El senador Antonio Sanguino, quien vivió en Valledupar durante su niñez y adolescencia no le correspondió tomar el tren para viajar a Santa Marta a estudiar en el Liceo Celedón, como si le tocó a Escalona y sus amigos, por ser de una generación posterior a la del autor de ‘El Testamento’.
Sanguino nació en la Jagua de Ibiríco, fue registrado en Ocaña, Norte de Santander, pero crece en Valledupar, Cesar. Sus padres son campesinos, nacieron en la región del Catatumbo, de donde huyeron en los años 50 por la fuerte ola de violencia que azota a la región desde mucho tiempo atrás.
Vivir durante ese tiempo en el departamento de Cesar, hizo que conociera a las familias Gnecco, Molina, Araujo, Castro, Campo Soto, y toda la élite vallenata que más adelante conformaría clanes políticos que de una u otra forma se fueron apoderando de los destinos de la región.
Por ser de una familia humilde, tuvo que padecer las discriminaciones de la época, una de ellas, estudiar en la jornada de la tarde en el Colegio Nacional Loperena porque en la jornada de la mañana estudiaban los hijos de las familias pudientes.
Creció en el barrio 1 de Mayo de Valledupar, una zona de invasión. Más adelante en el barrio 12 de octubre y por último en el barrio La Granja. En las calles polvorientas donde vivió por mucho tiempo, jugó fútbol, bola de trapo, trompo, elevó cometas, etc.
Era también la época en que los jóvenes llevaban serenatas cantando por las calles de Valledupar, acompañados con la guitarra o con el acordeón, para enamorar a las muchachas, cosa que también hizo a pesar de que no se considera buen cantante. Leía muchísimo los libros de Gabriel García Márquez.
Desde muy pequeño asistía a los festivales vallenatos para acompañar a Omar Geles, un acordeonero con quien es contemporáneo, y de quien le gusta mucho la manera cómo interpreta el instrumento. Sus cantantes vallenatos favoritos fueron Diomedes Díaz, Rafael Orozco y Jorge Oñate.
Sanguino reconoce que su mamá sufría mucho por sus inclinaciones ideológicas de izquierda que mostró desde muy pequeño, en un ambiente de violencia nacional bastante fuerte, donde no solo la intolerancia política estaba a flor de piel en todo el territorio nacional, sino donde además se presentaba la conformación de guerrillas y el surgimiento de grupos de extrema derecha, muchas veces ayudados por las élites regionales.
Para ‘Toño’, como le llaman sus amigos, fue muy curioso tener un pensamiento de izquierda y crecer en medio de una familia bastante conservadora, en donde cuestionar la existencia de Dios era considerada una herejía o exaltar a Gaitán era una especie de ofensa. Pero le tranquilizaba saber que no era el único que creía en la lucha por las causas sociales. Juan Antonio, su hermano mayor, también militó en los grupos de izquierda estudiantiles mientras estudiaba en la universidad de Antioquia en Medellín.
Cuando tenía ocho años, junto a sus padres ocupó un predio en los terrenos en donde hoy se ubica el aeropuerto, siendo desalojados por la Policía y posteriormente detenidos, ese hecho lo marcó toda la vida y fue lo que hizo que se inclinara por las causas sociales. Lo anterior sumado, a las charlas con su profesora de historia en el bachillerato.
En el colegio participó de núcleos de estudios donde se hablaba de la teoría marxista, economía, política, etc., estos grupos ya estaban conectados con el movimiento sindical y los trabajadores de Cicolac.
Junto con un nutrido grupo de compañeros de colegio, fundaron la Federación de Estudiantes del Cesar, con ideología de izquierda bastante marcada, utilizando como ícono al Che Guevara y la influencia del cura Camilo Torres, Jaime Batemán y la revolución sandinista.
Terminó el bachillerato y se decidió por estudiar historia y sociología, motivado por lo que conocía del Cura Camilo Torres y Orlando Fals Borda.
Al llegar a la Universidad Industrial de Santander en la ciudad de Bucaramanga en el departamento de Santander, un territorio donde el ELN tenía una gran influencia, participó en un grupo estudiantil que se llamaba el Frente Estudiantil Revolucionario Sin Permiso. Más adelante, este grupo ingresó a una organización más grande que se llamó, ´A Luchar’, en donde se conoció con personajes que de una u otra forma, hoy participan en la vida pública nacional como el analista político León Valencia, la periodista Marta Ruiz, el excandidato al senado Antonio López, el exgerente del Acueducto de Bogotá, Edgar Ruiz, etc., con quienes luego militó en la insurgencia.
No ejercicio actividad en la guerrilla rural del ELN, porque su actividad era más política en las ciudades, sin embargo de vez en cuando debía desplazarse al campo, y reconoce que le causó mucha dificultad porque su vida era más citadina.
El asesinato de su hermano, la caída del Muro de Berlín, el proceso de paz del M19, etc., le hicieron caer en cuenta tanto a él, como a otras personas de la organización insurgente en la que participaban, que la guerra no era el camino, y es entonces cuando se introducen en un proceso de paz exitoso que hoy se conoce como el de la Corriente de Renovación Socialista en los años 90.
A partir de ese momento se dedica a participar en temas de paz y reconciliación, la enseñanza en las universidades y la elaboración de proyectos y diagnósticos en temas de resolución de conflictos, diálogos y convivencia, tanto en el CINEP como en la Corporación Nuevo Arco Iris, en donde fue su director ejecutivo y presidente.
Por un tiempo hizo campaña a favor de la abstención por lo que le resultó un tanto extraño verse en la búsqueda de votos para acceder a un cargo de elección popular, por esto cuando inicia su campaña política para lograr una silla en el Concejo de Bogotá, primero debe hacer un ejercicio de reingeniería mental para convencer a la gente de que debían apoyar su causa.
Lo eligen entonces concejal de Bogotá en el año 2007, cargo que ocupa en tres ocasiones consecutivas y al que renuncia para buscar una curul en el Senado de la República en el año 2018.
Nunca se imaginó que podía llegar a ocupar un lugar en uno de los poderes del Estado (legislativo), su idea de joven era ser un buen sociólogo, no más.
Su encuentro con Álvaro Uribe en el Senado de la República, con quien es ideológicamente opuesto, lo considera como un ejercicio interesante y excepcional, además porque coincidió con la presencia de los miembros de las Farc, quienes salían de la guerra para participar en la política.
Antonio Sanguino, busca su reelección en el Senado de la República por la Alianza Verde, sin saber si este será su último período en el Congreso de la República o si se dedica por buscar un tercer período en el cargo. No le trasnocha saber que pasará mañana, vive el momento y lo disfruta con toda la intensidad del caso.
Hay quienes le invitan a buscar la Alcaldía de Bogotá, otros la gobernación del Cesar, pero a Sanguino lo único que le preocupa por el momento es obtener por un período más la curul en el Senado y ser participe desde el Congreso de la República, del cambio en la mirada que hoy se tiene en el país, que según él, se dará en el próximo gobierno, en el que tiene la clara esperanza, que no será de derecha.