‘Iván Márquez’, devorado por las disidencias de las FARC que una vez soñó agrupar

Las últimas muertes de Hernán Darío Velázquez, ‘El Paisa’, y Henry Castellanos, ‘Romaña’, han golpeado tan fuertemente a Segunda Marquetalia y a su cada vez más debilitado líder, Luciano Marín Arango, alias ‘Iván Márquez’, que la llegada de una administración menos beligerante en las próximas elecciones y dispuesta a iniciar un nuevo diálogo, se antoja como su último camino para salir indemne de un conflicto que se prolonga ya desde hace más de cinco décadas.

“El mejor escenario que podría tener ‘Iván Márquez’ es que en el marco de las próximas elecciones de 2022, un elemento nuclear de la agenda del nuevo gobierno sea la negociación con el Ejército de Liberación Nacional (ELN)”, valora para Europa Press el profesor de Geografía Política en la Universidad Complutense de Madrid (UCM) e investigador Jerónimo Ríos Sierra.

“En un escenario como ése, y en aras de dar al mismo el carácter más integral posible, seguramente ‘Iván Márquez’ trataría de integrarse al proceso. Así, claro está, la eventual llegada de Gustavo Petro ofrecería el mejor contexto para que llegase a buen término”, explica Sierra.

A ‘Iván Márquez’ le queda agarrarse a esta posibilidad si quiere salir indemne de un conflicto armado que tras los acuerdos de La Habana se centra ahora más que nunca en las disputas de los diferentes actores armados que participan en él, más que en confrontar al Estado y las razones estructurales que motivan esta violencia.

Las muertes tanto de ‘El Paisa’ como de ‘Romaña’, así como la de Seuxis Pausias Hernández, alias ‘Jesús Santrich’, en mayo de este año, “tienen una grandísima importancia simbólica” y ponen a ‘Iván Márquez’ como posible “siguiente objetivo”.

“Hay muertes que son irreemplazables, y estas tres, en una estructura tan reducida como Segunda Marquetalia, son de gran relevancia. Es una constancia de la debilidad y exposición frente al resto de actores que hacen parte del nuevo conflicto armado que emerge tras la firma del acuerdo en 2016”, explica.

Entre los mejor situados, José Aldinever Sierra, alias ‘Zarco Aldinever’, y Géner García Molina, ‘Jhon 40’, este último, cuenta Sierra, “es el mejor ejemplo del sentido cambiante y oportunista de la violencia”.

“‘Jhon 40’ puede erigirse como referencia, pero no hay que olvidar su origen”, rompiendo con ‘Gentil Duarte’, con el acuerdo de paz y llegando incluso a amenazar a ‘Iván Márquez’. “Es una incorporación que por un lado le confiere réditos, en cuanto a recursos; pero por otro lado, se trata de una de las personas que mejor representa el lado más oscuro de una violencia asociada al narcotráfico y las acciones delictivas”, señala Sierra.

Futuro de la Segunda Marquetalia

Sierra, autor de varios libros sobre el conflicto colombiano, apunta que “desde el inicio se supo que era poco viable” el intento de ‘Iván Márquez por unir a todos las disidencias que rechazaron el acuerdo, evidenciado así que éste es ya “un conflicto muy despolitizado, profundamente inscrito en coyunturas locales y especialmente dinámico y cambiante”.

“Desde 2019 y durante todo 2020, se intentó buscar espacios de confluencia que no fructificaron. El reparto de áreas de interés tampoco pareció ser una solución, y el sueño de Segunda Marquetalia por estructurar a todos los otrora frentes de las FARC contrarios a los acuerdos de paz se supo que era poco viable”, relata Sierra.

La razón sería la posición de debilidad de Segunda Marquetalia frente a la disidencia dirigida por Miguel Botache Santillana, alias ‘Gentil Duarte’, quien desde el principio y a diferencia de ‘Iván Márquez’ y sus socios, siempre se opuso a las negociaciones con el Gobierno.

La posibilidad de que ‘Iván Márquez’ acabe por plegarse al mando de ‘Gentil Duarte’ como sostienen algunos analistas en Colombia no es compartida por Sierra, quien le conoció como “una persona fuertemente comprometida con el acuerdo, con el sentido político del conflicto, y con la necesidad de su superación por la vía negociada”.

“Me resisto a pensar que puede ser igual que ‘Gentil Duarte’, quien, motivado por los réditos de la violencia, y especialmente viendo cuál fue el resultado negativo del plebiscito, en octubre de 2016, consideró en contra de todo el secretariado (de las FARC), que la mejor opción era proseguir en la guerra”, cuenta el profesor Sierra para Europa Press.

Venezuela

La frontera entre Colombia y Venezuela es uno de los principales tableros en los que estos grupos dirimen sus ansias por controlar las rutas del narcotráfico y otras lucrativas actividades ilegales. Una zona rural de Elorza, en el estado venezolano de Apure, es el escenario en el que ‘Romaña’ y ‘El Paisa’ cayeron previsiblemente a manos del Frente 10, aliado de ‘Gentil Duarte’.

“La frontera entre Colombia y Venezuela es un lugar abandonado por ambos Estados. El arraigo de dinámicas asociadas a la violencia son previas, incluso, de la llegada de Hugo Chávez a la presidencia. En cualquier caso, la incapacidad o la omisión podría ser corresponsable y no sólo cuestión de Venezuela”, explica.

“Más allá de las carencias institucionales, el corredor fronterizo ofrece ventajas geográficas, sociales y económicas para la proliferación de acciones delictivas”, como “el contrabando de medicamentos, combustibles, alimentos, sumado al tráfico de drogas o la minería ilícita” que involucran a otros grupos como ELN, el Clan del Golfo, ‘Los Pelusos’, o ‘Los Puntilleros’.

La solución pasa, “sin desatender los aspectos estructurales e institucionales” que motivan esta violencia, por una política de cooperación entre ambos países, cuyas relaciones no atraviesan su mejor momento desde hace ya varios años.

“Combatir este tipo de amenaza, producida desde Colombia, para Venezuela supone destinar recursos y esfuerzos que no tienen un claro incentivo, vista la respuesta desde Bogotá. No olvidemos, en cualquier caso, que tanto Colombia como Venezuela son Estados con más territorio que soberanía”, explica Sierra.

Al mismo tiempo, las autoridades venezolanas, “superadas por las circunstancias”, pueden haberse visto obligadas “a replantear los términos” de su fuerza pública después de los ataques sufridos este año, “favoreciendo una mayor equidistancia en una ‘guerra que no es la suya'”.

Cinco años de Acuerdo

Esa supuesta inacción del Gobierno de Duque a la hora de poner en marcha de manera eficaz lo pactado en La Habana fue lo que motivó que ‘Iván Márquez’ se desligará del acuerdo y anunciara en agosto de 2019 su vuelta a las armas.

Desde 2016 se ha puesto en marcha el 30 por ciento de lo acordado, en especial aquello relacionado las víctimas, pero se ha dejado de lado lo relacionado con la reforma rural y la sustitución de los cultivos ilícitos. Puntos del acuerdo que afectan especialmente a los guerrilleros desmovilizados, a merced de grupos armados como demuestran los casi 300 que han sido asesinados desde entonces.

Este conflicto de medio siglo de existencia necesita, explica Sierra, veinte años de funcionamiento efectivo de un acuerdo, que desde la actual administración se ha intentado torpedear. Duque es “un saboteador de manual (…). Ha sido un Gobierno nefasto para la paz de Colombia”, sostiene.

“Ha tratado de impedir el funcionamiento de la JEP; ha desfinanciado en un 30 por ciento todo el punto quinto del acuerdo (víctimas), apenas ha reducido a cuestiones cosméticas el punto primero (reforma rural) y tercero (fin del conflicto); se opuso a los 16 curules que debían dar voz política a las regiones más golpeadas por la violencia”, relata.

A pesar de todo, celebra que el acuerdo ha conseguido mantenerse gracias a cómo fue diseñado. “Es una paz incumplida, que no una paz fallida, y cualquier gobierno que llegue en 2022, muy posiblemente, proveniente del Pacto Histórico Nacional o la Coalición de la Esperanza, será mejor que éste”, ha aseverado.