Como es de público conocimiento, el pasado 20 de diciembre a través de una carta abierta le notifiqué al país mi deseo vehemente de no aspirar más al Senado de la República, por múltiples razones, como lo expliqué en ese momento.
Apartes textuales de esa misiva que, tuvo amplia difusión en medios nacionales y regionales de comunicación advertía que no seré compañero de bancada de Senado de “ñoños”, ni Merlanos, ni Pulgares, ni compradores profesionales de votos. Con tristeza, pero con actitud firme y muy seguro de mi decisión, resolví no continuar con mi aspiración al Senado de la República en el Partido Liberal Colombiano.
Mis compañeros de causa social y ambiental coinciden que era el mejor momento de mi carrera política. Pues comienzo a darme a conocer en el país, sobre todo en el sur, entre los usuarios de los servicios públicos, los productores campesinos, los paneleros, los usuarios de los peajes, los defensores de la vida, el agua y la paz, también de los usuarios del SOAT, de la gente del Macizo Colombiano. Hoy doy un paso al costado, pero continuaré con devoción en su defensa, luchando contra la privatización de lo público y defendiendo a los más vulnerables de nuestro país.
Los principios y valores están por encima de las aspiraciones personales. La lista que conformó el Partido Liberal al Senado, podrá corresponder a los intereses de su Dirección y de unos pocos, pero no es lo que los colombianos esperan de la política, ni de los partidos para construir un nuevo país más justo, más transparente, más comprometido con una sociedad que se merece otra suerte y no ser tan despreciada por una clase política que se ha tomado el poder regional y nacional, basada en el dinero público, la corrupción y los escándalos, sin rubor ni vergüenza alguna.
He sido militante toda mi vida de la causa de Rafael Uribe Uribe, de Gaitán, de Rodrigo Lara Bonilla, de Luis Carlos Galán y de Horacio Serpa Uribe, del partido que reivindicó a las víctimas, promovió la paz y la Constitución del 91.
De ninguna manera esta renuncia implica un retiro de la política. ¡Siempre seré militante del pensamiento liberal!
Eran los apartes de la comunicación dirigida a la opinión pública, pero también a las directivas del liberalismo, un partido que hoy está tristemente en cuidados intensivos porque a ese punto lo ha llevado el director único de la colectividad, un partido que hoy es apéndice del uribismo y de uno de los peores gobiernos de la historia, un liberalismo que hace rato perdió su ideología y que hoy no tiene rumbo distinto, al de hacer alianzas con la derecha y un liberalismo convertido en el mejor trofeo de una sola familia que usufructúa las banderas liberales para beneficio propio.
Por las razones expuestas en la carta y por lo anteriormente dicho, decidí dar un paso al costado, la política en Colombia merece depurarse de cualquier amenaza de corrupción, de clientelismo, de maquinarias y ante ese panorama no estaban las condiciones para continuar en una lista al senado confeccionada a la medida de Cesar Gaviria.
La gente en Colombia se cansó de ver a diario la corrupción que carcome a este país, de ver a una dirigencia incapaz de combatir este flagelo y que antes hace parte del mismo, por eso es urgente y necesario que el Congreso de la República sea depurado y que a ese órgano político lleguen colombianos de bien, sin mañas, sin lastres a sus espaldas, sin clientelas, es ineludible que al Senado y Cámara deben llegar los mejores hombres y mujeres de Colombia y en esa tarea estamos.
Es triste seguir viendo noticias que, de los cerca de tres mil candidatos al Congreso, 108 de ellos estén cuestionados por hechos de corrupción graves, por ser herederos de parapolíticos o de tener presuntos nexos con grupos armados, como lo denunció en una amplia investigación la Fundación Pares Paz & Reconciliación. Eso no puede seguir pasando ¡Por Dios! Los colombianos no pueden seguir ciegos ante esa nefasta realidad, abramos los ojos y elijamos bien este 13 de marzo.
Pero no todo es malo, también hoy tenemos aspirantes de excelsas calidades, con hojas de vida impecables que quieren ser congresistas, que llegan frescos, sin compromisos y con toda la energía para trabajar por Colombia. En nuestro caso respaldaré la candidatura de Gustavo García Figueroa, un joven con todas las capacidades, formado ampliamente en el derecho, nadie mejor que él para defender la Paz de Colombia, pues fue el encargado de colaborar en el diseño de la fase de implementación del Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y duradera, asesorando la fase de cierre de negociación, elaboración de normas e informes para la fase de implementación.
Gustavo García, será quien recoja las banderas nuestras y las siga defendiendo en el Congreso de la República, esto es, la defensa del sector agropecuario, de los pequeños y medianos productores, será el defensor del ambiente, del Macizo Colombiano, de los derechos de los animales, de los usuarios de los servicios públicos, de los estudiantes, de los indígenas, de los sectores populares y sociales tan golpeados por las políticas neoliberales, en fin.
Por eso, a las gentes del sur del país, sobre todo, los invito a que analicemos muy bien a la hora de votar, tenemos que aprender a elegir a los verdaderos representantes del pueblo, castiguemos a los corruptos en las urnas, sólo así Colombia se transformará en un país más justo, más equitativo, más social, sí logramos eso, estaremos entonces ante una nueva Colombia donde quepamos todos. Sin duda, éste será el año de las grandes transformaciones, un 2022 renovado, con nuevos dirigentes que lleguen a promover las grandes reformas que necesita y quiere el país.
¡Adelante, la batalla continua!