Foto: tomada de notiamerica.com
El ministro de Medioambiente de Brasil, Joaquim Leite, ha criticado este martes a los “líderes y empresarios” que han acudido en aviones privados estos días a Egipto para asistir a la cumbre del clima de Naciones Unidas (COP27), a la que por segunda vez el aún presidente, Jair Bolsonaro, rechazó acudir.
“Filántropos, líderes y empresarios y su siempre exagerada cantidad de asesores llegaron en jets privados al lujoso balneario del mar Rojo para exigir a otros objetivos de reducción de emisiones”, ha criticado Leite después de que se supiera que el presidente electo, Luiz Inácio Lula da Silva, viajó en uno de estos aviones.
Leite ha desestimado las propuestas de quienes han acudido a la cita del clima en la ciudad egipcia de Sharm el Sheij por estar “completamente desconectados de la realidad de las diferentes regiones de Brasil y del mundo”, en referencia por ejemplo al uso de “coches modernos de hidrógeno o cien por cien eléctricos”.
“Los gobiernos tienen la responsabilidad de actuar en esta agenda con racionalidad sin discursos populistas y utópicos”, ha dicho Leite, durante su intervención en la cumbre del clima a la que un año más no ha acudido Bolsonaro, fuertemente reprendido por sus políticas medioambientales.
Si bien el año pasado decidió no asistir a la cita que se celebró en Glasgow después de ser criticado por su gestión de los incendios en la Amazonía, en esta ocasión, tanto esta cumbre como la del G20 que se celebra en Bali, Indonesia, ha coincidido con su derrota en las elecciones, la cual ha hecho que se autoimponga una suerte de reclusión voluntaria mientras Lula ejerce ya de presidente.
Desde que perdió las elecciones el pasado 30 de octubre, rara vez Bolsonaro ha salido del Palacio de la Alvorada, la residencia oficial del presidente, y ha limitado al máximo sus intervenciones a través de redes sociales.
Sus aliados y compañeros de partido han pasado de la comprensión inicial a cierto enfado por su ostracismo y le reprochan no estar haciendo lo suficiente para ser el líder que la oposición necesita, mientras sus seguidores siguen apostados en las calles pregonando reclamos golpistas y protestando por la victoria de Lula.