DAM es de un 5,3. ¿Quiere esto decir que tiene una baja reputación? En realidad, la reputación es emocional (confía, admira, respeta, tiene buena imagen). Los factores racionales solo ayudan a explicar y gestionar. Y en esta emoción podemos suponer una mayor puntuación (sin alcanzar el excelente, pero muy por encima de la media de los mortales). Esto es lo que los expertos llaman “el halo emocional positivo”. Es decir: “queremos” más al personaje de lo que un análisis más sistemático nos daría a entender. Es lo que podemos llamar “cariño”. Y creo que lo mejor es acabar aquí, notando el cariño y afecto que le brinda el mundo entero a este genio del futbol que vivió una vida de enormes luces y grandes sombras.