De acuerdo con el último reporte del Observatorio Inexmoda, el tamaño del mercado textil en el país llegó a los $3,06 billones hasta julio de este año, lo que representa un crecimiento del 7,16% con respecto al mismo periodo del 2022. Pese a que se redujo la cantidad de prendas que compraron los colombianos en los meses anteriores, se espera que en el balance del cierre del año las ventas de la industria hayan alcanzado los $32 billones, con un aumento de 5,6%, según estimaciones de la entidad.
Desde moda casual hasta marcas de lujo, el mercado colombiano ofrece una variedad de estilos para todos los gustos y presupuestos, lo que ha posicionado al país como la tercera nación en América Latina con mayor crecimiento en la industria. Esto también se debe a que las marcas nacionales ya son reconocidas internacionalmente, no solo por su gran calidad sino también por sus novedosos diseños. Actualmente, una de las marcas más conocidas en el mundo es Balbony, una compañía de origen antioqueño que viste a diferentes famosos como David Beckham, Nicky Jam, James Rodríguez y los jugadores del Boca Juniors.
Con una inversión inicial de $15 millones, esta marca colombiana creada por los paisas Juan Pablo Marín y Rodolfo Gaviria, ya factura más de US$1,2 millones al año, posicionándose en la industria de la moda por su estilo lujoso y cómodo. La historia de esta compañía se remonta a sus modestos inicios, cuando sus fundadores que nacieron en la Comuna Aranjuez, una de las zonas más humildes de Medellín, decidieron importar ropa de lujo desde Estados Unidos a Colombia.
Queríamos romper los estereotipos, mostrando que la innovación puede surgir de cualquier rincón del mundo, incluso de aquellos considerados menos favorecidos. Nuestra dedicación a la calidad, la creatividad y la excelencia en la confección ha hecho que ampliemos nuestra audiencia a diferentes partes del mundo”, puntualiza Marín.
Esta historia de éxito no solo es un testimonio del talento y la visión de los fundadores, sino también un recordatorio de que la moda puede ser un catalizador para la transformación social y económica.