Con un ejercicio de introspección, Isabel Valencia dio a conocer Como entrar y salir de un laberinto, el álbum debut de Wonderfox, proyecto que ella lidera y que germinó hace 10 años.
Además de multi-instrumentalista, Isabel Valencia actualmente es también la bajista de La Pestilencia, la mítica banda de rock bogotana. Está radicada en Los Ángeles, California, ciudad en la que grabó la mayoría de este proyecto.
Este álbum se adentra en un coctel con temáticas crudas, oscuras y reflexivas con tres etapas que narran cómo se entra, cómo se está y cómo se sale de un laberinto. La narrativa tiene una alta carga emocional con sonidos que viajan entre e shoegaze o dream pop. Ella ya había lanzado con antelación varios sencillos con buena acogida en el público.
Confidencial Colombia habló con Isabel Valencia sobre su trayectoria y su trabajo Como entrar y salir de un laberinto, que ya está disponible en todas las plataformas. A continuación lo que nos contó.
El EP de Juegos mentales se estrenó hace 10 años ¿Cómo marcó tu carrera este EP y desde entonces cómo ha sido ese proceso profesional para llegar a lo que eres hoy como artista?
Ese EP fue de mucho crecimiento, lo hice con el productor Thiago D’Errico… Y digamos que con él aprendí muchas cosas de la producción que se ven hoy en día. Me ayudó a poner los pies en la tierra y dar ese paso de tener más técnicas para hacer mi música. Fue un proceso muy lento porque trabajábamos cuando él tuviera tiempo y estaban pasando muchas cosas en mi vida. Por eso pasó tanto tiempo de ese EP hasta hoy.
Antes de hablar de tu nuevo álbum ¿Cómo llegas a ser integrante de La Pestilencia?
Ellos hicieron una audición. Yo conocía a Beto, el guitarrista. Habíamos compartido tocando música y entre chiste y chanza me dice: “¿Sabes qué? Estamos buscando bajista y estamos súper embalados porque ya se vienen conciertos y giras”, yo le dije: “Hey, yo toco el bajo”, y él: “¿Vos? No, no”, y yo: “Sí, yo toco el bajo”, entonces el man dijo: ”Pues yo no sé, yo les pregunto a ver”. Pasaron como tres meses y dije: “¡Ahh! Este man no me tomó en cuenta”, y luego me llamaron y me dijeron: “Mirá, vamos a hacer una audición, tres cancioncitas. Pa’ que sepas, hay 3 manes más adicionando”, y yo dije: “Sí ¿Cuáles?”, y ellos: ”Tal, tal y tal”, y yo: “Uy, esos manes son buenísimos”. Eran bajistas de muy buena calidad, me dije que no valía la pena ni siquiera hacer la audición. Mis amigos me dieron ánimo, hice la audición, creo que me fue muy bien (risas) y acá estoy.
Con Wonderfox y La Pestilencia podría decirse que el trabajo es doble y ambos proyectos son muy distantes ¿Cómo manejas ese equilibrio para dar lo mejor en cada proyecto?
Administro mucho el tiempo. Es mucha disciplina. No soy muy buena en ‘multitasking’, pero me enfoco mucho en cada uno. Cuando estoy en cada proyecto me enfoco 100 % y ese 100 % que le doy en el momento es lo que más ayuda a que las cosas salgan bien. Lo que dices, son muy diferentes, pero música es música y siempre llega al corazón no importa qué tan diferente es el género. Las dos me llenan bastante.
¿Cómo surge este álbum de Como entrar y salir de un laberinto?
Este álbum lo escribí mucho antes de la pandemia. Lo íbamos a sacar antes del 2020 y el mundo cambió y nos tocó cambiar los planes. Por alguna razón las canciones fueron evolucionando en significado. Cuando las escribí eran una especie de catarsis que tenía que ser personal. Había entrado en una crisis mental y describo ese proceso de cómo entré, cómo me quedé estancada y cómo logré salir del laberinto sabiendo que tengo la puerta detrás de mí. Ahora en pandemia esas canciones se volvieron metafóricas por la letra, pueden ser interpretadas de muchas maneras y ahora por el momento fueron muy llegadoras al corazón.
¿El hecho de que la pandemia se haya atravesado en el camino del álbum no incidió en algún cambio o intención del trabajo?
Para finales de noviembre ya habíamos masterizado el disco en Argentina. Fue coincidente, pero salió cuando tenía que salir y las cosas se dieron cuando se tenían que dar. Incluso la imagen del álbum se me ocurrió en sueños semanas antes de que decidiera qué iba a ser la portada del álbum.
Con No soy yo hablas un poco de esa ansiedad y en sí el álbum puede ser muy personal e introspección ¿No hay temor de tu parte a quedar expuesta ante el público de cierta manera?
¡Bastante! La verdad es que el miedo siempre me ha acompañado durante toda mi vida en muchos factores. Entonces es aprender a vivir con ese miedo y reconocer que soy humana, vulnerable, que cometo errores y que estamos aquí para mejorar, tratar de crecer y para demostrar que no soy la única persona que se siente así, de esta manera. Es mostrarles a las personas que no están solos, decir que está bien estar en esas etapas o sentimientos y que es valioso sentirlo.
Háblame un poco de la propuesta musical ¿El álbum salió exactamente como se pensó en un principio o hubo cambios en el camino? ¿Qué cambió o faltó?
Fue un álbum que fue evolucionando orgánicamente. Fue como si estuviera conduciendo por una carretera oscura y yo iba viendo la carretera poco a poco. Lo dejé fluir mucho y cuando grababa las guitarras, los arreglos y los pianos en la casa sentía que eso iba quedando bien. Incluso cuando lo llevé donde el productor Nicolás Staub, le dije que qué opinaba porque tenía el oído corrompido de tanto escuchar las canciones. Tratamos de ver las canciones objetivamente y me dijo: “¿Sabes? No le cambiaría nada, dejémoslas así, tal cual se van”. Entonces como las tenía en mi casa las pasamos al estudio, pusimos análogas todas las líneas y lo mezcló Nicolás. Yo me siento muy orgullosa de cómo salió el disco. Hay miles de errores, muchas cosas por aprender y siempre hay un espacio para crecer y mejorar, pero creo que era lo mejor que hicimos en el momento en el que estábamos con lo que teníamos.
¿Crees que en la vida uno atraviesa por varios laberintos?
Hay varios. De hecho, siento que por la portada encontré eso. Pensé mucho en –no en lo religioso- sino en lo espiritual con esas partes de cuerpo, alma y mente. Esas tres cosas siempre tienen que estar bien conectadas. Cada una tiene su laberinto y uno tiene que ver cómo lo desarrollas, cómo sobrevives, y cómo creces como persona.
¿Con qué proyección ves Wonderfox a futuro?
Mi idea es tener 5 álbumes antes de morir (risas). Un álbum por año. Seguir conectando con la gente y dejar que el proyecto fluya…
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